Devocional para Hoy, No. 1009
Miércoles 22 de Noviembre, 2017.
“Dad Gracias por Todo y por Siempre”
Por: CF Jara
Leer: Salmo 100
«Dad gracias a DIOS, porque Êl es bueno y para siempre son Su misericordias.» Salmo 107:1
Estando Jesús en la mitad de Su tercer año de ministerio, iba camino a Jerusalén; acaba de pasar por la región localizada entre Samaria y Galilea, y al entrar en una de las tantas aldeas del camino, escuchó los llamados de un grupo de diez leprosos que lo habían visto y se habían parado un poco alejados del camino. Éstos, levantando sus voces y agitando sus brazos le decían: «Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros.» Jesús entonces tornó su mirada a ellos y les contestó: «Id, mostraos a los sacerdotes.» El apóstol Lucas continúa su relato diciendo que aquellos leprosos, obedeciendo a Jesús, emprendieron el camino, y mientras iban, comenzaron a ser sanados. Pero de los diez, solo uno que, dando la gloria a Dios en medio de brincos de júbilo, regresó a buscar a su Sanador. Y cuando encontró al Maestro, se postró a Sus pies hasta el polvo mientras incansable le daba las gracias por tan extraordinario prodigio.
Antes de ser redimidos por el Cordero santo, todos fuimos leprosos, nuestra carne se caía a pedazos y nuestros cuerpos hedían a pecado y podredumbre. No había esperanza en nuestras vidas, todos nos habían abandonado y la muerte era nuestra única opción. Más Jesús escuchó nuestro clamor y le plació dar toda Su sangre por nuestra sanación. Y aquí estamos, con familia o solos; con trabajo o desempleados; prósperos o llenos de deudas; con salud o desahuciados; amados o despreciados; jóvenes o avejentados, lo que sea, pero aquí estamos, llenos de esperanza en Sus promesas que nos permiten continuar nuestro camino cada día, hasta cuando el Señor lo quiera.
¿Cuántos de los que decimos ser Cristianos nos acordamos cada día de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros? ¿Nos postramos hasta el piso buscando a nuestro Benefactor para darle las gracias? O ¿hacemos como los otros nueve leprosos de la historia, que aún viendo que somos bendecidos, nos olvidamos de Aquel de quien viene nuestra sanación?
En esta semana de celebración de Acción de Gracias, volvamos por el camino del bien que nuestro Salvador nos ha dado y postrémonos hasta el piso para reconocer que nuestra salvación viene de Êl; Démosle gracias por habernos librado de la muerte, del vicio, de la desesperanza, la enfermedad, la pobreza, la miseria y de todo tipo de cadenas y condenas materiales y espirituales, y bendigamos Su santo nombre porque nuestra sanación se origina en Su sacrificio eterno y por tantas y tantas y tantas bendiciones que aún sin merecernos, Êl nos regala cada amanecer.
Oración
Amado Señor Jesús, mi Señor y mi Salvador, gracias te quiero dar hoy Señor por todo lo que has hecho por mí, por todo lo que me das cada día y por todos los planes de bendición que tienes para mí. Gracias por haberme rescatado con Tu sangre bendita. De no ser por Tu inmenso amor por mí, hoy no estaría aquí escribiendo este mensaje, sino estaría quizá desquiciado en algún sanatorio mental, condenado en alguna cárcel despiadada, o enterrado en algún cementerio olvidado. Sin Ti, nada soy, nada tengo, nada valgo, no voy a ninguna parte. Contigo, tengo la vida completa. Que pueda yo mi Señor, vivir de rodillas y postrado hasta el polvo, dándote las gracias por todo, y por siempre, te lo pido humildemente en el nombre de Tu Hijo Yeshua HaMashiaj, amén.
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: Ezequiel 18-19; Santiago 4
Encuentre más lecturas edificantes en: https://maiishunejar.blogspot.com/
Miércoles 22 de Noviembre, 2017.
“Dad Gracias por Todo y por Siempre”
Por: CF Jara
Leer: Salmo 100
«Dad gracias a DIOS, porque Êl es bueno y para siempre son Su misericordias.» Salmo 107:1
Estando Jesús en la mitad de Su tercer año de ministerio, iba camino a Jerusalén; acaba de pasar por la región localizada entre Samaria y Galilea, y al entrar en una de las tantas aldeas del camino, escuchó los llamados de un grupo de diez leprosos que lo habían visto y se habían parado un poco alejados del camino. Éstos, levantando sus voces y agitando sus brazos le decían: «Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros.» Jesús entonces tornó su mirada a ellos y les contestó: «Id, mostraos a los sacerdotes.» El apóstol Lucas continúa su relato diciendo que aquellos leprosos, obedeciendo a Jesús, emprendieron el camino, y mientras iban, comenzaron a ser sanados. Pero de los diez, solo uno que, dando la gloria a Dios en medio de brincos de júbilo, regresó a buscar a su Sanador. Y cuando encontró al Maestro, se postró a Sus pies hasta el polvo mientras incansable le daba las gracias por tan extraordinario prodigio.
Antes de ser redimidos por el Cordero santo, todos fuimos leprosos, nuestra carne se caía a pedazos y nuestros cuerpos hedían a pecado y podredumbre. No había esperanza en nuestras vidas, todos nos habían abandonado y la muerte era nuestra única opción. Más Jesús escuchó nuestro clamor y le plació dar toda Su sangre por nuestra sanación. Y aquí estamos, con familia o solos; con trabajo o desempleados; prósperos o llenos de deudas; con salud o desahuciados; amados o despreciados; jóvenes o avejentados, lo que sea, pero aquí estamos, llenos de esperanza en Sus promesas que nos permiten continuar nuestro camino cada día, hasta cuando el Señor lo quiera.
¿Cuántos de los que decimos ser Cristianos nos acordamos cada día de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros? ¿Nos postramos hasta el piso buscando a nuestro Benefactor para darle las gracias? O ¿hacemos como los otros nueve leprosos de la historia, que aún viendo que somos bendecidos, nos olvidamos de Aquel de quien viene nuestra sanación?
En esta semana de celebración de Acción de Gracias, volvamos por el camino del bien que nuestro Salvador nos ha dado y postrémonos hasta el piso para reconocer que nuestra salvación viene de Êl; Démosle gracias por habernos librado de la muerte, del vicio, de la desesperanza, la enfermedad, la pobreza, la miseria y de todo tipo de cadenas y condenas materiales y espirituales, y bendigamos Su santo nombre porque nuestra sanación se origina en Su sacrificio eterno y por tantas y tantas y tantas bendiciones que aún sin merecernos, Êl nos regala cada amanecer.
Oración
Amado Señor Jesús, mi Señor y mi Salvador, gracias te quiero dar hoy Señor por todo lo que has hecho por mí, por todo lo que me das cada día y por todos los planes de bendición que tienes para mí. Gracias por haberme rescatado con Tu sangre bendita. De no ser por Tu inmenso amor por mí, hoy no estaría aquí escribiendo este mensaje, sino estaría quizá desquiciado en algún sanatorio mental, condenado en alguna cárcel despiadada, o enterrado en algún cementerio olvidado. Sin Ti, nada soy, nada tengo, nada valgo, no voy a ninguna parte. Contigo, tengo la vida completa. Que pueda yo mi Señor, vivir de rodillas y postrado hasta el polvo, dándote las gracias por todo, y por siempre, te lo pido humildemente en el nombre de Tu Hijo Yeshua HaMashiaj, amén.
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: Ezequiel 18-19; Santiago 4
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