Yo los cuidaré y los protegeré

Viernes 26 de Febrero, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Vejez segura”
(Por Lawrence Darmani)

Leer: Isaías 46:4-13
«…Yo los apoyaré y los protegeré…» Isaías 46:4

La Biblia en un año: Marcos 6:1-29

«¿Cómo estás hoy?», pregunté sin pensar. Mi amiga de 84 años susurró, señalando los dolores en sus articulaciones: «La vejez es difícil», y añadió seriamente: «pero Dios ha sido bueno conmigo».

«Nunca pensé que viviría hasta esta edad», afirma Billy Graham en su libro Casi en casa. «Ahora soy viejo, y créanme, no es fácil». Sin embargo, Graham observa: «En tanto que la Biblia no soslaya los problemas que enfrentamos al envejecer, tampoco pinta a la vejez como un tiempo que haya que aborrecer o una carga que haya que aguantar apretando los dientes».

Después, menciona algunas de las preguntas que ha tenido que enfrentar al envejecer, como por ejemplo: «¿Cómo podemos, no sólo aprender a hacerle frente a los temores, luchas y limitaciones crecientes que enfrentamos, sino también a fortalecernos por dentro en medio de todas estas dificultades?».

En Isaías 46, Dios nos asegura: «Yo mismo los seguiré llevando, hasta que estén viejos y canosos. Yo los hice, yo los llevaré. Yo los apoyaré y los protegeré» (v. 4 rvc).

No sabemos cuántos años viviremos en esta Tierra o qué enfrentaremos al envejecer, pero una cosa es segura: Dios nos cuidará hasta el fin de nuestros días. Señor, enséñanos a vivir bien cada día, para tener un corazón sabio.

No tengas miedo de envejecer; ¡Dios te acompaña!

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Él está tocando tu puerta.

Miércoles 24 de Febrero, 2016

Nuestro Pan Diario
“Una vista mejor”
(Por Jennifer Benson Schuldt)

Leer: Lucas 19:1-10
«Hoy ha venido la salvación a esta casa», Lucas 19:9

La Biblia en un año: Marcos 4:21-41

Cuando era pequeña, me encantaba trepar a los árboles. Cuanto más alto subía, más podía ver. De vez en cuando, en busca de una mejor vista, iba avanzando por alguna rama hasta que sentía que empezaba a doblarse. Por supuesto, mis días de trepar árboles pasaron. Supongo que no es demasiado seguro… o decoroso.

Zaqueo, un hombre rico, dejó de lado su dignidad al trepar a un árbol en Jericó. Jesús pasaba por la ciudad, y él quería verlo. Sin embargo, «no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura» (Lucas 19:3). Felizmente, eso no le impidió ver al Señor, e incluso, hablar con Él. ¡Su plan funcionó! Y, cuando se encontró con Él, su vida cambió para siempre. «Hoy ha venido la salvación a esta casa», dijo el Señor (v. 9).

Nosotros también podemos tener impedimentos para ver a Jesús. El orgullo puede evitar que lo veamos como el admirable Consejero. La ansiedad no nos deja conocerlo como el Príncipe de Paz (Isaías 9:6). El hambre de poder y de cosas materiales puede evitar que lo veamos como la verdadera fuente de satisfacción, el Pan de Vida (Juan 6:48).

¿Qué estás dispuesto a hacer para ver mejor a Jesús? Cualquier esfuerzo sincero por acercarte a
Él dará su fruto. Dios recompensa a los que lo buscan de corazón (Hebreos 11:6).

Jesús, ayúdame a verte al buscarte de todo corazón.
Para fortalecer tu fe, busca el rostro de Dios.

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Estad quietos...

Martes 23 de Febrero, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Quédate quieto”
(Por Philip Yancey)

Leer: Salmo 46
«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios…» Salmo 46:10

La Biblia en un año: Marcos 4:1-20

Hace años, respondía a las pocas semanas las cartas que recibía. Después, llegó la máquina de fax, y todos parecían contentarse con recibir una respuesta a los dos días. Hoy, con el email, los mensajes instantáneos y los teléfonos celulares, ¡la gente espera que responda el mismo día!

«Estad quietos, y conoced que yo soy Dios». En este conocido versículo del Salmo 46, leo dos mandamientos de igual importancia. En primer lugar, debemos permanecer quietos, algo contra lo cual conspira la vida moderna. En este mundo frenético, es difícil encontrar siquiera unos momentos de quietud.

Y esta quietud nos prepara para el segundo mandamiento: «conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra». En medio de un mundo que conspira para suprimir a Dios, ¿cómo aparto tiempo para permitir que el Señor nutra mi vida interior?

Patricia Hampl escribe: «La oración es el hábito de la atención aplicado a todo». Ah… un hábito de atención. Estad quietos y conoced. El primer paso para orar es reconocer o «conocer» que Dios es Dios. Y, en esa atención, todo lo demás se coloca en su lugar.

La oración nos permite admitir nuestras fallas, debilidades y limitaciones frente a Aquel que responde con infinita misericordia a la vulnerabilidad humana. Señor, nutre mi alma mientras estoy en oración.

Cuando oramos, Dios puede aquietar nuestra mente.

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Buscad las cosas de arriba.

Lunes 22 de Febrero, 2016.

Nuestro Pan Diario
“La vista desde la montaña”
(Por david h. roper)

Leer: Filipenses 4:8-13
«Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba» Colosenses 3:1

La Biblia en un año: Marcos 3

El valle donde vivo puede ser muy frío en invierno. Las nubes y la niebla cubren el suelo como un manto, atrapando el aire helado bajo capas más cálidas. Sin embargo, se puede ir más arriba. Allí cerca, hay una carretera que sube a una montaña de 2.300 metros que se eleva desde nuestro valle.

A los pocos minutos de conducir, sales de la niebla y emerges a la calidez y el resplandor de un día de sol. Puedes mirar hacia abajo y ver las nubes que envuelven el valle, y observarlo desde un punto de vista diferente.

La vida es así a veces. Las circunstancias parecen rodearnos con una neblina que el sol no puede penetrar. Sin embargo, la fe es la manera de elevarse por encima del valle; el medio por el cual «[buscamos] las cosas de arriba» (Colosenses 3:1).

Al hacerlo, el Señor nos permite elevarnos por encima de las circunstancias y encontrar valentía y tranquilidad. Como escribió el apóstol Pablo: «he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación» (Filipenses 4:11).

Podemos salir de la tristeza y las penumbras; sentarnos en la ladera de la montaña y, mediante Cristo que nos fortalece (v. 13), obtener una nueva perspectiva. Aunque no siempre puedo verte, Señor, descanso en tu amor por mí.

La fe puede elevarte por encima de tus temores.

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