Crees en DIOS, pero... ¿Lo Conoces?

 


📖🖊 Devocional para Hoy, Viernes 30 de Abril, 2021, No. 1144
        “Crees en DIOS, pero… ¿Lo conoces?" . 
        Por: Dr. CF Jara

Leer: Juan 10
«YO SOY la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.» (Juan 10:9)

Cuando preguntamos a personas conocidas o no, si creen en DIOS, la mayoría va a responder que sí, sea que tienen una interacción fuerte con el Creador o que estén alejados de sus iglesias, de su fe o religión. Pero una cosa es creer en el Creador mas otra es saber cómo es Êl, quién es, de dónde viene, qué quiere de nosotros, cuánto nos ama, nos escucha realmente, es posible oírle, es cómo lo describen las decenas de guerras y genocidios bíblicos o como lo describen las pinturas antiguas en las iglesias católicas.

En el mensaje de hoy aprenderemos cómo conocer a DIOS y saber acerca de los planes que Êl tiene para Su creación. Conoceremos cual es el camino para llegar a Êl, qué necesitamos para acercarnos a Su Presencia, a Su trono, a donde Êl habita.

YO SOY EL QUE SOY
Para el mundo secular, el origen del hombre sobre la tierra lo establece la ciencia, la cual tiene muchas teorías que van desde miles hasta millones de años. Mas para los hijos de Dios, la Biblia establece que la generación que puebla la tierra desde Adán y Eva tiene alrededor de seis mil años. Se conoce esto cuando se estudian todas las generaciones que describe el Libro de DIOS, desde que el Señor formó a Adán hasta el nacimiento de Jesûs, que son cuatro mil años, y desde entonces, dos mil años hasta nuestros días.

Así mismo, las ciencias en general niegan la existencia de DIOS y acreditan la creación del mundo a muchas teorías, la mayor parte risibles y hasta ridículas a veces, pero aceptadas por la humanidad porque vienen de científicos. Sin embargo, las teorías siguen siendo teorías hasta que sean comprobadas como una realidad. Pero lo que si se ha comprobado, se comprueba y se comprobará por los siglos de los siglos, es la existencia de un Creador omnipotente, omnipresente y omnisciente, quien se identificó ante Moisés como el “Yo Soy el que Soy” y a quién Jesûs llamó “Abba” que en Arameo significa, el Padre Eterno, el Creador de todo lo que existe, de todo lo que se ve y de lo que no se ve, de lo que se mueve y de lo que no, de lo que respira y de lo que no, en los cielos y debajo de ellos, en la tierra y debajo de ella, y en los mares y debajo de los ellos.

DOCTRINAS QUE NOS ALEJAN DE DIOS
En la iglesia católica, de donde vine hace 22 años, se retrata a DIOS como el viejito de barba blanca que anda apoyado en Su bastón, enojado echando rayos y centellas al mundo, mientras María, a quien llaman la emperadora del universo, le reemplaza en la ministración de misericordia y justicia, en tanto que a Jesûs lo mantienen aún en la cruz sufriente, sangrante e impotente a pesar de que el Señor resucitó con gloria hace más de dos mil años, y al Espíritu Santo lo encerraron en una urna y lo han puesto en la parte más oscura en el fondo de los altares. Esto ha dado lugar al aparecimiento dentro de esa religión, de muchas doctrinas humanas que han dado a luz a terribles anatemas como la adoración a los muertos, idolatría rampante y la doctrina antibíblica “transubstanciación,” a través de la cual el catolicismo afirma que Jesûs entra en cuerpo y alma en cada una de las hostias cada vez que éstas se ofrecen en las misas.

Los judíos por su parte, parecería que practican la fe en forma perfecta pues conocen de memoria la Toráh, evitan mencionar el nombre del Eterno con sus bocas y hasta se semi inclinan cada vez que mencionan el nombre del Todopoderoso. Sin embargo, no han querido obedecer lo que Dios les ha mandado a hacer, sino que hacen lo que dicen otros libros como el Talmud, la Kábalah y las 613 leyes mosaicas, entre ellas la ley del Talión que es la venganza del ojo por ojo y diente por diente. Así mismo, adoran en forma idólatra el Shabbat, la pared occidental, Jerusalén, muchos objetos como la hanuka y la larga lista de fiestas religiosas. Pero en los papeles, quienes practican esta religión han vivido en rebeldía a lo largo de su historia milenaria, deshabilitados espiritualmente, viendo como tuertos y andando como cojos espirituales, porque no quisieron reconocer a Jesûs como el Mesías de Israel y en lugar de ello, lo asesinaron en la cruz. Ellos han decidido prepararse para la venida de su mesías falso o Anticristo debido a lo cual, Dios decidió guardar silencio con ellos hasta cuando vengan los juicios finales.

Acerca del Islamismo, no se necesita decir mucho pues las obras de sus seguidores son el producto de esa doctrina que en muchos casos provoca odios, venganzas y el derrame de sangre inocente alrededor del mundo, producto del fanatismo religioso. La mayor manifestación de idolatría de esta religión es la caminata alrededor del cubo de piedra negra, en la Mecca, al cual lo quieren tocar porque creen que fue puesto ahí por Aláh.

Y luego están todas las otras sectas religiosas, filosofías, doctrinas, etc., que adoran a varios dioses como la vaca, mula, luna, sol, mono, tierra, etc., hasta aquellos que se creen que son dioses ellos mismos, o aquellos para los cuales sus vicios, gustos, trabajos, amores, etc., son sus dioses. O los que niegan la existencia de Dios por completo pero que no se dan cuenta que en su negación afirman al Creador, pues cuando niegas algo, antes tienes que creer que aquello existe para que puedas negarlo. DIOS es DIOS y no necesita de nuestra creencia en Êl para existir, como el dios griego Zeus, que mandaba a la gente a orar y por él y exaltarlo, caso contario, se desmayaba y hasta podía morir.

JESÛS ES DIOS
Mientras se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación, Jesús predicaba en el templo por el pórtico de Salomón rodeado por algunos judíos que le preguntaban, ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.» (Juan 10:22-30)

En los debates relacionados con la fe y religión es muy común oír la frase: “Es el mismo Dios con diferentes nombres” para justificar la fe falsa. Pero no, mi hermano. La diferencia entre el Dios de Jesûs con todos los dioses del resto del mundo es Jesûs precisamente. No hay ni un solo dios antiguo o actual que haya hecho con la humanidad lo que el Eterno hizo con Su Hijo. Jesûs vino a inculparse por los pecados de todos los seres humanos que habitaron antes de Êl y después de Êl hasta el fin de los tiempos. Y la condena por inculparse todos esos millones de pecados terribles, fue la muerte espantosa en la cruz. Y cuando el Señor resucitó de entre los muertos, selló el perdón en Su Nombre para todo aquel que lo reciba en su corazón y como resultado de ello, tenga acceso a la vida eterna, pues Jesucristo dejó clavadas en la cruz las condenas de todos esos pecados, por lo cual, ni la culpa ni la condena existen para nadie. Pero debes creerlo con tu corazón y declararlo con tu boca. Entonces serás salvo. (Romanos 10:9)

DIOS AMA A SU CREACIÓN
Ningún padre es capaz de entregar a su hijo para que muera por otra persona, y si alguno lo hace, sería considerado loco de remate y hasta podría ir a la cárcel. Sin embargo, el Dios Creador del universo hizo eso por ti, por mí, por toda la humanidad: entregó a Jesûs como el mas grande regalo que podemos recibir en esta vida jamás. La Biblia dice que esta vida es pasajera, que es solo una jornada de purificación, donde hemos de cumplir con la voluntad de Dios que es encontrarnos con Jesûs en el camino, pues el Salvador vino a recuperar lo que se había perdido por causa de la maldad del enemigo de Dios en contra de Su creación.

Los hijos de Dios, descendientes de Sus genes a través de Set, Noé, Abraham, y Moisés, fueron dispersos por el mundo por la desobediencia impulsada por la infiltración de los hacedores de maldad, aquellos que llevan la semilla del enemigo. Pero el Espíritu Santo los va llamando a través de los pasados dos mil años en los campos, montañas, ciudades, orillas de ríos y mares, en medio de las selvas y los desiertos, en los polos o las estepas inmensas; en las primaveras y veranos, en los otoños y los fríos inviernos; en los momentos de felicidad, pero sobre todo en medio de los sufrimientos y tragedias, para recordarles el amor y la hermosa obra redentora de Jesûs por todos ellos. Y millones reconocen a Su Salvador y vienen a Sus pies, pues sus genes reconocen a Su Hacedor.

Solo el hecho de que DIOS haya entregado a Su único Hijo para que muriese por una humanidad perdida, rebelde, pecadora, perversa, que no se merecía sacrificio tan noble sino morir y pagar por cada una de las transgresiones cometidas, nos debe dar la idea de cuán grande es el amor del Señor por Sus hijos y por toda Su creación. Y para agradecer por este sacrificio sin par en la historia del mundo que nos dio el derecho a morar en la eternidad, tenemos que contarle a toda persona que Jesûs es el único camino para el perdón de todas las transgresiones, desde las más pequeñas hasta las más terribles e innombrables; que Jesûs es también la verdad, la única e indiscutible verdad que alumbra la vida de todos aquellos que le han entregado sus corazones y que Jesûs es la vida, que con Êl viviendo dentro nuestro, aunque muramos, viviremos para siempre, allá, en la patria celestial, donde no hay más dolor, ni llanto, ni enfermedad ni muerte. «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.» (Juan 14:6)

Querido hermano, hermana, no se si ya tienes a Jesûs en tu corazón o si te has apartado. Si estas leyendo este mensaje, recíbelo de parte del Señor. Êl te está esperando, con los brazos abiertos, no demores, corre a Sus brazos vivificantes, ahora que se puede, hoy que todavía podemos oír al Espíritu Santo. La noche ha caído, pronto se apagará la voz del Espíritu de Dios sobre la tierra. Entonces será muy tarde.

ORACIÓN
«Padre Santo, Dios Omnipotente, gracias por permitirnos escribir este mensaje. Bendícelo, Señor, llénalo de Tu unción. Que lleve el poder de Tu Nombre para que rompa ataduras, cadenas de opresión y que todo aquel que lo lea, reciba el perdón para sus pecados y Tu libertad, de tal forma que puedan entregar sus corazones a los pies de Jesucristo, porque solo Jesûs es el camino, la verdad y la vida, te lo rogamos en el Nombre que es sobre todo nombre, en el Nombre de Jesûs nuestro Señor, amen.»

Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto.


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La Oración

 


📖🖊 Devocional para Hoy, Lunes 26 de Abril, 2021, No. 1143
        “La Oración”
         Por: Dr. CF Jara

Leer: 1 Tesalonicenses 1
«Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.» (Marcos 1:35)

En el devocional de hoy estudiamos la importancia de la oración a través de dar respuestas a las preguntas más comunes que los creyentes hacen acerca de este vital tema. ¿Qué significa “orar”? ¿Por qué los profetas, apóstoles y el mismo Jesûs insistieron tanto en que el pueblo creyente debería tener una vida de constante oración ¿Qué hora es la recomendada para buscar en oración al Creador?

¿QUÉ ES ORACIÓN?
La palabra “orar” viene de dos voces griegas:
1) “πρός” (pros) que significa intercambiar, moverse hacia adelante para interactuar con alguien" (literalmente, moverse hacia una meta o destino). Este término es el No. 4314 en el Interlineal Griego; y
2) “εὔχομαι” (euxomai) que significa desear, hacer un pedido, orar, intercambiar deseos, interactuar con el Señor cambiando los deseos humanos por Sus deseos mientras Él nos imparte fe. Es término es el No. 2172 en el Interlineal Griego.

En consecuencia, la oración “προσεύχομαι” (proseuchomai), es el acto voluntario donde el creyente se acerca a Dios para hacerle un pedido, pero al mismo tiempo, para escuchar el pedido que el Señor tiene para él, porque Dios tiene un propósito para cada uno de Sus hijos, tal como se lee en Jeremías 29:11 «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.»

Es por esta razón que la oración está estrechamente relacionada con la fe, porque para orar, buscamos un sitio solitario, donde de pie, sentados, o postrados de rodillas, cerramos los ojos, levantamos las manos y abrimos nuestras bocas dejando salir los deseos mas profundos de nuestro corazón, de forma honesta, sincera, sin esconder nada. Y como si literalmente estuviéramos en la presencia de Dios, relajamos todo nuestro ser como si nos dejáramos caer en los brazos del Señor, lo cual produce una poderosa sensación de paz y confianza de que todo va a estar bien.

Si alguna persona no creyente entrara a aquel lugar y mirara al que está en oración, diría que parecería que está conversando, pero que no puede ver con quien. La oración es el estado cumbre de la fe, pues, aunque Dios no es visible ni tocable, la fe nos acerca a Êl como si Dios estuviese ahí, tan cerca de nosotros que, aunque no lo veamos, Êl si nos ve y nos puede tocar y lo podemos sentir como si literalmente estaría abrazándonos, consolándonos, haciéndonos sentir Su amor tan puro, sanador, y vivificador.

Algún experto en psicología, hipnosis o meditación yoga o trascendental podría decir que el que ora entra en un trance donde auto manipula su mente para inducir esa sensación, sugestiona a su mente hacia un estado almático predeterminado. De hecho, ese es el mecanismo de un tratamiento mental. Sin embargo, en el fondo, la mente nunca podrá ser engañada en cuanto a qué es verdad y qué es sugestión. El resultado de una meditación o sesión psicológica comienza a desvanecerse tan pronto termina la sesión, mientras que los resultados de orar, como la sensación de paz, confianza y seguridad aumentan conforme avanza la vida. ¿Cuál es la razón para esto? Pues que, en la oración, que es entrar en contacto con Dios, el primer beneficio que recibimos es que nuestra fe es aumentada por el Señor. Y tan solo un poco de fe puede mover montañas.

EL EJEMPLO DE JESÛS
De acuerdo a los peritos bíblicos, Jesûs pasó más tiempo orando que interactuando con los miles de enfermos, poseídos y desposeídos que lo seguían. Incluso, el texto relata varios pasajes donde el divino Maestro evadió a propósito a la muchedumbre para irse a orar. Era como cuando la sensación de hambre le invade a una persona, ésta deja lo que esta haciendo y va en busca de alimento, y una vez saciada su hambre, regresa a continuar con su tarea. Así mismo, Jesûs, aun percibiendo la necesidad terrible en aquellos, aun sabiendo que tenía el poder para hacer los milagros, salía en busca del lugar donde encontrarse a solas con su amado Abba. Lucas 5:16 relata el caso cuando, después de sanar a un leproso y mientras la gente lo buscaba, «Jesûs se apartaba a lugares desiertos, y oraba.» En otra ocasión, mientras los discípulos iban en la barca, luego de despedir a la multitud, «Jesûs se fue al monte a orar»” (Marcos 6:46).

Pero el Señor también oraba durante circunstancias especiales, como en las celebraciones cuando se reunía con sus primos Lázaro, Martha y María, así como en la última cena cuando oró al Padre delante de sus discípulos (Juan 17:1-26). Y aunque en la cruz dijo solo frases cortas, aparentemente aisladas, sin embargo, eso es lo que orar significa precisamente, decir frases que incluyan un pedido, sea para aquel que ora o para otro incluyendo la justificación para ese pedido. Por ejemplo, la frase «Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34) es una oración, corta pero completa: es elevada a Dios, intercede por los centuriones y justifica su mala obra.

Una oración también puede incluir nuestro estado de ánimo, como en el caso cuando Jesûs expresó con sinceridad lo que Su alma sentía: «¿Elí, Elí, lema sabactani? ¿Padre mío, por qué me has abandonado?» (Mateo 27:46) o cuando, en medio de un dolor terrible provocado por el colapso de todos Sus órganos, decía segundos antes de expirar: «Padre mío, en Tus manos encomiendo mi Espíritu» (Lucas 23:46)

Pero hay un elemento vital que debemos incluir en todas nuestras oraciones: entregar nuestros deseos a la soberanía del Dios Todopoderoso para que haga en nuestras vidas conforme a Su voluntad. Esto lo vemos en la oración de Jesûs en el huerto de Getsemaní la noche que fue apresado. El Señor sabía lo terrible que se venía sobre Su vida humana: la tortura y vejámenes durante toda esa noche y madrugada, luego los 39 azotes, todo el camino del Calvario, la crucifixión y Su agonía y muerte en la cruz. Minutos antes de Su arresto, y en medio de una excruciante angustia que le provocó incluso sudar agua y sangre, Jesûs suplicó a Su Padre eterno: «Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.» (Marcos 14:36).

POR QUÉ DEBEMOS ORAR
Cuando oramos, disfrutamos de la comunión con nuestro Creador, como cuando nos encontramos con un familiar o amigo muy querido, corremos al encuentro con el ansiado abrazo y lo buscamos, porque en ese contacto sentimos que revivimos.

Cuando oramos, somos quienes en realidad somos porque dejamos salir al verdadero yo; ante el Padre Eterno no podemos ni necesitamos fingir, mentir, o escondernos, porque, así como el amigo, el Señor nos conoce bien, sabe nuestros secretos, nuestras debilidades, y aun así sentimos que nos ama.

Cuando oramos nos sentimos libres, porque al entrar en contacto con nuestro Creador, todas las cadenas que el cazador ha cerrado en nuestra contra se rompen, caen al piso hechas polvo, se despedazan, no existe más acusación, culpa o condena, porque el sacrificio de nuestro amado Salvador triunfa de nuevo y por Êl somos libertados.

Y cuando oramos, Jesucristo nos llena con Su paz que sobrepasa todo entendimiento, en Êl vencemos a los gigantes que se han parado en nuestro camino, pero sobre todo, cada célula de nuestro ser se llena de la fe que viene del corazón de Dios, la fe que nos hace grandes, fuertes, victoriosos, pero también humildes al máximo, porque nos hace capaces de postrarnos hasta el polvo, y con nuestro rostro en el piso podemos decir, “…pero Señor, que se haga Tu voluntad, no la mía…”

A QUÉ HORA DEBEMOS ORAR
El apóstol Pablo dice en 1 de Tesalonicenses 5:16-18 que "debemos orar a toda hora, sin descanso, dando gracias por todo, por los pétalos, pero también por las espinas, porque esa es la voluntad perfecta del Padre; para tener encendido el Espíritu y para estar listos cuando las profecías se cumplan; para estudiar y entender la Palabra y para resistir al pecado."

Durante Su ministerio terrenal, Jesûs oró varias veces al día, pero también en la noche. De hecho, el relato bíblico evidencia que la hora favorita del Maestro para orar era en la madrugada. En el calendario Hebreo, el día no empieza a la salida del sol, sino al contrario, a la puesta, es decir, a las 6 de la tarde. Seis horas después, es decir, a la medianoche, Dios le permite al mal caminar por la tierra durante 3 horas, es decir, de 12am a 3am. Es por ello que la mayoría de las muertes, accidentes o hechos de sangre, pero también los pecados y transgresiones ocurren en esas tres horas.

Entonces, a las 3am entra Aquel que derrotó a la muerte, y camina por el mundo salvando y restaurando vidas, pero también, escucha y visita a aquellos que levantan sus clamores en oración, pues el Señor sabe que aquellos dejaron sus camas y el placer del sueño y decidieron postrarse a esa hora en adoración de Aquel que fue, que es y que será.

Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto.


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