"¿Quién te está mirando?"

Nuestro Pan Diario
“¿Quién te está mirando?”
(Por Dave Branon )
Leer: Salmo 34:15-22 
« Los ojos del Señor están sobre los justos…» Salmo 34:15

La Biblia en un año: Romanos 8:1-21

Dondequiera que vayan los atletas que participan en los Juegos Olímpicos 2016 en Río de Janeiro, podrán ver a Jesús. Sobre el Corcovado, un monte de casi 700 metros de altura en esta ciudad brasileña, se eleva una estatua de unos 30 metros de altura, llamada Cristo Redentor. Con los brazos extendidos, esta enorme figura se ve de día y de noche desde casi toda la vasta metrópolis.

Por más alentadora que sea esta escultura de cemento y esteatita para todos los que miren hacia arriba y la vean, mucho más reconfortante es que el Jesús vivo y verdadero nos ve a nosotros. En el Salmo 34, David lo explica así: «Los ojos del Señor están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos» (v. 15). Además, señaló que, cuando los justos claman a Él por ayuda, «el Señor oye, y los libra de todas sus angustias. Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu» (vv. 17-18).

Pero ¿quiénes son los justos? Los que colocan su fe en Jesucristo, Aquel que es nuestra justificación (1 Corintios 1:30). Dios vigila nuestra vida y escucha el clamor de quienes confiamos en Él. El Señor está cerca para ayudarnos en los momentos que más lo necesitamos.

Los ojos de Jesús están puestos sobre ti. El Señor siempre nos mantiene a la vista.

Señor, guíame por tu Palabra y tu Espíritu en el camino correcto.
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"Oración insensata"

Miércoles 3 de Agosto, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Oración insensata”
(Por Julie Ackerman Link)

Leer: Josué 1:1-9
«… como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.» Josué 1:5

La Biblia en un año: Romanos 6

A veces, mis oraciones me dan vergüenza. Con mucha frecuencia, me oigo decir frases conocidas que se asemejan más a rellenos sin sentido que a una interacción íntima y significativa. Una frase que me hace enojar y que me parece que puede ofender a Dios es: «Señor, quédate conmigo», cuando en las Escrituras, Él ya prometió que nunca nos abandonará.

Dios le hizo esa promesa a Josué justo antes de que guiara a los israelitas para entrar en la tierra prometida (Josué 1:5). Posteriormente, el autor de Hebreos reclamó esta promesa para todos los creyentes: «… No te desampararé, ni te dejaré» (13:5). En ambos casos, el contexto indica que la presencia de Dios tiene que ver con darnos el poder para hacer Su voluntad y no la nuestra, ya que esta última es, por lo general, la que tengo en mente en mis oraciones.

Quizá una mejor plegaria sería algo así: «Señor, gracias por tu Espíritu Santo que mora en mí, que está dispuesto a dirigirme por el camino que tú quieres que vaya y que puede hacerlo. Que yo no te lleve donde tú no desees ir. Que no te reclute para hacer mi voluntad, sino que me someta humildemente a ti para hacer la tuya».

Cuando hagamos la voluntad de Dios, Él estará con nosotros aunque no se lo pidamos. Si no estamos cumpliéndola, debemos pedirle perdón, cambiar de dirección y seguirlo.

Que no seamos inconscientes al orar, sino conscientes de la voluntad de Dios.

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Lo Mejor está por Venir


📖🖊  Lo Mejor está por Venir
Nuestro Pan Diario para Hoy, Lunes 1 de Agosto, 2016.
Por: JB
Edición: CF Jara

Leer: Deuteronomio 34:1-12
«El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos…» (Deuteronomio 33:27)

TODO TIEMPO PASADO
Querido hermano, ¿ha oído la frase "todo tiempo pasado fue mejor"? Estoy seguro que sí. Y si comparamos los tiempos de antes con los actuales, parecería que esta afirmación es una verdad absoluta. En la parte individual, recordamos cosas como la música que acompañó nuestra juventud, el primer amor, la moda, los amigos, la vida del colegio, los paseos, las aventuras, las novias, los novios, etc., etc.

En cuanto a la parte social, uno de los tópicos que se extraña del ayer es la tranquilidad de la vida en comunidad. Treinta o cuarenta años atrás podíamos caminar hasta altas horas de la noche; los niños iban y venían solos de sus escuelas y colegios; las casas no tenían muros alrededor y si había, eran bajos; y hasta los veranos eran veranos y los inviernos, inviernos.

Los hombres eran hombres, las mujeres, mujeres; los matrimonios se celebraban entre un hombre y una mujer; los hogares eran formados por papá, mamá e hijos; los hijos respetaban a sus padres y la mujer respetaba a su esposo. Los políticos y presidentes trabajaban por el bien de la población, no había enfermedades catastróficas ni se veían a personas drogadas petrificadas por la droga en las calles. Se respetaba a la policía y la policía respetaba a la población. Los periódicos no mentían y los abuelos y ancianos eran amados y respetados y la gente iba a la iglesia que quería sin que nadie le cuestionara su fe, entre tantas y tantas cosas.

Pero la idiosincracia del hombre es que cuando somos jóvenes queremos crecer rápido para ser adultos. Y, cuando ya lo somos, anhelamos el pasado queriendo volver a ser jóvenes.

LA "TRISTE" REALIDAD ACTUAL
La frase "todo tiempo pasado fue mejor" suena bonito, sin embargo, termina creando en nosotros una nostalgia que en un punto se vuelve negativa en nuestra vida porque empezamos a añorar muchas cosas del pasado. Todos aquellos recuerdos se desvanecen como el humo cuando nos miramos a un espejo y notamos las nuevas arrugas y canas, el avance de la calvicie, el sobrepeso, las enfermedades, etc. 

Además, parecería que la vida solitaria gana terreno cada día. La psicología sostiene que, si una persona vive "ensimismada" en el pasado, desarrolla un pensamiento de amargura resultante de la negativa a aceptar que esa realidad no existe más. Y en la parte espiritual, las persona que añora el pasado se priva de disfrutar las bendiciones que Dios pone cada día en su vida, por lo que, aparte de amargada, se vuelve malagradecida.

En cuanto a la realidad social, las personas hoy en día corren el peligro en muchas ciudades del mundo de ser asaltados o asesinados; los niños no pueden andar solos porque los depravados y criminales pululan por todas partes. Las casas necesitan de altos muros coronados con alambres electrificados, puertas y ventanas cubiertas de hierro, cámaras en todas las esquinas, alarmas internas y externas, guardias de seguridad, perros entrenados y hasta armas de corto o largo alcance. Todo para defender no solo la vida sino la propiedad de los ocupantes.

Esto en los barrios de los "pudientes." Mas en los barrios populares y en los arrabales, la situación es aún más crítica. Allí, el desempleo provoca el vicio, éste la maldad, y ésta el declive social que se ha multiplicado a grados nunca antes vistos. Al final del día, la gente pobre y los desempleados, al igual que los pudientes, tienen hambre. Los unos podrán saciarse, mientras que los otros buscarán sobrevivir de alguna manera, aunque sea ilegal o injusta, pues el hambre no discrimina. Entonces la violencia social aumenta por todas partes, el miedo se apodera de la sociedad y todos se vuelven enemigos de todos. Parecería que el plan de Satanás ha triunfado.

LAS BENDICIONES POR SER OBEDIENTES
Moisés vivió hasta los 120 años y quizá analizando su vida podamos comprender la nuestra. Durante su juventud y hasta los 40 años de edad, vivió en la comodidad y los lujos del palacio del Faraón. Por un incidente que parecería desafortunado, tuvo que huir y refugiarse a vivir en el desierto con solo un rebaño de ovejas y chivos como sus únicos amigos y compañeros de soledad por los próximos 40 años. Entonces, un nuevo incidente, todavía más desafortunado que los anteriores, le volvió a cambiar la vida.

Esta vez, DIOS en persona le entregaba una misión monumental: sacar al pueblo de Israel de Egipto. Me imagino el día en que Moisés se levantó para empezar la misión. Él sabía que tenía 80 años, que su cabello estaba canoso, sentía su cuerpo adolorido por los achaques, y para rematar, sabía que era !!!...tartamudo!!! Sin embargo, Moisés fue testigo de muchas maravillas que hizo Dios a su favor a lo largo de otros largos cuarenta años hasta su muerte. El Señor pagó con creces el sacrificio del "anciano" Moisés cuando bajó Êl mismo de los cielos para llevarse el cuerpo inerte de Su siervo a la eternidad.

Moisés obedeció a Dios y a pesar de sus 80 años fue y confrontó a Faraón. Y por ello fue testigo de cómo el Señor liberó a Su pueblo de la esclavitud (Éxodo 3–13). Moisés presenció en primera fila cómo el imponente Mar Rojo se partió en dos para que los Hebreos pasaran por allí, y luego de que todos habían cruzado, vió cómo el mar se cerró de nuevo y se llevó para siempre al poderoso ejército egipcio. El anciano Moisés vio cuando el maná descendió del cielo, a él no le contaron ni lo leyó en las Sagradas Escrituras. Y como si todo esto fuera poco, Dios habló con Moisés «cara a cara» y Moisés vio el rostro del Señor (14:21; 16:4; 33:11).

EN EL HUECO DE SU MANO
Ahora, ningún pasaje bíblico relata que Moisés añoraba su vida de juventud o la tranquilidad de la vida en el desierto, sino que vivió su ancianidad expectante, mirando cada día al futuro para ver cómo haría Dios para liberar a Su pueblo (Hebreos 11:24-27). Cuarenta años más tarde, Israel había llegado a los umbrales de la tierra prometida y Moisés había cumplido 120 años. En lugar de sentirse cansado o derrotado, el profeta entendía que su vida con Dios estaba solo empezando y que nunca dejaría de ver la grandeza y el amor del Señor.

Dios ayudó a Moisés en todos sus días y le proveyó de todo lo que necesitó. El Señor guardó a Moisés de todo peligro toda su vida, desde su nacimiento, cuando hizo que lo rescataran del río Nilo; en su juventud, cuando no dejó que cayera preso de los egipcios; en su adultez, cuando vivió solitario en la hostilidad del desierto; y en su ancianidad, cuando sufrió la ingratitud e incomprensión de aquellos a quienes había liberado. Dios guardó al profeta en el hueco de Su mano desde su nacimiento y durante los 120 años de vida hasta que dió su último suspiro.

Moisés escribió que «al margen de nuestra edad, el eterno Dios es nuestro refugio, y acá abajo los brazos eternos.» (Deuteronomio 33:27) No importa la edad, las circunstancias de nuestra vida presente o pasada, lo importante es que Dios tiene guardado nuestro futuro en el hueco de Su mano santa.

Si en nuestra adultez y ancianidad caminamos en obediencia sirviendo a Dios, el Señor nos dará fielmente Su gozo cada día. No importará cuán bella y feliz fue nuestra vida de juventud, ni cuántos triunfos profesionales logramos, pero tampoco el dolor, sufrimiento, soledad, tragedias o fracasos. Cuando caminamos en obediencia con Dios ¡lo mejor está por venir! porque lo mejor no está en esta vida sino en la vida eterna que Jesucristo ha preparado para Sus hijos. !Aleluya!

Dios le bendiga.
Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα
Maranatha, sí Señor Jesús, ven pronto


ORACIÓN
«Señor Dios Todopoderoso, te alabo por todo lo que hiciste en mi vida en el pasado, tanto en mi infancia como en mi juventud y en mi adultez. Hubo experiencias hermosas, pero también dolorosas, y muchas veces me sentí solo, abandonado por todos incluso por Ti. Pero Tû viniste Señor, en cada ocasión que la tristeza me agobiaba, y como poderoso gigante luchaste por mí y me entregaste la victoria. Ahora que empiezo la ancianidad, te pido mi Señor que me ayudes a serte obediente. Te ruego por mí, por mi esposa y por mis hijos, para que nos bendigas y nos guardes en el hueco de Tu mano santa hasta cuando te plazca darnos la vida; que en nuestra mesa siempre haya comida caliente; que la salud no nos abandone; que nuestra fortaleza venga de Ti y que Tu sabiduría llene nuestra alma. Te lo pido humildemente en el nombre bendito de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén y amén.»

התהילה היא רק של ישוע המשיח
La gloria es solo de Cristo Jesûs.


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"Dar gracias"

La Ventana del Alma.

"Dar gracias"
Por: CF Jara.

«¿Qué sería de la vida si no nos faltara nada, si ningún conocimiento, ciencia o descubrimiento no nos fuera desconocido; si no tuviéramos momentos difíciles, oportunidades de mejorar, desafíos; si no cometiéramos errores; si no nos cansaríamos?. Creo que una vida asi, simplemente no sería vida.

No siempre damos gracias por las bendiciones, las cosas buenas, las alegrías; peor aún por los momentos difíciles. Pero en nuestras manos y solo en ellas está el poder de convertir las dificultades en grandes bendiciones.

Y para ello necesitamos dar gracias en medio de las tempestades que amenazan con acabar con nosotros, precisamente ahí debemos abrir nuestra boca y dar gracias al Dios de la creación por Su misericordia y por esos momentos difíciles. Enseguida vendrá la calma y el sol brillará en el horizonte; entonces sabremos que vencimos una vez más.

Con Cristo Jesús a nuestro lado somos más que vencedores, por eso, demos gracias al Altísimo, en todo tiempo y en todo lugar.» (lgesdJC)

DIOS te bendiga.

http://tunein.com/radio/Radio-web-El-Rey-Jes%C3%BAs-s244251/