El Amor

REFLEXIÓN PARA HOY: EL AMOR

DIOS es la fuente del amor más puro y sublime; del amor infinito y eterno; del amor maravilloso y vivificante. DIOS mismo es el amor. El mundo no podría existir sin amor. De ahí entonces que sin DIOS tampoco existiría. Y la expresión más grandiosa del amor es darse uno mismo por los que amamos; posponer nuestras necesidades y satisfacciones para el bien de los otros. Y DIOS nos dio el ejemplo de ello sacrificando a la muerte a Su hijo amado Jesús. DIOS pospuso Su bien eterno para nuestro bien, el de toda la humanidad, por amor, por Su infinito e inmensurable amor por todos nosotros, Sus hijos amados.

Cuando amamos de verdad, buscamos el bien de los otros; eso es amor. Que tengas un hermoso fin de semana. (cfjg)


DIOS te bendiga.

Invoqué y me respondió

Nuestro Pan Diario
17 Octubre 2014
Lectura Diaria para hoy, Viernes 17: “De espía a vigía”
(Randy Kilgore)
LEA: Jonás 1:1–2:2

«… Invoqué en mi angustia al Señor, y él me oyó…» Jonás 2:2

Biblia en un año: Isaías 50–52; 1 Tesalonicenses 5

Cuando nuestra hija era demasiado pequeña para gatear o caminar, inventó una manera de esconderse de la gente cuando deseaba estar sola o hacer lo que quería. Simplemente, cerraba los ojos. Pensaba que, si ella no veía a nadie, tampoco podían verla. Usaba esta táctica cuando alguien desconocido trataba de saludarla en el automóvil, sentada en su silla alta en casa cuando no le gustaba la comida, e incluso al oírnos decir que era hora de ir a dormir.

Jonás tuvo una estrategia más madura para esconderse, pero el resultado no fue mejor que el de nuestra hija. Cuando Dios le dijo que hiciera algo que él no quería, huyó en la dirección opuesta. No obstante, pronto descubrió que no había dónde esconderse del Señor. Las Escrituras están repletas de historias en las que Dios encuentra personas que no querían ser halladas (Éxodo 2:11–3:6; 1 Reyes 19:1-7; Hechos 9:1-19).

Tal vez has estado tratando de esconderte de Dios o piensas que Él no puede verte. Por favor, ten presente esto: si el Señor ve y oye la oración de un profeta rebelde en el vientre de un gran pez, también te ve y te oye a ti dondequiera que estés y al margen de lo que hayas hecho.

Pero no hay nada que temer, ya que esto es, en verdad, un gran consuelo. ¡El Señor está siempre presente y atento a tus necesidades!

No hay que temer a los problemas, porque los ojos del Señor están sobre nosotros.

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Esperar en Ti

Nuestro Pan Diario
16 Octubre 2014
Desvíos misteriosos
(Dave Branon)
Lea: Génesis 12:1-10; 13:1

« En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste.» Salmo 22:4

Biblia en un año: Isaías 47–49; 1 Tesalonicenses 4

Antes de que mi esposa y yo nos embarcáramos en un viaje de 640 kilómetros hasta la casa de nuestra hija, programé el GPS. Mientras viajábamos, el sistema nos indicó que saliéramos de la autopista y tomáramos un desvío por una ciudad. Poco después, nos mandó de regreso a la misma carretera. Ese misterioso desvío me desconcertó. ¿Por qué tuvimos que salir de una ruta perfectamente transitable?

Nunca sabré el porqué. Seguimos camino y confiamos en que el GPS nos llevaría hasta nuestro destino y nos traería de regreso.

Esto me hizo pensar en los desvíos de la vida. Quizá parezca que andamos por un sendero sin inconvenientes. Entonces, por alguna razón, Dios nos redirige hacia una zona desconocida. Puede ser una enfermedad, una crisis en el trabajo o en la escuela, o una tragedia inesperada. No entendemos qué está haciendo.

Abraham enfrentó un desvío misterioso cuando Dios le dijo: «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre» (Génesis 12:1). Sin duda, el patriarca se habrá preguntado por qué el Señor lo guiaba hacia el desierto del Neguev, pero confió en Él y en sus buenos propósitos.

Un GPS puede equivocarse, pero podemos confiar en un Dios que no falla (Salmo 22:4). Él nos guiará por todos los desvíos misteriosos y nos llevará donde desea que vayamos.

No necesitamos ver el camino si estamos cerca de Aquel que lo conoce.

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A los enfermos vino

Nuestro Pan Diario
15 Octubre 2014
Lectura Diaria para hoy, Miércoles 15: “Ver al revés”
(Philip Yancey)
Lea: Mateo 8:1-4; 9:9-12

«… Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.»  Mateo 9:12

Biblia en un año: Isaías 45–46; 1 Tesalonicenses 3

En la India, participé en reuniones cristianas con leprosos. La mayoría de los avances en el tratamiento de esta enfermedad surgieron del trabajo de médicos dedicados a la obra misionera, quienes estuvieron dispuestos a vivir entre estos pacientes y exponerse a los riesgos de contraer esta temida dolencia. Por eso, las iglesias crecen en la mayoría de las leproserías más importantes.

En Myanmar, visité hogares para huérfanos de padres enfermos de SIDA, donde voluntarios cristianos intentan restituir el afecto que esta enfermedad les ha robado. Las reuniones más emocionantes las presencié en Chile y Perú, en las entrañas de una prisión federal. El reino de Dios ha echado raíces entre los pobres, los quebrantados, los oprimidos… lo rechazado de este mundo.

Asumir seriamente la tarea que Dios nos ha asignado significa que debemos aprender a ver el mundo al revés, como lo hizo Jesús. En vez de buscar personas con recursos que puedan favorecernos, buscamos a quienes tienen poco. En lugar del fuerte, buscamos al débil; al enfermo en vez de al sano. Al pecador, en lugar de al espiritual. ¿No es así como Dios reconcilió al mundo consigo? «Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. […] no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento» (Mateo 9:12-13).

Para obtener una nueva perspectiva, mira el mundo al revés, tal como lo hizo Cristo.

A través de los ojos de Cristo, ¿ves un mundo necesitado?

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Escogidos

Nuestro Pan Diario
14 Octubre 2014
Mensaje Visual para hoy, Martes 14: “Un eterno «hola»”
Anne Cetas
LEA: 2 Corintios 4:16–5:8

« Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.» 2 Corintios 5:5

Biblia en un año: Isaías 43–44; 1 Tesalonicenses 2

Después de pasar una semana de vacaciones con su hija y su nieto, Catalina tuvo que despedirse hasta que pudiera volver a verlos. Más tarde, me escribió: «Los dulces encuentros como el que tuvimos hacen que mi corazón anhele el cielo. Allí no tendremos que tratar de grabar recuerdos en nuestra mente ni orar para que el tiempo pase lentamente y los días duren más. Nuestros «hola» nunca se convertirán en «adiós». El cielo será un “eterno hola”, y estoy ansiosa por llega allí». Tras haber sido abuela por primera vez, ¡ella quiere estar con su nieto todo lo posible! Está agradecida por cada oportunidad de verlo y por la esperanza del cielo… donde los momentos maravillosos nunca acabarán.

Sin duda, nuestros días buenos parecen cortos, y los difíciles no terminan nunca. No obstante, ambas clases de jornadas hacen que anhelemos los días mejores que están por delante. El apóstol Pablo afirmaba que él y los corintios deseaban ser «revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida» (2 Corintios 5:4). Aunque el Señor está con nosotros en esta vida, no podemos verlo cara a cara, ya que, ahora, vivimos por la fe y no por la vista (v. 7).

Dios nos creó con el propósito específico de estar cerca de Él siempre (v. 5). El cielo será un interminable «hola».

Ahora vemos a Jesús en la Biblia, pero, después, lo veremos cara a cara.

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Descansa en Jesés

Nuestro Pan Diario
13 Octubre 2014
Lectura Diaria para hoy, Lunes 13: “Un santuario”
(Bill Crowder)
Lea: Mateo 11:25-30

« Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. » Mateo 11:28

Biblia en un año: Isaías 39–40; Colosenses 4

Cuando entraba en una iglesia de Klang, en Malasia, me intrigó un cartel de bienvenida, que nombraba al edificio: «Un santuario para los trabajados y cargados».

Pocas cosas reflejan mejor lo que Cristo quiere que sea su iglesia: un lugar donde las cargas se aligeren y los cansados encuentren reposo. Esto fue vital en el ministerio de Jesús, ya que declaró: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28).
Jesucristo prometió tomar nuestras cargas pesadas y cambiarlas por la suya, que es liviana: «Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga» (vv. 29-30).

Esta promesa está respaldada por la gran fortaleza del Señor. Independientemente de las cargas que llevemos, en Cristo hallamos los hombros poderosos del Hijo de Dios, quien promete intercambiar nuestros pesos agobiantes por su carga liviana.

Cristo, quien nos ama con amor eterno, comprende nuestras luchas, y podemos confiar en que nos proporcionará el descanso que nunca seremos capaces de encontrar sin ayuda.

Su poder es suficiente para suplir nuestra debilidad, y esto convierte al Señor en nuestro «santuario para los trabajados y cargados».

Dios llama a los cansados a descansar en Él.

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