La Potencia Vivificadora

Devocional para hoy, Lunes 20 de Enero, 2020.
“La Potencia Vivificadora”
Por: CF Jara

Lectura: Mateo 27:53
«….Y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.» (RV 1995)

El Sábado 11 de Enero de este año, la tierra tembló en la región sur de la isla de Puerto Rico con una intensidad pocas veces vista; el resultado de ello fueron cientos de casas y edificios destruidos, cientos de millones de dólares en pérdidas, y, sobre todo, una histeria colectiva por el temor a la muerte. Sin embargo, al preguntar al pueblo cristiano, todos declaran que su fe y su confianza están en Jesús. Esto se puede explicar, entre otras cosas, porque mientras la potencia demoledora de un terremoto causa destrucción, terror y muerte, la potencia vivificadora de Jesús provoca paz, gozo, pero, sobre todo, la esperanza de la vida eterna.

La Biblia registra cientos de milagros llevados a cabo por Jesús durante los tres años de Su ministerio terrenal: ciegos vieron, paralíticos caminaron, sordos oyeron, hambrientos se saciaron, mudos hablaron, endemoniados fueron libres y muertos revivieron. ¿Qué tenía Jesús que trastornaba las leyes naturales y alteraba los veredictos biológicos? Pero por, sobre todo, ¿qué había en Él para que con solo Su voz, Su toque o Su presencia, las personas resucitaran de entre los muertos?

El apóstol Marcos relata en el capítulo 5:41-42, que, a la muerte de la hija de Jairo, Jesús tomó su mano y le habló: «Niña levántate.» (RVI 1960). Y la niña resucitó. El apóstol Juan nos relata en el capítulo 11:43 acerca de Lázaro, que estando muerto hacían ya cuatro días, al llamado de su nombre por parte del divino Rabino «Lázaro, sal fuera», Lázaro salió de su tumba aún con las mortajas alrededor de su cuerpo (RVI 1960).

Y Mateo escribe unos de los pasajes poco conocidos y más controversiales de la Biblia en todos los tiempos: 27:50-53 «Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.» (RVI 1960).

En otras palabras, la resurrección de Jesús provocó que se abrieran otros sepulcros y muchos cuerpos de los santos que habían fallecido se levantaran. Aquellos muertos salieron de sus tumbas y vinieron a la santa ciudad (Jerusalén) y se aparecieron a muchos…

La autoridad de Jesús sobre la muerte se manifiesta de una manera evidente y omnipotente en medio de este evento, al igual que en la resurrección de Lázaro. El Mesías usó a propósito, un tono de voz fuerte, claro y preciso cuando pronunció el nombre de Lázaro, pues todos aquellos que estaban enterrados alrededor hubieran también resucitado. Por ello, cuando el Cordero santo resucitó, aquellos que despertaron de la muerte junto con Él, lo hicieron porque fueron también tocados por el poder vivificador de vida eterna que llenó la tumba del Hijo santísimo. El mismo Espíritu que levantó a Jesús de los muertos, levantó a aquellos de sus tumbas y nos levantará a los creyentes de las nuestras. Escrito está, y por ello se cumplirá.

Ante los desastres naturales, guerras, conflictos, problemas, enfermedades, fallecimientos de un ser querido, etc., el solo hecho de creer y declarar que Jesús tiene el dominio sobre la vida y la muerte nos debe llenar de la paz y el gozo divinos, para recordar que, ante cualquier circunstancia, Jesûs ya nos dio la vida eterna y que no importa cuándo o cómo muramos, la hora y el día de nuestra reunión final con Él ya está escrita en el Libro de la Vida del reino los cielos. Jesûs derrotó a la muerte, por lo tanto, nosotros también lo hicimos. Jesûs vive y reina en la eternidad, y nosotros también lo haremos. Gloria al sempiterno y omnipoderoso Dios de la vida eterna.

Oración
«Señor mi Dios, gracias te doy porque en tu salvación me diste el derecho a vivir la vida eterna. Quiero vivir cada día pensando en el momento que me reunirás contigo en Tu reino, allá donde no hay más penas, ni llanto, ni dolor ni muerte, sino una vida eterna pletórica de paz y felicidad. Y te ruego a esta hora por aquellos de los míos que no te conocen o que se han alejado; ten misericordia de todos y cada uno de ellos y déjales saber sobre Tu potencia vivificadora, que es la única esperanza para vivir por la eternidad, te lo pido humildemente en el nombre de Tu Hijo amado, Yeshua HaMashiaj, nuestro Rey y Salvador.»

התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: Mateo 27