"Del lamento al festejo"

Viernes 15 de Julio, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Del lamento al festejo”
(Por: Amy Boucher Pye)

Leer: Isaías 61:1-4
«… me ha enviado a [que…] les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto…» Isaías 61:1, 3

La Biblia en un año: Hechos 19:1-20

«Vamos a prescindir de su trabajo». Hace una década, estas palabras me dejaron tambaleando cuando la compañía para la que trabajaba eliminó mi cargo. Me sentí destruida porque, en parte, mi identidad estaba sumamente entrelazada con mi papel como editora. Hace poco, sentí una tristeza similar cuando escuché que mi labor como trabajadora independiente se terminaba. Pero, esta vez, no sentí que se me movía el piso, ya que, con el tiempo, he visto la fidelidad de Dios y su manera de transformar mi tristeza en gozo.

Aunque vivimos en un mundo caído donde experimentamos angustias y frustraciones, el Señor puede cambiar nuestra desesperación en gozo, como vemos en la profecía de Isaías sobre la venida del Cristo (Isaías 61:1-3). El Señor nos da esperanza en la desilusión, nos ayuda a perdonar cuando pensamos que no podemos, nos enseña que nuestra identidad está en Él y no en lo que hacemos, y nos anima frente a un futuro desconocido.

Cuando enfrentamos una pérdida, es normal que lo lamentemos, pero debemos impedir que la situación nos amargue o endurezca. Cuando recordamos la fidelidad del Señor a través de los años, sabemos que su gracia es suficiente para volver a cambiar nuestra tristeza en gozo, y que Él puede hacerlo. Dios puede convertir los momentos de angustia en etapas de crecimiento.

Señor, haz que mi fe sea más profunda para enfrentar las circunstancias de la vida.

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"¿Algo que deba saber?"

Miércoles 13 de Julio, 2016.

Nuestro Pan Diario
“¿Algo que deba saber?”
(Por: david c. mccasland )

Leer: Mateo 14:22-36
«… subió al monte a orar aparte…» Mateo 14:23

La Biblia en un año: Hechos 18

Una vez, le preguntaron al cantautor David Wilcox cómo componía sus canciones, y respondió que el proceso incluía tres aspectos: una habitación tranquila, una hoja en blanco y la pregunta: «¿Hay algo que deba saber?». Esto me impactó, al considerarlo un abordaje maravilloso para los seguidores de Jesús cuando buscan cada día el plan de Dios para sus vidas.

Durante su ministerio público, Jesús dedicaba tiempo para orar a solas. Después de alimentar a 5.000 personas, envió a sus discípulos al otro lado del mar de Galilea, mientras él despedía a la gente, y «despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo» (Mateo 14:23).

Si el Señor Jesús veía la necesidad de estar a solas con el Padre, ¡cuánto más necesitamos nosotros un tiempo diario a solas para abrir nuestro corazón ante el Señor, reflexionar en su Palabra y prepararnos para cumplir sus instrucciones!

Una habitación tranquila: un lugar donde podamos enfocarnos sin distracciones en el Señor. Jesús descendió de aquella colina y supo exactamente qué hacer para enfrentar una violenta tormenta (vv. 24-27).

Una hoja en blanco: una mente receptiva, un papel, disposición a escuchar. ¿Algo que deba saber?: lo que el Espíritu y la Palabra de Dios me muestren como guía. Apartar tiempo para estar con Dios es lo mejor para cobrar fuerza.

Señor, guía hoy mis pasos.

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"El lenguaje del amor"

Lunes 11 de Julio, 2016.

Nuestro Pan Diario
“El lenguaje del amor”
(Por: Keila Ochoa)

Leer: Santiago 3:1-12

«Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres…» Santiago 3:9

La Biblia en un año: Hechos 16:22-40

Cuando mi abuela fue a México como misionera, le resultó difícil aprender español. Un día, fue al mercado, le mostró su lista de compras a la muchacha que la atendió y le dijo: «Está en dos lenguas», queriendo explicar que la había escrito en dos «idiomas». El carnicero oyó de lejos y supuso que ella quería comprar dos lenguas de vaca. Mi abuela no se dio cuenta hasta que llegó a su casa. ¡Nunca antes había cocinado lengua de vaca!

Los errores son inevitables cuando se aprende un idioma desconocido, incluido el lenguaje nuevo del amor de Dios. A veces, nuestro discurso parece contradictorio, ya que alabamos al Señor, pero hablamos mal de los demás. Nuestra vieja naturaleza pecaminosa se opone a nuestra nueva vida en Cristo. Lo que sale de nuestra boca revela cuánto necesitamos la ayuda de Dios.

Nuestra vieja «lengua» debe irse. La única manera de aprender el lenguaje nuevo del amor es convirtiendo a Jesús en el Señor de nuestras conversaciones. Cuando el Espíritu Santo obra en nosotros, nos da dominio propio para decir palabras que agradan al Padre. ¡Sometamos cada palabra a Él! Que nuestras palabras guíen a otros a Jesús.

«Pon guarda a mi boca, oh Señor; guarda la puerta de mis labios» (Salmo 141:3).
Señor, controla hoy mi boca. Que mis palabras te bendigan a ti y a los demás.

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