La Fe en las pruebas

Viernes 30 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Las Tormentas de la Vida”
(Por Albert Lee)

Leer: Marcos 4:35–5:1 

«… sometida a prueba vuestra fe, […] sea hallada en alabanza, gloria y honra…» 1 Pedro 1:7

La Biblia en un año: Jeremías 20–21; 2 Timoteo 4

En el libro de Marcos, leemos sobre una tormenta terrible. Los discípulos estaban con Jesús en un barco, cruzando el Mar de Galilea. Cuando «se levantó una gran tempestad de viento», los discípulos, entre los cuales había algunos pescadores experimentados, temieron ahogarse (4:37-38). ¿A Dios no le importaba? ¿No habían sido escogidos por Jesús y eran los más cercanos a Él? ¿No estaban obedeciendo al que había dicho que cruzaran a la otra orilla (v. 35)? ¿Por qué estaban atravesando un momento tan turbulento?

Nadie está exento de las tormentas de la vida. Pero, así como los discípulos que en un primer momento tuvieron miedo a la tormenta veneraron más a Cristo después, nosotros también podemos aprender a conocer más a Dios a través de las tormentas que enfrentamos. «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?», se preguntaron los discípulos (v. 41). Nuestras pruebas pueden enseñarnos que ninguna tormenta, por más fuerte que sea, va a impedir que Dios lleve a cabo su voluntad (5:1).

Aunque no entendamos la razón por la cual el Señor permite que enfrentemos pruebas, le damos gracias porque, a través de ellas, llegamos a conocerlo mejor. Vivimos para servirlo porque Él ha preservado nuestra vida.

Señor, ayúdame a mantenerme en calma porque estoy seguro en ti. Las tormentas de la vida demuestran la fortaleza de nuestra Ancla.

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La misericordia de Dios

Jueves 29 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Prohibido tocar la cerca”
(Por Jennifer Benson Schuldt)

Leer: Jeremías 18:1-12

«... Dios […] tenía misericordia de su pueblo.» 2 Crónicas 36:15

La Biblia en un año: Jeremías 18–19; 2 Timoteo 3


Cuando era niña, fui con mis padres a visitar a mi bisabuela, que vivía cerca de una granja. El patio estaba rodeado de una cerca electrificada, que impedía que las vacas entraran y comieran el pasto. Cuando pedí permiso para ir a jugar afuera, estuvieron de acuerdo, pero me explicaron que, si tocaba la cerca, podría recibir una descarga eléctrica.

Lamentablemente, no les hice caso: toqué con el dedo el alambre de púas y me golpeó una corriente lo suficientemente fuerte como para enseñarle una lección a una vaca. En ese momento, me di cuenta de que mis padres me habían advertido porque me amaban y no querían que me lastimara.

Cuando Dios vio a los israelitas que adoraban ídolos en Jerusalén, «envió constantemente palabra a ellos […], porque él tenía misericordia de su pueblo» (2 Crónicas 36:15). Les habló a través del profeta Jeremías, pero el pueblo dijo que seguiría con sus planes (Jeremías 18:12). Por eso, el Señor permitió que Nabucodonosor destruyera la ciudad y capturara a la mayoría de sus habitantes.

Tal vez Dios está advirtiéndote sobre un pecado en tu vida. Si es así, no te desanimes, ya que es una demostración de su compasión (Hebreos 12:5-6). Él ve lo que está por delante y quiere evitarnos futuros problemas.

Señor, que perciba la motivación de tu corazón detrás de tus palabras. 

Las advertencias de Dios son para protegernos; no para castigarnos.


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Mi herencia en los cielos

Miércoles 28 de Octubre, 2015. 

Nuestro Pan Diario 
“¿A dónde apunto?” 
(Por david c. mccasland) 

Leer: Hebreos 10:32-39
 
«… sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.» 

Hebreos 10:34 La Biblia en un año: Jeremías 15–17; 2 Timoteo 2

 

En septiembre de 2011, un incendio voraz destruyó 600 casas en el casco urbano y los alrededores de una ciudad en Estados Unidos. Pocas semanas después, un artículo de un periódico se titulaba: «Las personas que más perdieron se concentran en lo que no se perdió». Allí se describían las abundantes muestras de generosidad de la comunidad y el reconocimiento de quienes habían recibido ayuda. Vecinos, amigos y demás residentes del lugar eran mucho más valiosos que lo que habían perdido. 

El escritor de Hebreos les pidió a los seguidores de Jesús en el siglo I que no olvidaran la valentía con que habían soportado la persecución al principio de su vida cristiana. Se mantuvieron firmes frente a los insultos y la opresión, resistiendo codo a codo con los otros creyentes (Hebreos 10:32-33). «Sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos» (v. 34). No se enfocaban en lo que habían perdido, sino en las cosas eternas que no podían quitarles. 

Jesús dijo a sus seguidores: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mateo 6:21). Cuando nos concentramos en el Señor y todo lo que tenemos en Él, aun nuestras posesiones más valiosas parecen insignificantes. 

Señor, que no pierda de vista lo más importante. 
 
¿En qué estás enfocado hoy?
 

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Si no tengo amor, nada soy.

Martes 27 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Perdiste el bus”
(Por Randy Kilgore)

Leer: 1 Corintios 13
«… si tuviese toda la fe, […] y no tengo amor, nada soy.» 1 Corintios 13:2

La Biblia en un año: Jeremías 12–14; 2 Timoteo 1


Hoy escuché las palabras más tristes. Dos creyentes en Cristo discutían sobre un tema. El mayor parecía engreído mientras esgrimía las Escrituras como un arma, atacando los errores que veía en la vida del otro. El más joven parecía cansado del sermón, hastiado de aquella persona y desanimado.

Cuando la conversación estaba a punto de terminar, el mayor hizo un comentario sobre el aparente desinterés del muchacho. «Solías estar tan entusiasmado —señaló, y se detuvo repentinamente—. No sé qué es lo que quieres».

«Usted perdió la oportunidad de amarme —dijo el joven—. Desde que me conoce, parece que lo que más le importa es señalarme todo lo que piensa que hago mal. ¿Qué quiero? Quiero ver a Jesús… en usted y a través de usted».

Si me hubiesen dicho algo así —pensé—, me habría sentido devastado. En ese momento, comprendí que el Espíritu Santo estaba diciéndome que hubo personas a quienes perdí la oportunidad de amar. También me di cuenta de que hubo otras que no pudieron ver a Cristo en mí.

El apóstol Pablo nos dice que el amor debe ser el motor de todo lo que hacemos (1 Corintios 13:1-4). No desperdiciemos la próxima oportunidad de mostrar amor.

Pídele hoy al Espíritu Santo que te muestre a quién no le mostraste amor, y que te dé la oportunidad de decirle que te perdone y empieces a amarlo. 


El amor supera siempre los sermones.


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