La Santidad

Devocional para Hoy,
Miércoles 11 de Abril, 2018.

“La Santidad”
Por: CF Jara

Leer: Hebreos 12
«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.» (Hebreos 12:14)

Hermanos buenos días, hoy continuamos el mensaje del Lunes pasado sobre los Tiempos Finales, reflexionando acerca de la ‘Santidad’ la condición sin la cual no podremos ser levantados en los aires el día de la Parusía. La Biblia dice que: «Sin santidad NADIE verá a Dios.» Es decir, si para el día del Rapto, un creyente no está en estado de santidad, entonces no será recogido, se quedará. El Espíritu Santo es claro, preciso y conciso acerca de esta condición. Ahora, el Diccionario de la RALE define a la palabra “santidad” como “una condición propia de uno que es santo”. Por su parte, la Biblia afirma que YHWH es el único Santo, y entre los santos, YHWH es el Santo de los santos, por lo tanto, la santidad le pertenece solo a Êl, es decir, la santidad está intrínseca en la esencia de Dios.

Entonces surge la pregunta del millón pues NADIE querrá quedarse para sufrir la Tribulación: ¿cómo hemos de cumplir el mandato de Dios de ser santos como Êl lo es, si la santidad no es una cualidad propia de nosotros los seres humanos? ¿Qué hemos de hacer? ¿Somos los creyentes humanos, por más creyentes que seamos, capaces de ser santos y vivir en santidad?

El camino a la santidad empieza desde que fuimos escogidos en el vientre de nuestra madre, pues –escribe Pablo- «A los que nos conoció, también nos predestinó a ser conformes a la imagen del Hijo.» Y el Hijo, aunque era Dios, era también hombre, y como tal, debía santificarse para el cumplimiento de Su ministerio en la tierra, a través de sufrir y padecer como humano, las experiencias de su niñez y juventud, pero, sobre todo, el terrible suplicio que empezó en el Huerto de los Olivos y terminó con Su muerte en la cruz, tras largas horas de agonía y dolor terribles, fruto de la tortura cruel e inhumana que provocaron el colapso de Su corazón y de Sus órganos. Cristo murió como humano, pero resucitó como Dios, más debía primero presentarse al Padre para recibir la gloria eterna, es decir, la santidad del Santo. Por ello cuando el Señor se presentó a la Magdalena y ésta se acercaba a abrazarlo, Jesucristo le dijo «No me toques, aún no he subido a mi Padre.»

Ese es el punto mis queridos hermanos, los que hemos sido escogidos para ser salvos y vivir en la eternidad, también necesitamos pasar por el proceso de santificación, el mismo que empieza desde el inicio de nuestras edades y continúa en la adultez y va hasta la muerte; incluye dolores y sufrimientos que se originan en las tribulaciones, enfermedades, malas noticias, traiciones, soledades, muertes, divorcios, etc. El dolor es propio del calvario que tenemos que pasar como fase previa pero impostergable para alcanzar la santidad. Pero me dirán que tanto creyentes como los que no lo son, sufren a lo largo de sus vidas, dolores, tragedias y tribulaciones” lo cual es muy cierto, sin embargo, la presencia de Jesús en nuestro corazón, es la clave para que el padecimiento de una persona no sea en vano sino al contrario, la encamine a la santidad.

Mientras estemos en la tierra en este cuerpo mortal, no podremos ser santos, más si podemos caminar en ese camino estando en Jesucristo y en Sus mandatos, empezando con aceptar a Cristo en nuestra vida como nuestro Señor y Salvador, luego dar nuestro testimonio público de Jesús a través del bautismo en las aguas, entonces buscar con denuedo el bautismo del Espíritu Santo y finalmente pasar por el proceso de sanidad y liberación de nuestra alma, sea a través de la lectura constante y permanente de la Palabra de Dios o a través de los procesos guiados de liberación. Una vez que estemos limpios por completo de todo lo que el mundo depositó en nuestra mente y corazón, podremos entonces entender lo que es “caminar en Santidad” para esperar confiados el día en que el Señor nos recogerá para damos Su gloria, por lo tanto, Su santificación y así podamos ver a Dios en la eternidad.

Oración
«Señor mi Dios, gracias te doy por haberme conocido en el vientre de mi madre y por haberme predestinado para ser salvo. Gracias por revelarme que sin Tu santidad no podré ver al Padre y gracias también por la enseñanza de Tu Hijo Amado de que es necesario sufrir las tribulaciones para morir al viejo hombre, al orgulloso, al vanidoso, al mentiroso, al fornicario al ladrón, al borracho, al blasfemo, para que Tú puedas darle vida al nuevo hombre, aquel que pueda bendecirte en medio de las angustias y los dolores de la vida. Porque esa es la esencia del santo, bendecir Tu nombre aun cuando no hay esperanza, cuando los diagnósticos dicen que no, cuando el hijo no vuelve de su vicio a pesar de que los ojos han envejecido en la espera, a pesar de la enfermedad que no cede, de la soledad que carcome, a pesar del molino de piedra que tritura los huesos. Darte la gloria y las gracias en todo tiempo y en todo lugar, y bendecir Tu nombre Señor, ese es el camino a la santidad. Declaro que Tú eres el Santo de los santos, por siempre y para siempre, en el nombre de Tu Hijo Yahshua HaMashiaj, amén y amén.»


התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: 1 Samuel 17-18; Lucas 11:1-28 

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Jesucristo, Rey del Universo

Devocional para hoy,
Lunes 9 de Abril, 2018.

“Jesucristo, Rey del Universo”
Por: CF Jara

Leer: Lucas 19:28-44
«…y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación...» (Lucas 19:44)

El versículo más corto de la Biblia está en Juan 11:35 «Y Jesús lloró.» Todos conocemos que este momento sucedió luego de la muerte de Lázaro, el amigo de Jesús. La siguiente ocasión donde el Señor derrama lágrimas es antes de Su arresto, en el Huerto de los Olivos. La tercera ocurre en la cruz, cuando en medio de sollozos exclama Su «Padre mío ¿por qué me has desamparado?» Pero hay una cuarta ocasión, muy poco conocida y mencionada, a pesar de que sucede inmediatamente antes de entrar en Jerusalén en aquel Domingo de ramos. Jesús llora al profetizar la destrucción de Jerusalén debido al pecado y rebeldía a los edictos de Dios en que sus habitantes vivían. La Biblia de esa manera retrata al divino Maestro derramando lágrimas por la muerte de Su amigo, por Su propia muerte y también por la destrucción de Jerusalén y la muerte de miles de israelitas (Lucas 19:41), lo cual se cumplió 37 años después Su resurrección. Pero ¿cómo es posible que Jesús profetizará ese evento tan terrible sobre “el pueblo escogido” por el Eterno?

Revisamos ya en lecciones pasadas, que quienes urgieron y conspiraron para la muerte de Jesús fueron el Sanedrín y los miembros de la oligarquía judía, por un lado, y el ejército y oficiales romanos, azuzados por el griterío y la cuasi rebelión de los habitantes de Jerusalén, por el otro. Después de ser apresado, el divino Rabino fue llevado al Pretorio en cuyos patios fue torturado, golpeado, vejado y humillado por los centuriones romanos, a vista y paciencia de los sacerdotes judíos, los mismos que proclamaban a YHWH como el Dios eterno. Jesús vino al mundo a salvar a Su pueblo, pero Su pueblo lo rechazó, lo humilló, lo condenó por haber sanado y traído libertad a miles y lo crucificó para muerte, a pesar de que por tres años les anunció que Êl era el Mesías esperado, pero ellos no le creyeron porque tenían su corazón duro, pues se habían apartado de las enseñanzas y de los edictos que Moisés les había dado.

Sacerdotes, pueblo y centuriones se burlaron de Jesús, pusieron sobre Su cabeza una corona hecha de espinas, le quitaron su túnica de lino fino y le pusieron un manto sucio, y le dieron una vara como el cetro de rey, la misma que después usaron para golpearlo. Ya en la cruz, colocaron en ésta un rótulo llamándolo burlonamente «Rey de los judíos» (Mateo 27:29). Pero si los hombres lo coronaron con burlas y desprecio, Su Padre, el Dios Todopoderoso, lo recibió en los cielos y le restituyó Su gloria y poder eternos y lo sentó a Su diestra, desde donde viene pronto a juzgar a vivos y muertos.

Los sacerdotes y judíos de aquel entonces profetizaron sin querer lo que se ha de cumplir cuando Jesucristo venga con Sus ejércitos. Jesús es el Rey del Universo incluyendo a Israel, y será reconocido y coronado como tal cuando se consuma el engaño del Anticristo y el Tercer Templo. Jerusalén crucificó para muerte a Jesús, el Hijo de Dios, el Cordero santo. Y Dios la destruyó y desbandó al pueblo por el mundo por dos mil años, hasta que el tiempo de los gentiles se cumpliera. Por lo tanto, los redimidos por la sangre de Jesús somos la Nueva Jerusalén, el pueblo escogido, la nación santa. Cuando la Biblia dice “orad por la paz de Israel, significa que debemos orad por los redimidos por el Cordero de Dios, el pueblo cristiano de cualquier denominación que sea y de cualquier país o iglesia alrededor del mundo.

El Señor Jesús decretó que el fin de los tiempos de la dispensación, gracia, o el tiempo de los gentiles, sería cuando floreciera la higuera que Êl maldijo. Este “florecimiento” sucedió el 14 de Mayo de 1948, cuando Israel fue reconocida en la ONU como nación. Los tiempos del fin comenzaron en ese mismo día, y pronto, muy pronto, la humanidad atestiguará los terribles eventos del “Harpaguesómeza” (ἁρπαγησόμεθα, arrebatamiento); la “Parusía” (παρουσία, segunda venida de Cristo); la “Thlipsis” (θλῖψις, tribulación, aflicción); el fin del mundo, los juicios finales y el gobierno eterno de Jesucristo sobre la tierra.

En estos tiempos de tanta falsa doctrina, apostasía y anatema que se dice y predica en el nombre de Dios, es importante que nosotros, el pueblo redimido por la sangre de Jesús, escudriñemos la Palabra todos los días, que meditemos en ella y que nos mantengamos en comunicación con nuestro Creador a través de la oración. Solo así conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. Maranatha!!

Oración
«Señor Jesús, gracias por Tu amor, Tu guía y Tus enseñanzas, pero, sobre todo, gracias por Tu salvación, porque sin ella estaría perdido, encarcelado o muerto. Mas a Ti te plugo traernos de la oscuridad a Tu luz admirable, y darnos una nueva identidad, un nuevo pensamiento, una nueva vida. En Tu Palabra dices que Tu pueblo perece por falta de conocimiento; pues Señor, yo no quiero perecer, enséñame más cada día, pon en mi un hambre insaciable por leer y estudiar Tu Palabra, quiero vivir completamente consagrado a Ti, aprendiendo cada día a caminar en la santidad, porque quiero un día, ver Tu rostro y caminar junto a Ti, te lo pido humildemente en el santo nombre de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén y amén.»


התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: 1 Samuel 10 - 12; Lucas 9:37 - 62 

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