Defensor


Defensor

Nuestro Pan Diario
26 Septiembre 2014
Lectura Diaria para hoy, Viernes 26: “Cuestión de confianza”
(Bill Crowder)
LEA: Salmo 5

«Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes…» Salmo 5:11

Biblia en un año: Isaías 1–2; Gálatas 5

Una noticia procedente de Australia relataba la historia de Pascale Honore, una mujer parapléjica que, después de 18 años de estar confinada a una silla de ruedas, ha vuelto a practicar surf. ¿Cómo?

Ty Swan, un joven surfista, la sujeta a su espalda con cinta adhesiva resistente. Después de lograr el equilibrio perfecto, Ty se interna en el océano para encontrar una buena ola, de modo que Pascale pueda experimentar la emoción de surfear. Esto requiere una confianza tremenda, ya que muchas cosas pueden salir mal. Sin embargo, ella confía tanto en Ty que, a pesar del peligro, eso le permite disfrutar de un sueño hecho realidad.

Para el seguidor de Cristo, la vida es similar a esto. Vivimos en un mundo peligroso, lleno de desafíos impredecibles y de peligros que no se ven. No obstante, tenemos gozo porque conocemos a Alguien que es lo suficientemente fuerte como para ayudarnos a atravesar las agitadas olas de la vida que amenazan revolcarnos. El salmista escribió: «Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes…» (Salmo 5:11).

Al enfrentarnos a los grandes peligros y desafíos de la vida, podemos descubrir un gozo que nace de nuestra confianza en Dios. ¡Su fortaleza es más que suficiente!

Nuestra fe se extiende al cambiar nuestra debilidad por la fortaleza de Dios.

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Prudente


Prudente

Nuestro Pan Diario
25 Septiembre 2014
Lectura Diaria para hoy, Jueves 25: “La vieja y sabia lechuza”
(Jennifer Benson Schuldt)
Lea: Proverbios 10:17-21

«… el que refrena sus labios es prudente.» Proverbios 10:19

Biblia en un año: Cantar de los Cantares 6–8; Gálatas 4

Hace años, un autor anónimo escribió un breve poema sobre los méritos de medir nuestras palabras:

Una vieja y sabia lechuza estaba posada en un roble, / Cuanto más veía, menos hablaba; cuanto menos hablaba, más escuchaba. / ¿Por qué no podemos ser como esa vieja y sabia ave?

Hay una conexión entre la sabiduría y el limitar lo que decimos. Proverbios 10:19 declara: «En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente».

Somos sabios si cuidamos qué y cuánto decimos en determinadas situaciones. Es importante refrenar nuestras palabras cuando estamos enojados. Santiago exhorta a los creyentes: «… todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse» (Santiago 1:19). Medir lo que decimos también puede mostrar reverencia a Dios. Salomón señaló: «… Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras» (Eclesiastés 5:2).

Cuando los demás están angustiados, estar con ellos y en silencio puede ayudar más que expresar muchas frases compasivas: «… ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande» (Job 2:13).

Aunque hay un tiempo para estar callado y otro para hablar (Eclesiastés 3:7), decidir hablar menos nos permite escuchar más.

Que tus palabras sean mejores que el silencio; de lo contrario, no hables.

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Yo los llamaré


Yo los llamaré

Nuestro Pan Diario
24 Septiembre 2014
Lectura Diaria para hoy, Martes 24: “El lenguaje del silbido”
Lea: Zacarías 10:1-8

«Yo los llamaré con un silbido, y los reuniré, porque los he redimido…» Zacarías 10:8

Biblia en un año: Cantar de los Cantares 4–5; Gálatas 3

En La Gomera, uno de los islotes de las Islas Canarias, está resurgiendo un idioma que suena como el canto de un pájaro. En una tierra de valles profundos y grandes desfiladeros, los niños en las escuelas y los turistas aprenden sobre los silbidos que, hace tiempo, se usaban para comunicarse a más de tres kilómetros de distancia. Un cuidador de cabras que ha vuelto a usar este antiguo idioma con su rebaño, declaró: «Ellas reconocen mi silbido tanto como mi voz».

El silbido también aparece en la Biblia, donde se describe a Dios como un pastor que silba para llamar a sus ovejas. Quizá el profeta tenía en mente esta imagen cuando describió al Señor, quien, un día, silbaría para atraer hacia sí a un pueblo disperso y errante (Zacarías 10:8).

Muchos años después, Jesús afirmó: «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen» (Juan 10:27). Tal vez ese sea el silbido de un pastor. Las ovejas no entienden las palabras, pero conocen el sonido que indica la presencia del pastor.

Voces que confunden y ruidos que distraen siguen compitiendo para captar nuestra atención (ver Zacarías 10:2). No obstante, el Señor tiene diversas maneras de guiarnos, aun sin palabras. Mediante sucesos alarmantes o alentadores, nos recuerda sobre su guía, protección y presencia confirmadora.

El llamado de Dios siempre puede oírse.

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David para Saúl y Jonatán


David para Saúl y Jonatán

Nuestro Pan Diario
23 Septiembre 2014
Lectura Diaria para hoy, Martes 23: “Urgencia del espíritu”
(David C. McCasland)

Lea: 2 Samuel 1:17-27
«Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo con esta endecha.» —2 Samuel 1:17

Biblia en un año: Cantar de los Cantares 1–3; Gálatas 2

En marzo del 2011, un devastador maremoto azotó Japón, y se llevó casi 16.000 vidas al arrasar pueblos y aldeas a lo largo de la costa. La escritora y poetisa Gretel Erlich visitó ese país para ser testigo de la destrucción y documentarla. Cuando se sintió incapaz de reportar lo que veía, escribió un poema sobre la situación. Más tarde, en una entrevista, declaró: «Mi viejo amigo William Stafford, un poeta ya fallecido, señalo: “Una poesía es una urgencia del espíritu”».

En la Biblia, encontramos que la poesía se utiliza para expresar una emoción profunda, que va desde una alabanza gozosa hasta una pérdida angustiosa. Cuando el rey Saúl y su hijo Jonatán murieron en la batalla, la tristeza abrumó a David (2 Samuel 1:1-12), quien derramó su alma en un poema titulado Cántico del arco: «Saúl y Jonatán, amados y queridos; inseparables en su vida, tampoco en su muerte fueron separados […]. ¡Cómo han caído los valientes en medio de la batalla! […] Angustia tengo por ti, hermano mío Jonatán, que me fuiste muy dulce…» (vv. 23-26).

Cuando enfrentamos «una urgencia del espíritu», sea triste o alegre, nuestras oraciones pueden ser un poema al Señor. Aunque nos resulte difícil articular lo que sentimos, nuestro Padre celestial oye nuestras palabras como una expresión verdadera del corazón.

Dios no solo oye las palabras, sino que lee el corazón.

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Idolatría


Idolatría

Nuestro Pan Diario
22 Septiembre 2014
Lectura Diaria para hoy, Lunes 22: “Advertencias repetidas”
(Dave Branon)

Lea: Gálatas 1:6-10
«Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.» Gálatas 1:6

Biblia en un año: Eclesiastés 10–12; Gálatas 1

«Cuidado, la pasarela termina. Cuidado, la pasarela termina». Si alguna vez usaste una pasarela deslizante en un aeropuerto, tal vez hayas oído con frecuencia este anuncio.

¿Por qué los aeropuertos repiten este aviso una y otra vez? Para reforzar la seguridad y evitar la responsabilidad civil si alguien se accidenta.

Los anuncios repetidos pueden ser molestos, pero también son importantes. Es más, el apóstol Pablo pensaba que repetir una advertencia era tan vital que así lo hizo en el libro de Gálatas. Pero su declaración era mucho más importante que el peligro de trastabillar en el aeropuerto. Les advirtió que no escucharan ni les creyeran ni a él ni a ningún ángel del cielo si predicaban «otro evangelio» que no fuera el que ya habían oído (1:8). En el versículo siguiente, volvió a decirlo. Valía la pena repetir la advertencia. Los Gálatas estaban empezando a creer que la salvación dependía de las buenas obras en lugar de lo que enseñaba el evangelio verdadero: la fe en la obra de Cristo.

Tenemos el privilegio y la responsabilidad de compartir el evangelio de Jesús; su muerte, sepultura y resurrección para el perdón de los pecados. Cuando presentemos la buena noticia, comuniquemos que el Cristo resucitado es la única solución para el problema del pecado.

Solo hay un camino que lleva al cielo: Jesucristo.

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