Él adiestra mis manos para la batalla

Viernes 6 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Él adiestra mis manos”
(Por Jaime Fernández Garrido)

Leer: Éxodo 4:10-17
«Bendito sea el Señor, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra.» Salmo 144:1

La Biblia en un año: Jeremías 37–39; Hebreos 3

Cuando David Wood jugaba para el Taugrés de Baskonia, estuve con él en la final de la Copa de Baloncesto de España. Antes de un partido, leyó el Salmo 144:1: «Bendito sea el Señor, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra». Luego, me miró y dijo: « ¿Ves? ¡Es como si Dios hubiese escrito este versículo justo para mí! ¡Él adiestra mis manos para atrapar rebotes y mis dedos para lanzar el balón!».

David sintió que el Señor lo llamaba para que jugara basquetbol y aprendió que Él nos capacita para llevar a cabo lo que nos llama a hacer.

A menudo, nos desvalorizamos al pensar que no tenemos nada que ofrecerle a Dios y que somos prácticamente inútiles. Moisés también se sintió incapaz cuando el Señor se le apareció y le asignó la tarea de decirles a los israelitas que los liberaría de la esclavitud en Egipto (Éxodo 3:16-17). Por eso, respondió: «nunca he sido hombre de fácil palabra […]; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua» (4:10).

Es probable que también tuviera miedo, pero Dios compensó la ineptitud del patriarca con su suficiencia, y le dijo: «Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar» (v. 12).

En las manos poderosas del Señor, podemos ser de bendición.
El llamado de Dios para una tarea incluye su poder para cumplirla.

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