Koinonía

Devocional para Hoy,
Viernes 7 Septiembre, 2018.

“Koinonía"
Por: CF Jara

Leer: Hechos 2:42-47
«¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.» (Salmo 133:1-3)

El día avanzaba cuando de pronto Jesús sintió que llegó el momento. Toda Su vida lo había esperado, y temido. Pero el Espíritu le hablaba. Era el tiempo donde el Plan de Redención de la humanidad debía continuar. Había empezado 30 años atrás (Lucas 3:23) en un humilde pesebre de Belén y debía consumarse. Entonces, con Su corazón latiendo rápidamente y en silencio, empezó a dejar las herramientas que se usaban en ese tiempo en su sitio: martillos, cinceles, sierras, cepilladoras, reglas, marcadores, plomadas, etc., (Isaías 41:15). Así mismo, se despojó de su delantal de carpintero y junto con lo demás, lo colgó y se despidió de ellos. Sabía que no iba a volver. Y presuroso, salió de Su humilde casa ubicada en la Galilea, a un lado del lago-mar y se dirigió hacia el sector del rio Jordán para que aquel que se llamaba así mismo “una voz que clama en el desierto” lo bautizara. Así mismo sucedió, Jesús fue sumergido en las aguas en el nombre del Dios Todopoderoso, quien manifestó Su gozo y envió a Su Espíritu a que reposara en Su Hijo amado, Aquel que, obediente, empezaba Su jornada que terminaría tres años después con Su sacrificio en una cruz de madera, en el monte llamado “Gólgota” (Lucas 3:21-22).

Después de recibir al Espíritu Santo en el bautizo, Jesús se dirigió al desierto de Judea, donde ayunó 40 días y sus noches, para volver de aquel ayuno, victorioso y sin mancha de pecado alguno sobre las tentaciones del mal (Lucas 4:1-13) En los días siguientes, empezó a llamar a aquellos que estarían cerca a Êl por el tiempo que le quedaba. Y luego de orar por toda la noche, de una gran multitud escogió a doce, de diferentes orígenes e historias, y los hizo Sus amigos, aun a aquel que habría de traicionarlo (Lucas 6:12-15). Y los amó hasta el fin, hasta el último día que estuvo en la tierra, antes de Su ascensión a los cielos (Juan 13:1)

Pero ¿por qué Jesús, que sabía que era el Hijo de Dios, habría de necesitar de la compañía de hombres llenos de defectos y para rematar, pecadores, y no la de Sus ángeles? La respuesta es que Jesús nos quiso dejar en todos los detalles y vivencias de Su vida y ministerio, el ejemplo a seguir para nuestras vidas. Jesús a amó a Sus discípulos y a la humanidad y se entregó por ellos a la muerte, incluyendo a aquellos que le hirieron y hasta le quitaron la vida. Por ello la Biblia dice que el Señor Jesús es la fuente del amor más puro e inagotable, Jesús, el amor sublime y eterno.

Para nosotros, los seguidores de Jesucristo, es importante que comprendamos esta verdad y que la pongamos en práctica. Jesús estuvo solo únicamente en los tiempos de oración. El resto del tiempo, desde el principio de Su caminar, el Señor se hizo acompañar no solo de Sus discípulos sino también de sus familiares y de grandes multitudes que iban con Êl, enseñándoles a vivir en ‘koinonía’, la perfecta armonía resultante del amor filial y fraterno de los unos por los otros. Incluso la Biblia cita a algunos que dicen que al Señor le gustaban las fiestas y que era un comelón y bebedor (Mateo 11:19).

Esa es la virtud poderosa de la vida en comunidad. Dios nos lo dice: «Donde dos o más de ustedes estén hablando de Mí, ahí estaré Yo con ustedes.» Y ¿qué más podría sentirse y disfrutarse en un grupo donde está presente el Creador, sino paz y gozo? La esencia del cristianismo es la vida apacible con todos los otros seres humanos, publicanos, pecadores, cobradores de impuestos, mujeres de vida alegre, ladrones, profanos, etc. Jesús no hizo acepción de personas ni tampoco vino por los perfectos sino lo contrario. La vida en comunidad en Jesûs nos repotencia la fe, nos endereza las veredas y nos empodera en nuestro llamado.

Hermanos, reflexionemos con este mensaje, sobre la necesidad de mantenernos congregados en los templos, asistiendo a los grupos de estudio bíblico y cultivando y cuidando las amistades dentro de nuestra fe, tal como nos enseñó nuestro amado Jesûs.

Oración
«Señor Jesûs, gracias por la vida, por las bendiciones incontables e inmerecidas con que nos bendices cada mañana. Gracias Señor te doy por mis amistades en la fe, aquellos hermanos y hermanas que has puesto a nuestro lado y que enriquecen nuestras vidas con su cariño y afecto. Gracias por ellos, por aceptarnos a pesar de todos nuestros defectos; elevo mi oración a esta hora por todos y cada uno de ellos que Tû sabes quienes son y donde están. Concédeles, te ruego, las peticiones de sus corazones, Tû que todo lo ves, todo lo conoces y estás en todas partes. Que la virtud sanadora y potenciadora de la amistad, tenga sus frutos en nosotros convirtiéndonos en los pacificadores, los hombres y mujeres que llevan Tu mensaje de amor y esperanza hasta los confines del universo, te lo ruego en el nombre Todopoderoso de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén.»

התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: Salmos 89 - 90; Romanos 14 
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