« JESUCRISTO NO NOS SALVÓ PARA QUE
TUVIÉRAMOS UNA VIDA DE LUJOS Y DISFRUTES MUNDANOS, SINO PARA PURIFICARNOS EN
NUESTRA JORNADA TERRENAL Y ASÍ PODER HABITAR JUNTO AL ALTÍSIMO POR LA
ETERNIDAD.
NUESTRA PURIFICACIÓN ESTÁ EN EL
SUFRIMIENTO, EN LAS PRUEBAS DURAS, EL DOLOR, LA SOLEDAD, LA ENFERMEDAD MORTAL,
LA CARENCIA, EL ABANDONO, EL RECHAZO; ES EN LAS ANGUSTIAS Y TRIBULACIONES MAS
INTENSAS Y DOLOROSAS DONDE NUESTRA ALMA SE PURIFICA, NUESTRO CORAZÓN SE
ALIVIANA Y NUESTRO ESPÍRITU SE REGOCIJA, EN ESPERA DEL DÍA DEL ENCUENTRO CON
NUESTRO AMADO SALVADOR.»
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