YHWH Jirêh

Devocional para hoy,
Miércoles 16 de Mayo, 2018.

“YHWH Jirêh”
Por: CF Jara

Leer: Lucas 12:13-59
«Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.» (Hebreos 13:5)

El pueblo de Israel ha sido bendecido por el Señor YHWH desde el principio de su historia y a través de todos los tiempos. Pero también, la pobreza y necesidad extrema los ha azotado en diferentes épocas. Cuando abandonaron Egipto liderados por Moisés, los hebreos se llevaron gran riqueza en metales preciosos y propiedades como los hatos, ganados y rebaños. Pero esa riqueza desapareció poco antes del tiempo de los Jueces, y la hambruna y muerte los azotaron por más de 450 años, hasta el reinado de David y luego de su hijo Salomón, quienes trajeron para el pueblo gran prosperidad. En los tiempos de Jesús, en las regiones que hoy conocemos como territorio de Israel, nuevamente la pobreza se extendía por todas partes, debido principalmente, al dominio brutal de Roma, quien, a través de los impuestos y con su ejército de por medio, había sometido al pueblo de Dios a una explotación cruel. De hecho, esta realidad la podemos palpar en la Biblia, en los relatos de los escritores de los evangelios. Jesús nació, creció y maduró Su ministerio en medio de esa penuria terrible. Sin embargo, la pobreza masiva no significa que no había riqueza, sino que ésta era amasada por unas pocas manos y quienes se beneficiaban del trabajo y sacrificio del pueblo eran los comerciantes, políticos, autoridades, la jerarquía militar y religiosa y por supuesto, los chulqueros o prestamistas de dinero. A todos éstos fue que Jesús confrontó con Su discurso, por el amor de ellos al dinero y su impiedad con los desposeídos, pero, sobre todo, los condenó a la muerte eterna, cerrándoles los cielos al declarar que «más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico al reino de los cielos.» (Marcos 10:25).

Según los datos poblacionales manejados por la ONU, a través de los años, siglos y milenios, del 20 al 30 % de la población mundial, -promedio-, ha vivido y vive en extrema pobreza, sin tener nada que llevar a sus estómagos por días enteros; un 10-20% viven en el límite de la pobreza y un 50-60% son parte de lo que se llama la clase media, la cual vive para trabajar hasta que las fuerzas le abandonan. Solamente un 8-10% de la población mundial vive con abundancia, en extrema opulencia. Ellos amasan el 84% de toda la riqueza mundial comprendida en dinero en efectivo, oro y metales preciosos, diamantes y piedras preciosas, títulos de propiedad de carros, mansiones y patrimonios extensos, sin que les inquiete un segundo los miles de niños que mueren a diario alrededor del mundo por causa del hambre.

Nosotros, el remanente, el pueblo redimido, descansamos en las promesas de provisión y cuidado de Dios, quien nos proveerá para lo que necesitemos, conforme a Sus riquezas en gloria. Por otro lado, la Palabra nos enseña a compartir con los que necesitan de lo que necesitamos, no de lo que nos sobra, porque ¿qué virtud hay en dar de lo que no necesito? La virtud transformadora de las Escrituras poco a poco nos va alejando del mundo consumista en el que habitamos, aprendemos a contentarnos tanto en la abundancia como en la necesidad, sin caer ni en la envidia, avaricia o vanidad. La Palabra también nos enseña que, si un hermano de la fe nos pide prestado, que le prestemos y no cobremos interés por ello, y si hacemos negocio vendiendo o comprando, no saquemos provecho del hermano perjudicándolo con nuestra astucia.

DIOS lo ve todo, lo sabe todo y está en todas partes. Honremos Su santo nombre viviendo una vida cristiana verdadera, sin fariseísmos ni hipocresías religiosas; dando y ayudando, siendo solidarios y compasivos, evitando caer en los excesos mundanos del consumismo, que solamente nos vuelve incapaces de dar al que nos extiende la mano, porque recuerda que «Cuando no tuve trabajo, no me diste de comer y de beber; cuando no tuve donde dormir, no me ofreciste una cama y techo; cuando estuve enfermo, triste o abandonado, no me consolaste; si caí en la cárcel, no viniste a verme. Porque todas estas cosas que hiciste a uno de mis pequeñitos, a mí me las hiciste.» ¡¡Santo es el Señor!!

Oración
«Señor Padre Eterno, gracias te doy hoy en este día Señor, por todos mis hermanos y amigos, especialmente por aquellos que oran y proveen para éste que es Tu ministerio. Tú eres el dueño de todo el oro, de toda la plata y de todas las riquezas que hay en el mundo. Enséñanos Señor a ser mas generosos, caritativos, solidarios, sensibles, desprendidos; que podamos entender que hay una doble bendición en dar antes que en recibir. Que podamos abrir nuestras manos para soltar aquello de lo que nos estamos sujetando, para recibir las bendiciones que tienes para Tu pueblo, porque dices en Tu Palabra, ¿cómo he de poder recibir lo que Tú tienes para mi sino abro primero mis manos? Y te oro también Señor por todos aquellos que a esta hora pasan por hambres y necesidades, que son millones alrededor del mundo, manda Tus ángeles, Señor, con la provisión, que llegue a tiempo, remecida y justa; que calme su hambre y sacie su sed, te lo ruego en el Todopoderoso nombre de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén.»


התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: 2 Reyes 24 - 25; Juan 5:1-24
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