Devocional para hoy,
Lunes 21 de Mayo, 2018.
“Jesucristo tu salvador”
Por: CF Jara
Leer: Daniel 3:1-30
«He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. …» (Daniel 3:17-18)
Corría el año 605 antes del nacimiento de Jesús, cuando el pueblo israelita sufría de su segundo cautiverio en Babilonia, léase “castigo”, por causa de haberse alejado de los edictos de YHWH. Ellos habían caído en idolatría y desobediencia. Y entre el pueblo cautivo estaban cuatro jóvenes, llamados Ananías, Misael, Azarías y Daniel, de los cuales se dice que pertenecían a una familia real o noble de Judá (Daniel 1:3-4). Debido a que estos jóvenes eran muy inteligentes, fueron reclutados por Aspenaz, el principal oficial de la corte del rey para un programa de tres años que incluía el aprendizaje del lenguaje y la literatura de los babilonios. En el capítulo 2 del libro de Daniel podemos leer que luego de la revelación del significado del sueño con el gigante al rey de Babilonia, Nabucodonosor, Daniel fue nombrado consejero real mientras que, a los otros tres muchachos, se les envió a otra provincia como encargados de los negocios del rey. Los nombres hebreos que habían recibido en el momento de la circuncisión y que estaban relacionados con Dios, les fueron cambiados con nombres relacionados a la idolatría caldea. Así, Daniel (Dios es mi juez) se cambió por Beltsasar, que significa ‘el guardián de los tesoros ocultos de Bel’; Ananías (la gracia del Señor) por Sadrac, ‘la inspiración del sol’, al que los caldeos adoraban; Misael (el Dios fuerte), por Mesac, de la diosa ‘Sac’, nombre bajo el cual Venus era adorada; y Azarías (el Señor me ayuda), por Abed-Nego, el ‘siervo del fuego iluminado’, que ellos también adoraban. El objetivo de aquel entrenamiento y el cambio de nombres era hacer que se olvidaran del Dios de sus padres, la guía de su juventud. Pero ninguno de los cuatro se olvidó de YHWH, y el Señor los libró de una muerte terrible.
El rey Nabucodonosor había terminado de construir la imponente estatua de uno de sus dioses, de 30 metros de alto y 6 de ancho, cuya cabeza era completamente de oro, los brazos de plata, el vientre y muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro y barro. Y expidió un decreto mediante el cual todos los habitantes del reino, incluidos la corte real y cortesanos, sacerdotes, políticos, militares y todo el pueblo civil en general, debían acudir ante dicho ídolo para postrarse ante él. Todos lo hicieron así, excepto los tres jóvenes de la historia, quienes se negaron a humillarse ante aquel ídolo. Entonces unos cortesanos, envidiosos de la sabiduría de aquellos muchachos y del favor que el rey tenía con ellos, los reportaron al rey. Éste los mandó a llamar y cuando estuvieron ante él, les ordenó que se postraran, pero ellos, parados delante del temible rey de la tierra, declararon valientemente que, bajo ninguna circunstancia, adorarían la gigante imagen que se elevaba frente a ellos. Juntos, afirmaron: «He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.» (Daniel 3:17-18 RV 1995).
Entonces Nabucodonosor, con gran ira ordenó que los arrojasen en un horno ardiente, tan fuerte, que sus llamas alcanzaron y mataron a los guardias que habían atado y arrojado a los muchachos dentro. El furioso rey miraba hacia el horno cuando de pronto vio con mucho asombro, las figuras no de tres sino de cuatro personas, los tres muchachos y lo que Nabucodonosor identificó como “el hijo de los dioses”. Entones se acercó al horno y llamó a los jóvenes que salieran de allí. Ellos salieron, completamente sanos, sin un solo cabello quemado, ni su ropa con olor a quemado (vv. 19-27), lo cual sorprendió de gran manera a todos los presentes, incluido el rey, quien alabó al Dios verdadero e hizo una confesión pública: “Sea bendito el Dios de ellos”. Y la estatua quedó olvidada.
Dios hizo un milagro poderoso como resultado de la fe de estos tres jóvenes. En los versículos 17 y 18, ellos declararan que creen que el Señor los librará de la muerte, pero que, si no, con todo ellos no dejarán de honrarlo, y prefirieron ser arrojados al horno de fuego que cometer idolatría. Y según la Biblia, fue el Señor Jesucristo quien vino a su rescate. No hay manera de saber si los jóvenes habían leído a Isaías, quien doscientos años atrás había escrito «Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador.» (Isaías 43:2-3) Pero lo que si podemos decir es que esa promesa poderosa de Dios se cumplió en ellos, y se cumplirá en todos quienes resistan la presión del mundo actual que quiere hacernos arrodillar ante los ídolos de los tiempos actuales: cantantes, actores, deportistas, hombres y mujeres famosos, la moda, el consumismo, la vanidad, el mundo cibernético, las drogas, las perversiones sexuales, la televisión, el ego, etc., etc.
Así mismo, Dios destruirá a todos aquellos que osen hacer daño a Sus ungidos, como el caso de los guardias que murieron quemados y ajusticiará a aquellos que se llaman cristianos, pero que se mueven en medio de los instintos del mundo como la envidia, el celo, el chisme, la calumnia. YHWH es el más puro amor, pero también el temible fuego consumidor. Êl castiga a todos los que viven vidas de pecado y no se arrepienten, así sean cristianos. Que terrible lo que se enseña en muchas iglesias y denominaciones, que luego de haber sido salvados por la conversión a Jesús, no tienen mas pecados que confesar porque ya son santos. Esas iglesias están muriendo poco a poco por causa de esta doctrina anatema, pues la Biblia nos manda a justificarnos en la sangre del Cordero TODOS los días, porque nadie está libre de pecado. Cierto que la salvación no se pierde, porque no es por obra del hombre sino por la gracia de Dios. Pero los que pecan y no se arrepienten, se quedarán en el día del Rapto a sufrir todos los horrores de la Tribulación que la Biblia advierte.
Hermano, hermana, si te dijeran que si no negares a Jesús serás arrojado a un horno de fuego, ¿crees que el Señor vendrá y te salvará, o hay dudas en tu corazón? Si te preguntaran si tienes pecados que confesar, ¿qué responderías? La salvación no es un juego, la pronta venida del Señor Jesucristo por Su pueblo tampoco. Ponte a cuentas, podría ser que esta noche suenen las trompetas, para todo el mundo, o para ti. Que YHWH se apiade de nosotros.
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: 1 Crónicas 10 - 12; Juan 6:45-71
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Por: CF Jara
Leer: Daniel 3:1-30
«He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. …» (Daniel 3:17-18)
Corría el año 605 antes del nacimiento de Jesús, cuando el pueblo israelita sufría de su segundo cautiverio en Babilonia, léase “castigo”, por causa de haberse alejado de los edictos de YHWH. Ellos habían caído en idolatría y desobediencia. Y entre el pueblo cautivo estaban cuatro jóvenes, llamados Ananías, Misael, Azarías y Daniel, de los cuales se dice que pertenecían a una familia real o noble de Judá (Daniel 1:3-4). Debido a que estos jóvenes eran muy inteligentes, fueron reclutados por Aspenaz, el principal oficial de la corte del rey para un programa de tres años que incluía el aprendizaje del lenguaje y la literatura de los babilonios. En el capítulo 2 del libro de Daniel podemos leer que luego de la revelación del significado del sueño con el gigante al rey de Babilonia, Nabucodonosor, Daniel fue nombrado consejero real mientras que, a los otros tres muchachos, se les envió a otra provincia como encargados de los negocios del rey. Los nombres hebreos que habían recibido en el momento de la circuncisión y que estaban relacionados con Dios, les fueron cambiados con nombres relacionados a la idolatría caldea. Así, Daniel (Dios es mi juez) se cambió por Beltsasar, que significa ‘el guardián de los tesoros ocultos de Bel’; Ananías (la gracia del Señor) por Sadrac, ‘la inspiración del sol’, al que los caldeos adoraban; Misael (el Dios fuerte), por Mesac, de la diosa ‘Sac’, nombre bajo el cual Venus era adorada; y Azarías (el Señor me ayuda), por Abed-Nego, el ‘siervo del fuego iluminado’, que ellos también adoraban. El objetivo de aquel entrenamiento y el cambio de nombres era hacer que se olvidaran del Dios de sus padres, la guía de su juventud. Pero ninguno de los cuatro se olvidó de YHWH, y el Señor los libró de una muerte terrible.
El rey Nabucodonosor había terminado de construir la imponente estatua de uno de sus dioses, de 30 metros de alto y 6 de ancho, cuya cabeza era completamente de oro, los brazos de plata, el vientre y muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro y barro. Y expidió un decreto mediante el cual todos los habitantes del reino, incluidos la corte real y cortesanos, sacerdotes, políticos, militares y todo el pueblo civil en general, debían acudir ante dicho ídolo para postrarse ante él. Todos lo hicieron así, excepto los tres jóvenes de la historia, quienes se negaron a humillarse ante aquel ídolo. Entonces unos cortesanos, envidiosos de la sabiduría de aquellos muchachos y del favor que el rey tenía con ellos, los reportaron al rey. Éste los mandó a llamar y cuando estuvieron ante él, les ordenó que se postraran, pero ellos, parados delante del temible rey de la tierra, declararon valientemente que, bajo ninguna circunstancia, adorarían la gigante imagen que se elevaba frente a ellos. Juntos, afirmaron: «He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.» (Daniel 3:17-18 RV 1995).
Entonces Nabucodonosor, con gran ira ordenó que los arrojasen en un horno ardiente, tan fuerte, que sus llamas alcanzaron y mataron a los guardias que habían atado y arrojado a los muchachos dentro. El furioso rey miraba hacia el horno cuando de pronto vio con mucho asombro, las figuras no de tres sino de cuatro personas, los tres muchachos y lo que Nabucodonosor identificó como “el hijo de los dioses”. Entones se acercó al horno y llamó a los jóvenes que salieran de allí. Ellos salieron, completamente sanos, sin un solo cabello quemado, ni su ropa con olor a quemado (vv. 19-27), lo cual sorprendió de gran manera a todos los presentes, incluido el rey, quien alabó al Dios verdadero e hizo una confesión pública: “Sea bendito el Dios de ellos”. Y la estatua quedó olvidada.
Dios hizo un milagro poderoso como resultado de la fe de estos tres jóvenes. En los versículos 17 y 18, ellos declararan que creen que el Señor los librará de la muerte, pero que, si no, con todo ellos no dejarán de honrarlo, y prefirieron ser arrojados al horno de fuego que cometer idolatría. Y según la Biblia, fue el Señor Jesucristo quien vino a su rescate. No hay manera de saber si los jóvenes habían leído a Isaías, quien doscientos años atrás había escrito «Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador.» (Isaías 43:2-3) Pero lo que si podemos decir es que esa promesa poderosa de Dios se cumplió en ellos, y se cumplirá en todos quienes resistan la presión del mundo actual que quiere hacernos arrodillar ante los ídolos de los tiempos actuales: cantantes, actores, deportistas, hombres y mujeres famosos, la moda, el consumismo, la vanidad, el mundo cibernético, las drogas, las perversiones sexuales, la televisión, el ego, etc., etc.
Así mismo, Dios destruirá a todos aquellos que osen hacer daño a Sus ungidos, como el caso de los guardias que murieron quemados y ajusticiará a aquellos que se llaman cristianos, pero que se mueven en medio de los instintos del mundo como la envidia, el celo, el chisme, la calumnia. YHWH es el más puro amor, pero también el temible fuego consumidor. Êl castiga a todos los que viven vidas de pecado y no se arrepienten, así sean cristianos. Que terrible lo que se enseña en muchas iglesias y denominaciones, que luego de haber sido salvados por la conversión a Jesús, no tienen mas pecados que confesar porque ya son santos. Esas iglesias están muriendo poco a poco por causa de esta doctrina anatema, pues la Biblia nos manda a justificarnos en la sangre del Cordero TODOS los días, porque nadie está libre de pecado. Cierto que la salvación no se pierde, porque no es por obra del hombre sino por la gracia de Dios. Pero los que pecan y no se arrepienten, se quedarán en el día del Rapto a sufrir todos los horrores de la Tribulación que la Biblia advierte.
Hermano, hermana, si te dijeran que si no negares a Jesús serás arrojado a un horno de fuego, ¿crees que el Señor vendrá y te salvará, o hay dudas en tu corazón? Si te preguntaran si tienes pecados que confesar, ¿qué responderías? La salvación no es un juego, la pronta venida del Señor Jesucristo por Su pueblo tampoco. Ponte a cuentas, podría ser que esta noche suenen las trompetas, para todo el mundo, o para ti. Que YHWH se apiade de nosotros.
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: 1 Crónicas 10 - 12; Juan 6:45-71
1 comentario:
Definitivamente existen muchas religiones, pero debemos recordar que lo importante es confiar y tener fe en Cristo nuestro señor, cantarle bellas alabanzas y oraciones diarias, para que él se acuerde de nosotros.
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