Nuestro Pan Diario
1 Septiembre 2014
No se olvida de mí
(Marion Stroud)
Les: Salmo 13
«Nuestra alma espera al Señor; nuestra ayuda y nuestro escudo es
él.» Salmo 33:20
Biblia en un año: Salmos 135–136; 1 Corintios 12
Esperar resulta siempre difícil; pero, cuando pasan días,
semanas y meses sin que nuestras oraciones parezcan tener respuesta, es fácil
creer que Dios se ha olvidado de nosotros. Quizá podamos enfrentar el día
envueltos en sus distracciones, pero, durante la noche, cuesta el doble luchar
contra nuestras ansiedades. Las preocupaciones parecen inmensas y los horas de
oscuridad, interminables. El agotamiento hace que parezca imposible enfrentar
el nuevo día.
El salmista se angustiaba con la espera (Salmo 13:1). Se sentía
abandonado, como si sus enemigos estuvieran triunfando (v. 2). Es fácil
desanimarse cuando esperamos que Dios resuelva una situación difícil o responda
una oración repetida varias veces.
Satanás susurra que el Señor nos ha abandonado y que nada
cambiará. Tal vez seamos tentados a caer en la desesperación. ¿Para qué
molestarnos en leer la Biblia u orar? ¿Para qué esforzarnos para adorar junto
con otros creyentes en Cristo? Sin embargo, en la espera es cuando más
necesitamos nuestros salvavidas espirituales, ya que estos nos mantienen
aferrados al amor de Dios y nos vuelven sensibles a su Espíritu.
El salmista tenía un remedio: se centraba en todo lo que sabía
sobre el amor de Dios, evocaba las bendiciones del pasado y alababa
deliberadamente al Señor, quien no se olvidaría de él. Nosotros podemos hacer
lo mismo.
Vale la pena esperar a Dios; su tiempo siempre es el mejor.
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