Devocional para hoy,
Miércoles 27 de Junio, 2018.
“No juzgues, y no serás juzgado”
Por: CF Jara
Leer: Mateo 7:1-6
«No juzguéis, para que no seáis juzgados.» (Mateo 7:1)
La mayoría de seres humanos incluyendo los cristianos, somos rápidos para criticar y juzgar a otros. Por ejemplo, cuando vemos a alguien por la calle mirando su teléfono, enseguida aparece la pregunta ¿cómo puede estar tan ajeno a los autos que pueden atropellarlo?, ¿acaso no le importa su propia seguridad? Sin embargo, es muy posible que, en aquel mismo día, o si no en los días siguientes, mientras íbamos a algún lugar, estuvimos tan absortos en un mensaje de texto que no vimos un auto acercándose peligrosamente. Gracias a Dios, el conductor nos vio y frenó en seco. Entonces nos envuelve la vergüenza porque recordamos todas las veces que habíamos juzgado a los demás por el mismo error.
El proceso de la crítica contra alguien empieza cuando dejamos que en nuestra mente se aloje un sentido de superioridad. De pronto, nos sentimos que somos mejores que todos los demás, más honrados, más honestos, más inteligentes, mejores ciudadanos, mejores razas, mejores en todo, hasta mejores cristianos. No reconocemos que cometemos los mismos o peores errores que los otros. Eso se llama “hipocresía” y los que la practican son “disimuladores” o “hipócritas”.
El Señor Jesús habló en el Sermón del Monte acerca de esta actitud: «¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano» (Mateo 7:5). Cada vez que nos sentimos superiores a los demás, una tremenda «viga» espiritual se coloca sobre nuestros ojos y ciega nuestro juicio, nos impide ver como somos y actuamos realmente, y nos hace creer que tenemos todas las virtudes necesarias para juzgar al prójimo.
Juzgamos al hermano de la fe, al amigo, al esposo, al vecino, al extranjero, al que diferente, al que tiene más, al que tiene menos, al que no es bilingüe, al que no alza sus manos para adorar en el templo. Mas debemos recordar la advertencia de Jesús «Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados», (Mateo 7:2).
Cuando sentimos el juicio de otros encima, entonces recordamos lo duro que fuimos con aquellos a quienes juzgamos. En la velocidad de la vida olvidamos que no debemos juzgar a nadie. Pero nos es necesario recordar que todos necesitamos la gracia de Dios porque nadie es perfecto, solo Dios lo es.
Oración
«Amado Padre, Tû hiciste a propósito, una creación multiforme, multidiversa, multicolorida, multifacética, en todas las dimensiones, formas, colores, tamaños y diseños, para que nadie se enseñoreara sobre nadie. Nos hiciste diferentes unos de otros en lo exterior pero iguales en el interior pues todos tenemos el mismo diseño biológico, una cabeza, cuatro extremidades, un corazón, 234 huesos, etc. Y sobre todo y al final de todo, después de que los gusanos se han comido las carnes, los huesos que quedan en el sepulcro, son blancos. Somos diferentes, pero iguales en Ti. Hoy levanto mi oración para pedirte perdón por todas las veces que critiqué y juzgué abierta y libremente a otros, conocidos y desconocidos. Te ruego también, Señor, que me ayudes a ser lento para juzgar o decir comentarios negativos acerca de otros, pero rápido para consolar y animar. Tu Palabra dice que nadie es perfecto, solo Tû, por lo tanto, nadie debe sentirse superior a su hermano o amigo, solo por el color de su piel, su contextura física, su situación económica, su nacionalidad, o por su intimidad con Dios. Te ruego humildemente en el nombre Todo poderoso de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén.»
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: Job 8 - 10; Colosenses 1:13-23
Miércoles 27 de Junio, 2018.
“No juzgues, y no serás juzgado”
Por: CF Jara
Leer: Mateo 7:1-6
«No juzguéis, para que no seáis juzgados.» (Mateo 7:1)
La mayoría de seres humanos incluyendo los cristianos, somos rápidos para criticar y juzgar a otros. Por ejemplo, cuando vemos a alguien por la calle mirando su teléfono, enseguida aparece la pregunta ¿cómo puede estar tan ajeno a los autos que pueden atropellarlo?, ¿acaso no le importa su propia seguridad? Sin embargo, es muy posible que, en aquel mismo día, o si no en los días siguientes, mientras íbamos a algún lugar, estuvimos tan absortos en un mensaje de texto que no vimos un auto acercándose peligrosamente. Gracias a Dios, el conductor nos vio y frenó en seco. Entonces nos envuelve la vergüenza porque recordamos todas las veces que habíamos juzgado a los demás por el mismo error.
El proceso de la crítica contra alguien empieza cuando dejamos que en nuestra mente se aloje un sentido de superioridad. De pronto, nos sentimos que somos mejores que todos los demás, más honrados, más honestos, más inteligentes, mejores ciudadanos, mejores razas, mejores en todo, hasta mejores cristianos. No reconocemos que cometemos los mismos o peores errores que los otros. Eso se llama “hipocresía” y los que la practican son “disimuladores” o “hipócritas”.
El Señor Jesús habló en el Sermón del Monte acerca de esta actitud: «¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano» (Mateo 7:5). Cada vez que nos sentimos superiores a los demás, una tremenda «viga» espiritual se coloca sobre nuestros ojos y ciega nuestro juicio, nos impide ver como somos y actuamos realmente, y nos hace creer que tenemos todas las virtudes necesarias para juzgar al prójimo.
Juzgamos al hermano de la fe, al amigo, al esposo, al vecino, al extranjero, al que diferente, al que tiene más, al que tiene menos, al que no es bilingüe, al que no alza sus manos para adorar en el templo. Mas debemos recordar la advertencia de Jesús «Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados», (Mateo 7:2).
Cuando sentimos el juicio de otros encima, entonces recordamos lo duro que fuimos con aquellos a quienes juzgamos. En la velocidad de la vida olvidamos que no debemos juzgar a nadie. Pero nos es necesario recordar que todos necesitamos la gracia de Dios porque nadie es perfecto, solo Dios lo es.
Oración
«Amado Padre, Tû hiciste a propósito, una creación multiforme, multidiversa, multicolorida, multifacética, en todas las dimensiones, formas, colores, tamaños y diseños, para que nadie se enseñoreara sobre nadie. Nos hiciste diferentes unos de otros en lo exterior pero iguales en el interior pues todos tenemos el mismo diseño biológico, una cabeza, cuatro extremidades, un corazón, 234 huesos, etc. Y sobre todo y al final de todo, después de que los gusanos se han comido las carnes, los huesos que quedan en el sepulcro, son blancos. Somos diferentes, pero iguales en Ti. Hoy levanto mi oración para pedirte perdón por todas las veces que critiqué y juzgué abierta y libremente a otros, conocidos y desconocidos. Te ruego también, Señor, que me ayudes a ser lento para juzgar o decir comentarios negativos acerca de otros, pero rápido para consolar y animar. Tu Palabra dice que nadie es perfecto, solo Tû, por lo tanto, nadie debe sentirse superior a su hermano o amigo, solo por el color de su piel, su contextura física, su situación económica, su nacionalidad, o por su intimidad con Dios. Te ruego humildemente en el nombre Todo poderoso de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiaj, amén.»
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: Job 8 - 10; Colosenses 1:13-23
Descargue el devocional en PDF: No juzgues y no serás juzgado
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