Amnesia

Devocional para Hoy,
Miércoles 25 de Abril, 2018.

“Amnesia”
Por: Mart De Haan
Edición: CF Jara

Leer: Daniel 4:28-37
«… mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo…» (Daniel 4:34)

Nabucodonosor, el rey de Babilonia, olvidó quién era y de dónde venía. Sin embargo, su «amnesia» era espiritual. Al atribuirse el mérito de haber obtenido por sí mismo el reino que se le había otorgado, olvidó que Dios es el Rey de reyes, y que todo lo que tenía le pertenecía a Êl (Daniel 4:17, 28-30). Dios escenificó el estado mental del rey, llevándolo al campo para que viviera con los animales salvajes y pastara como las vacas (vv. 32-33). Finalmente, después de siete años, Nabucodonosor miró a los cielos, y le volvió a la memoria quién era y quién le había dado el reino. De vuelta en sus cabales, declaró: «Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo» (v. 37).

Los servicios de emergencia en Carlsbad, California, rescataron a una mujer con acento australiano, que no podía recordar quién era, pues sufría de amnesia temporal. Ella no tenía identificación, no podía dar su nombre ni decir de dónde venía. Se requirió de ayuda médica y de los medios de comunicación para que recuperara la salud, contara su historia y se reuniera con su familia. La amnesia es la condición médica por la cual, el paciente está incapacitado de recordar la información relacionada con su vida, de manera temporal o permanente. Ventajosamente esta mujer, al igual que el rey Nabucodonosor, pudo recordar quien era, gracias a la misericordia de DIOS.

Cuando nosotros, los redimidos por la sangre de Jesús, no hacemos conforme a como Êl nos pide, estamos tácitamente declarándonos amnésicos de nuestra experiencia de redención. Pero la diferencia entre la mujer de nuestra historia y el rey Nabucodonosor con los que pecan con premeditación y alevosía, es que éstos se podrán olvidar de sus actos pecaminosos más Dios no; si los pecadores no se arrepienten y vuelven de sus caminos de perdición, serán arrojados al lago del fuego eterno (Apocalipsis 21:8).

El apóstol Pablo escribió que la salvación la recibimos por la gracia de Dios y no por las obras de los hombres por más BUENAS que estas sean (Romanos 5:1-2) Los redimidos por la sangre de Jesús tenemos que recordar permanentemente que, gracias al sacrificio del Señor en la cruz es que recibimos el perdón y el derecho a la vida eterna aun sin merecernos. DIOS espera de nosotros nuestro agradecimiento a través de alabar Su santo Nombre y observar Sus edictos cada día, tal como leemos en Deuteronomio 8: “Mas acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque Êl es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día. Cuando hayas comido y te hayas saciado, bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que Êl te ha dado.”

El Autor (Moisés) insiste: “Cuídate de no olvidar al SEÑOR tu Dios dejando de guardar sus mandamientos, sus ordenanzas y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del SEÑOR tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre.”

“El Señor te condujo a través del inmenso y terrible desierto, con sus serpientes abrasadoras y escorpiones, tierra sedienta donde no había agua; Êl sacó para ti agua de la roca de pedernal. En el desierto te alimentó con el maná que tus padres no habían conocido, para humillarte y probarte, y para finalmente hacerte bien. No sea que digas en tu corazón: ``Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.” (Deuteronomio 10-18)

Oración
«Amado Señor Jesús, te pido mi Señor, perdón por todos los pecados que he cometido desde mi última confesión en oración; me declaro culpable y te ruego tengas misericordia de mí. Te ruego también, Padre eterno, que no permitas que me olvide nunca del sacrificio que hiciste por mí en la cruz. No quiero volver a mi vida pasada jamás, no quiero ser el hombre que fui. Te ruego mi Señor, que sigas trabajando en mí, que, como el alfarero, me quiebres cuantas veces sean necesarias hasta que logres hacer de mí el ser humano que Tú deseas. Declaro que Tú eres el Señor de señores y el Rey de reyes, que moriste en la cruz y resucitaste de entre los muertos al tercer día. Alabo Tu santo Nombre y te bendigo con todo mi corazón, Todopoderoso Dios eterno, porque solo eres Tú eres santo, el Santo de los santos, por los siglos de los siglos, oro en el nombre de Yeshûa HaMashiaj, amén.


התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.

Lea la Biblia en un año: 2 Samuel 21-22; Lucas 18:24-43 

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