Nuestro Pan Diario
“Justicia divina”
(Por CF Jara)
Versículo para hoy: Lucas 20:19-26
«Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» Lucas 20:25
Lea la Biblia en un año: 1 Corintios 16
En una de aquellas maravillosas tardes de predicación, unos espías de los escribas judíos quisieron sorprender a Jesús, provocándolo para que dijese alguna frase sediciosa en contra del imperio romano y así provocar Su arresto. Pero el Señor conocía el corazón y las intenciones de aquellos, y ante la pregunta de éstos de si era lícito pagar los impuestos al emperador romano, el Rabino Galileo pidió en voz alta un dracma (una de las monedas de aquel tiempo). Entonces levantó la moneda en alto y mostrándola a los espías, a los discípulos y a los que atestiguaban, en voz alta exclamó: « ¿Ven la imagen que tiene la moneda? Es el César, entonces dad al César lo que es del César y dar a Dios lo que es de Dios.» (Lucas 20:25 RVI 1960)
El Señor Jesús claramente nos dejó tres mandatos en esta declaración:
1) La obligación moral y ética como ciudadanos de pagar los impuestos al gobierno del país donde vivimos, sea que simpaticemos o no con él, pues la evasión de los tributos por cualquier causa, es ilegal ante los ojos de Dios. El principio de los impuestos es básico: éstos financian las obras públicas para los que menos tienen (los pequeñitos de Dios). Por lo tanto, no pagar una parte de nuestras ganancias para el beneficio social, es simplemente -según el Hijo de Dios-, un robo (Mateo 6:26, RV 1960).
2) La segunda enseñanza se refiere a la también obligación moral y ética de los ricos, los empresarios, los dueños de compañías y negocios, etc., de pagar un salario justo a sus empleados (los pequeñitos de Dios) y de cubrirlos con todos los beneficios laborales como el seguro médico, dental, jubilación, etc., así como pagar justas utilidades, y cumplir con los premios y reconocimientos ofrecidos. Otra vez, no hacerlo así, simplemente y nuevamente -según Jesucristo-, es un robo.
3) Y el tercer mandato es acerca de que empleados y empresarios no nos enriquezcamos ilegal y/o amoralmente a través de la venta de productos y servicios que no reúnen las condiciones optimas, o que tienen entuertos y vericuetos que terminan engañando y afectando a los clientes (los pequeñitos de Dios). Proceder así es simple y nuevamente -según Jesucristo-, es un delito.
La definición más sencilla del pecado dice que “es cualquier acto que una persona lleve a cabo y que a través del mismo, cause dolor y/o malestar a otro ser humano, animal o la naturaleza.” (CF Jara, libro “El Supremo”, escribiéndose). El Señor Jesús dijo que «es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos.» Y esto básicamente porque los ricos ponen su cuidado y devoción en el dinero en lugar de cuidar su alma. Creen que con pequeños actos caritativos comprarán su pase a la vida eterna y se olvidan que la llave es la obediencia a los edictos de Dios. Aquellos que están contraviniendo estos mandatos expresos, deben buscar lo más pronto posible ponerse de rodillas, clamar por perdón a Dios, rectificar todo lo malo que están haciendo y comprometerse a no repetirlo nunca más. Si están leyendo esto, es porque el Señor quiere extenderles la gracia del perdón.
Oración: Amado Padre, esta mañana quiero pedirte que examines mi corazón y mis obras. Que ninguno de los trabajos que efectúe o los negocios que emprenda sean contaminados con la ambición y la avaricia, sino cubiertos con solidaridad y compasión para los otros. -CF Jara-
La gloria es de Cristo Jesús, por siempre y para siempre.
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