📖🖊 Mensaje Bíblico para hoy, Lunes 2 de Agosto, 2021.
“Jesûs y el Judaísmo, Parte II: La Salvación Viene de Jesûs”
Por: Dr. CF Jara.
Leer: Juan 4:1-42
«Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.» (Juan 4:22)
Una vez repasado lo que vimos en estudios anteriores acerca de algunas falacias regadas en el mundo entero por los sionistas judíos kházaros, compartimos hoy el verdadero significado de las Palabras de Jesûs en Su conversación con la mujer Samaritana, estando los dos junto al pozo de Siquem.
Es muy usual escuchar a un judío citar las palabras de Jesús en Juan 4:20 para sostener que la salvación de la humanidad no viene de Jesûs sino de ellos, los judíos, aun cuando ellos aborrecen al Hijo de Dios e insultan de una manera terrible a quienes declaramos y predicamos a Jesûs como el Rey Salvador para la humanidad pecadora. Hermanos, les hablo de una realidad actual, de lo que sucede en las calles de Jerusalén o de Israel si usted, movido por el Espíritu Santo, se pusiera a predicar el mensaje de Jesûs. Aquellos que lo hacen, terminan escupidos, maldecidos y hasta agredidos, por los mismos espíritus que lo hicieron con el Seños Jesûs hace dos mil años.
Acompáñenos y conozca la verdadera interpretación de las palabras del Salvador del mundo.
LA SALVACIÓN, ¿VIENE DE LOS JUDIOS?
En primer lugar, debemos estudiar el contexto en el cual esta frase fue vertida, para lo que debemos leer el capítulo 4 del libro de Juan desde el versículo 1 al 42. La historia se refiere al encuentro del Mesías con la mujer samaritana, en el pozo de Sicar, llamado también de Jacob, en la ciudad de Siquem. Eran los tiempos del comienzo del ministerio del Salvador, y mientras iba de camino a Galilea, se encontró con la mujer Samaritana (originaria de Samaria) a quienes los judíos despreciaban y contra quienes habían establecido una ley para impedir que aquellos se acercaran o peor aún, hablaran con ellos, a pesar de que los Samaritanos eran Israelitas pues descendían del antiguo reino de Israel.
La historia continúa en el versículo 6 que dice que Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo en mención. Era como el mediodía, el Maestro estaba solo pues Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. Unos momentos después, vino una mujer de Samaria a sacar agua del pozo. Entonces Jesús le pide agua, y ella le pregunta: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?» a lo que el Maestro le responde: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.»
La mujer no entiende y viendo que Jesûs no tenía con qué sacar el agua pregunta: de nuevo: «¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Jesús responde manteniendo Sus palabras en lo espiritual: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.» El poder de la Palabra del Hijo de Dios rompe las fortalezas espirituales en la mujer, por lo que ésta contesta: «Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.»
VERDADES ESPIRITUALES
Aquí se encuentra la primera verdad espiritual para los que buscan a Jesûs. El Señor antes de conceder la petición de la mujer, quiere que ella primero arregle su vida de pecado. Jesús le dice: «Ve, llama a tu marido, y regresa -pero ella le contesta- No tengo marido.» Jesús le replica diciendo: «Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.»
La mujer, evidentemente sorprendida, responde: «Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.» Aquí está la segunda verdad espiritual, cuando Jesús replica a la mujer: «Créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.» Jesûs profetiza que luego de Su muerte en la cruz y Su resurrección en gloria, la adoración a Dios en los lugares “santos” o en la ciudad “santa” no será más válido, sino solo la adoración al Dios Todopoderoso a través de Êl, porque Êl es el camino para llegar a Dios. Esto da el carácter de idolatría a toda adoración que se haga en esos lugares, por mas “santos” que las religiones crean que son.
Y Jesûs continúa: «Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos…» Cuando el Mesías dice “vosotros,” se refiere a todos los que no creen en Êl, incluyendo no solo a los Samaritanos, judíos, etc., quienes adoran a dioses falsos. Y cuando Jesûs dice “nosotros,” se refiere a Êl mismo, al Espíritu Santo y a los ángeles que adoran al Dios a quien conocen.
Y termina Jesús Su prédica a la mujer con la frase que ha sido manipulada por miles de años: «…porque la salvación viene de los judíos.» El Señor, basado en el contexto de Sus palabras anteriores, no se refiere a los “judíos” como la religión o etnia que le dio origen, (mas bien recordar que Jesûs los ha denunciado y descalificado), sino a que Êl, el Salvador del mundo, vino del vientre de una joven que desciende de la tribu de Judá, de la casa de David, del verdadero pueblo del Dios Todopoderoso, y no de los judíos de ese tiempo, quienes ya habían pervertido la religión con las cosas que trajeron de Babilonia, y que por otro lado, no descendían del pueblo bíblico de Abraham, Isaac y Jacob.
LA SALVACIÓN VIENE DE JESÛS
Hermano mío, el perdón de tus pecados y la salvación de tu alma no viene de los religiosos judíos, ni de Israel, ni del papa, ni de la absolución que puedan darte los curas católicos, ni de los pastores evangélicos, ni de tus obras o el dinero que dones a la iglesia o del número de padres nuestros o aves marías que reces, o de las velas que enciendas, o de cuántas veces leas la Biblia en tu vida. El perdón y acceso a la vida eterna viene solo de Jesucristo. El Señor Jesûs ya te ha dado el perdón cuando Êl se entregó a morir por ti en la cruz. Y cuando resucitó, te dio el derecho de entrar a morar en la vida eterna. Solo tienes que creerlo y desearlo en tu corazón.
En el mismo pasaje, en el versículo 28, la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres, «venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?» Y en los siguientes versículos del 39 al 42 leemos: «Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.»
CONVIÉRTETE A JESÛS
Dios conoce TODAS tu obras, tus acciones, tus palabras, las cosas que haces en público, pero también las que haces en secreto, porque Jesûs es el Cristo. Por ello, arrepiéntete primero de todos tus pecados, grandes y pequeños, involuntarios como los terribles que escondes con vergüenza, y conviértete a Jesucristo, entrégale tu corazón hoy mismo, para que seas salvo tú, pero también para que tu esposa, esposo, hijos, padres, amigos y familiares se conviertan al Señor y puedan reencontrarse todos en la vida eterna.
Indudablemente que tanto la mujer Samaritana como todos aquellos que creyeron en el Señor, hoy en este instante, estarán durmiendo el sueño de los justos, en espera del día que serán despertados, dados un cuerpo inmortal e invitados a entrar a la gran Boda del Cordero y habitar en los cielos por los siglos de los siglos. Hermano, hermana, no me puedes decir que no te gustaría ser parte de esa maravillosa celestial celebración, ¿verdad? Entonces, no esperes más, lee la siguiente oración en voz alta y con todo el corazón, y cree, no te arrepentirás jamás porque esta es la mejor decisión que puedas tomar en toda tu vida.
Pero hazlo pronto, mientras el Señor pueda ser hallado, porque tal como dice el versículo 40, Jesûs se quedó allí solo dos días, lo que en apologética es visto como los dos milenios que ya han transcurrido, es decir, el tiempo ya se ha cumplido y Êl podría venir esta misma noche.
«Señor Jesús, declaro que eres el Hijo de DIOS. Reconozco que soy pecador. Creo que Tú moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste de entre los muertos al tercer día. Gracias por pagar el precio de mis pecados con tu Sangre bendita. Perdóname y hazme una nueva criatura. Entra en mi corazón, yo te recibo como mi Señor y mi Salvador, escribe mi nombre en el Libro de la Vida y séllame con tu Santo Espíritu, te lo pido en el nombre de Yeshûa HaMashiah, amén y amén.»
Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto