Sufrimos para seguir Sus pasos

Miércoles 6 de Mayo

Nuestro Pan Diario
“La Escuela del dolor”
(Por Dennis Fisher)

Leer: Salmo 119:65-80

«Conozco, oh Señor, […] que conforme a tu fidelidad me afligiste.» Salmo 119:75
La Biblia en un año: 1 Reyes 21–22; Lucas 23:26-56


En su libro El problema del dolor, C. S. Lewis señala que «Dios nos susurra en nuestros placeres, nos habla en nuestra conciencia, pero nos grita en nuestros dolores: es su megáfono para despertar a un mundo sordo». El sufrimiento suele ayudarnos a reacomodar la perspectiva y escuchar lo que Dios quiere decirnos. Las experiencias comunes se convierten en lecciones espirituales.


En el Antiguo Testamento, leemos que el salmista tenía un corazón dispuesto a aprender aun en el dolor. Lo aceptaba como parte el plan de Dios: «conforme a tu fidelidad me afligiste» (Salmo 119:75). El profeta Isaías consideraba que el sufrimiento era un proceso purificador: «He aquí te he purificado, y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción» (Isaías 48:10). Job, a pesar de sus lamentos, aprendió a través de sus problemas sobre la soberanía y la grandeza de Dios (Job 40–42).


No somos los únicos que experimentamos sufrimientos. El propio Dios tomó forma humana y sufrió enormemente: «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1 Pedro 2:21). Aquel cuyas manos tienen las cicatrices de los clavos está cerca, y Él nos enseñará mediante el sufrimiento y nos consolará.

Señor, ayúdame a ver tu propósito en las pruebas. 

La lección de la confianza se aprende en la escuela de la prueba.


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