“Mártires de la Fe”
Por: CF Jara
Lectura: Juan 15:18-27
«Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.» (RV 1995)
Una de las noticias tristes más frecuentes en los últimos tiempos, es la persecución y asesinato de pastores y creyentes cristianos evangélicos alrededor del mundo. Ninguna otra religión es tan odiada ni perseguida como la nuestra, ni siquiera la judía, aunque el ala sionista se empeña en tratar de convencernos de lo contrario. Esta persecución de muerte empezó con Jesûs y su terrible calvario y continuó con Sus discípulos.
Esteban el siguiente mártir, quien predicaba el evangelio en Jerusalén durante la Pascua después de la crucifixión de Cristo. Fue sacado de la ciudad y apedreado hasta morir. Alrededor de 2.000 cristianos fueron martirizados durante este tiempo (alrededor del 34 d.C.).
Jacobo, el hijo de Zebedeo y hermano mayor de Juan, fue asesinado cuando Herodes Agripa llegó a ser gobernador de Judea. Muchos de los primeros discípulos fueron martirizados bajo el gobierno de Agripa, incluyendo Timón y Pármenas (alrededor del 44 d.C.).
Felipe, un discípulo de Betsaida, en Galilea, fue martirizado en Heliópolis, en Frigia. Fue azotado, arrojado en prisión, y luego crucificado (cerca del 54 d.C.).
Mateo, el recaudador de impuestos de Nazaret, quien escribió el evangelio en hebreo, estaba predicando en Etiopía cuando fue martirizado y muerto con espada (cerca del 60 d.C.)
Santiago, el hermano menor de Jesús, administraba la iglesia primitiva en Jerusalén. A la edad de 94 años fue golpeado y apedreado, luego de sobrevivir al ser arrojado desde el pináculo sureste del templo, a más de 30 m de altura. Finalmente, le sacaron los sesos a golpes con un palo usado para golpear lana.
Matías fue el apóstol que ocupó el lugar de Judas. Fue apedreado en Jerusalén y luego decapitado.
Andrés, el hermano de Pedro, predicó el evangelio a lo largo de Asia. A su llegada a Edesa, fue arrestado y crucificado en una cruz en forma de aspa, dos puntas de la cual estaban puestas en forma transversa en el suelo (de allí el término: La Cruz de San Andrés). Estuvo predicando la Palabra a sus verdugos por dos días hasta que murió.
Marcos fue convertido al cristianismo por Pedro, y luego transcribió el relato de Pedro sobre Jesús en su Evangelio. Fue arrastrado por caballos por las calles hasta morir, por la gente de Alejandría frente a Serapis, el ídolo pagano.
Pedro fue condenado a crucifixión y muerte en Roma. El historiador Jerónimo afirma que Pedro fue crucificado al revés, por pedido propio, porque decía que no era digno de ser crucificado de la misma manera que su Señor.
Pablo sufrió en la primera persecución bajo Nerón. Debido al impacto de conversión frente al martirio que estaba teniendo sobre la gente, fue llevado a un lugar privado fuera de la ciudad donde fue decapitado con espada.
Judas, el hermano de Jacobo, comúnmente llamado Tadeo, fue crucificado en Edesa alrededor del 72 a.C.
Bartolomé o Nataniel, tradujo el Evangelio de Mateo en India. Fue golpeado cruelmente y desollado vivo.
Tomás, llamado Dídimo, predicó en Partos e India donde muere atravesado por una lanza por sacerdotes paganos.
Lucas fue el autor del evangelio de su mismo nombre. Viajó con Pablo a través de varios países y se cree que fue ahorcado en un árbol de olivo por sacerdotes idólatras en Grecia.
Barnabás, de Chipre, fue asesinado alrededor del 73 d.C.
Simón, apodado Zelote, predicó en África e Inglaterra, donde fue crucificado cerca del 74 d.C.
Santiago hijo de Zebedeo, muere decapitado en Jerusalén, luego de defender su fe fervorosamente;
Juan, “el discípulo amado," era el hermano de Jacobo. Es el único de los 12 apóstoles que muere de muerte natural, pero con las secuelas de una terrible tortura de haber sido sumergido en una olla de aceite hirviente, de la cual sobrevive y se cura, luego es confinado a Patmos y finalmente muere de muerte natural por vejez en Edesa, Turquía.
La Biblia contiene más de 60 versículos relacionados con la persecución de la iglesia:
“Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo” (Mateo 10:22);
“nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; cuando nos ultrajan, bendecimos; cuando somos perseguidos, lo soportamos” (1 Corintios 4:12);
“de manera que nosotros mismos hablamos con orgullo de vosotros entre las iglesias de Dios, por vuestra perseverancia y fe en medio de todas las persecuciones y aflicciones que soportáis” (2 Tesalonicenses 1:4);
“Sufre penalidades {conmigo,} como buen soldado de Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:3); “Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en {todo} el mundo” (1 Pedro 5:9);
“Tienes perseverancia, y has sufrido por mi nombre y no has desmayado” (Ap. 2:3); “Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.” (1 Pedro 2:12);
“Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen” (Mat 5:44);
“Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonaras sobre su cabeza” (Romanos 12:19-20);
“teniendo buena conciencia, para que en aquello en que sois calumniados, sean avergonzados los que difaman vuestra buena conducta en Cristo” (1 Pedro 3:16);
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:3-5); “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros” (Mateo 5:11-12);
“Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Alegraos en ese día y saltad de gozo, porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo…” (Lucas 6:22-23).
La Biblia dice también que una vez que recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, somos justificados por Su sangre bendita, resultante del sacrificio de muerte que, por amor a toda la humanidad, Cristo consumó en la cruz. (Romanos 4:5; Lucas 18:14, RVI 1960). Luego, si hemos sido justificados, hemos sido hechos justos juntamente con Cristo Jesús. Entonces, ¿debemos esperar muertes parecidas o peores que la de los primeros justos?
La respuesta es ‘SI’, debemos estar conscientes y preparados para muertes como éstas. Eso no significa que vaya a pasar, solo Dios lo sabe; sin embargo, lo que sí es seguro es que enfrentaremos toda clase de artimañas que el enemigo levantará en nuestra contra a lo largo de nuestra pasantía por esta vida, incluidos intentos de asesinatos tanto físicos como espirituales. Más, sin embargo, y como lo dijo Pablo, cualquier sufrimiento, pesar, dolor, enfermedad o muerte debe ser para nosotros los creyentes, la ganancia máxima, pues Cristo Jesús es nuestra vida y nosotros vivimos por Él, pero si he de morir, quiero morir para Él y en Él.
Oración
«Señor, gracias te doy en este día por Tu Hijo Jesucristo y por hombres como Sus discípulos y Sus primeros seguidores. Ellos han sembrado los ejemplos y la esperanza de que servirte es un honor, vivir por Ti nos llena de honra y morir por Ti nos dará el acceso a la gloria eterna. Y si, por predicar Tu Palabra he de sufrir violencia o muerte, pues entonces Señor, que muera, porque prefiero ser mártir en Tu nombre santo que libre en el mundo de pecado e inmundicia, te lo ruego en el nombre de Tu Hijo amado, Yeshua HaMashiaj, nuestro Rey y Salvador.»
התהילה היא רק של ישוע המשיח
DIOS te bendiga.
Lea la Biblia en un año: Juan 15