Ama a DIOS con Todo tu Corazón y a Tu Prójimo como a Ti Mismo

 


📖🖊 Mensaje Bíblico para hoy, Lunes 19 de Julio, 2021.
         “Ama a DIOS con Todo tu Corazón y a Tu Prójimo como a Ti Mismo”
         Por: Dr. CF Jara.

Leer: 1 Juan 4:7-21
«Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de Êl: El que ama a Dios, ame también a su hermano.» (1 Juan 4:20-21)

Muchos cristianos evangélicos, estudiosos de la Biblia, aun después de tener muchos años en la fe verdadera no saben cuál es la motivación del Eterno para habernos creado, por lo tanto, no pueden describir Su grandísimo, único y eterno amor por Su creación. El punto es que, si aquellos que tienen al Espíritu Santo viviendo dentro, no saben/no conocen esta potente verdad teológica, peor lo harán aquellos que caminan en religiones falsas o pervertidas como el judaísmo, catolicismo, islamismo, budismo, etc.

Es vital para nuestra fe que conozcamos que DIOS nos ama con un amor que nunca podremos llegar a comprender, y como nadie lo hará jamás, que Su amor es tan grande, eterno y maravilloso, que alcanza aun a aquellos que no lo aman o peor, que no creen en Êl. El Señor saca al sol cada mañana, renueva el oxígeno de los aires y manda la lluvia a tiempo para todos los seres humanos, incluidos los hacedores de maldad. Sin embargo, y como dice el Salmo 91:1 «el abrigo del Altísimo cubrirá solo a aquellos que lo aman.»

Acompáñenos en este estudio cuyo propósito es motivarlo a descubrir la clase de amor que DIOS tiene por usted, y como resultado de ello, que usted se esfuerce cada día a amar más y más a Su Creador. Esto redundará en un gozo inacabable cubriéndolo en todo tiempo, y en desplegar ese mismo amor hacia sus familiares, amigos, vecinos y hacia todo ser humano que se cruce en su camino. De esa manera podremos cumplir el mandato de Jesucristo de amar a Dios con todo nuestro corazón y amar al prójimo como a nosotros mismos.

LA REVELACION DE JUAN
Entre los apóstoles del Señor hay varios que se distinguen individualmente, como por ejemplo Pedro (Cefas) quien fue el líder del grupo por su carácter y temperamento fuertes. Pero Jesûs no se apoyó solo en Pedro sino también en su hermano Andrés (el primero en ser llamado), en Santiago (Su hermano de madre) y en Juan (hijo de Zebedeo), el más jóven de los apóstoles y de quien la Biblia reporta que fue el único ser humano que posó su cabeza sobre el pecho del Hijo de Dios

¿Escuchó Juan latir al corazón de Jesûs? Oh que gloria mas maravillosa pudo haber sido escuchar los latidos del corazón del Salvador del mundo. Si sucedió así, no fue por coincidencia o por accidente, sino porque el Hijo del Hombre le permitió a Juan ese privilegio. Jesûs necesitaba que el apóstol entendiera el amor de Dios por la humanidad. Quizá por ello, Juan es el único de los escritores de los Evangelios que describe al amor de Dios de una manera tan real, que la lectura de su evangelio o de las tres epístolas, toca poderosamente y transforma para siempre a los que las leen con el único, inmenso, eterno, e infinito amor de Dios por Su creación.

Juan es el único apóstol que murió de anciano mientras el resto de sus compañeros del camino lo hicieron en los confines de la tierra, torturados y destrozados de la manera mas cruel. Juan también es el escritor del libro de las Revelaciones o Apocalipsis a quien el Señor Jesucristo se le presenta 70 años después de Su resurrección. ¿No es otro privilegio extraordinario para Juan de ser el único ser humano que ha recibido la visita del Rey del universo en todo Su esplendor y gloria eternas?

Juan fue originario de Cafarnaúm, de la misma área donde Pedro, Andrés y Santiago el mayor venían, y por casualidad, todos tenían su temperamento fuerte. Jesûs incluso le dio a Juan el sobrenombre de Boanerges que en griego significa “hijo del trueno.” Dos mil años después, las revelaciones de los tiempos del fin dadas por el Señor a Juan están más vigentes que nunca y son la base doctrinaria para guiar nuestra fe en medio de la Tribulación. Dios le dio ese privilegio a aquel que conoció y comprendió Su amor.

Como Juan, necesitamos ser firmes en nuestra convicciones bíblicas, con el carácter cristiano templado, y no como las palmeras que se mueven al viento de un lado al otro. Necesitamos someter en Cristo Jesûs nuestro temperamento de tal forma que podamos acercarnos al Señor lo más posible, hasta oír cómo Su hermosísimo corazón late. Si te mantienes firme en la fe y amando a tu Salvador con toda tu vida, Dios te hará entender la hermosura de Su amor supremo por ti.

EL AMOR INCONMESURABLE DE DIOS
La Biblia dice que Dios nos creó por amor, para que lo amáramos porque Êl nos amó primero. La persona de Jesûs aparece en la historia universal en el versículo 3 de Genesis 1, cuando Dios hace la “Luz,” quizá millones de años antes de que hiciera a Adán. El Creador siempre supo que Su creación sería atacada por aquel que fue expulsado de los cielos por causa de su soberbia. Por ello estableció desde el principio de la creación Su plan para redimir a la humanidad a través de Jesûs. Siendo la Luz el Hijo Unigénito del Altísimo, entregarlo como ofrenda de sacrificio vivo por una humanidad orgullosa, pecadora y malagradecida, sería un plan que para los humanos no tendría ningún sentido. Sin embargo, para el Creador, ese era el camino para santificar a Su pueblo para reunirse con él en el minuto anunciado, para vivir juntos por la eternidad de las eternidades.

El apóstol Juan escribe en su primera epístola: «En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Êl nos amó a nosotros, y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados.» Siendo el Señor omnisciente, sabedor de todas las cosas, que nos haya amado incluso por encima de todos los terribles pecados que habríamos de cometer, de todas las transgresiones, maldades, depravaciones, etc., que algún día habríamos de hacer en nuestro caminar, el Creador no solo que nos amó con el amor más puro, santo y sublime, sino que se dio en sacrificio de cruz a la muerte a través de Su Hijo amado. Siendo Dios se humanó y vino a la tierra en cuerpo mortal, desde el vientre de una virgen escogida, para cumplir con el ciclo que todo humano debe hacer: nacer, crecer y morir, pues solo de esa manera, ningún dedo acusador podrá levantarse acusando a Dios de ser falso, o de abusar de Su poder para exigirnos hacer algo que Êl nunca hizo.

Juan escribe también que todos aquellos que conocen a Jesûs, «han conocido y creído en el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio.» Amar a Dios sobre todas las cosas nos hará inmunes al miedo y temor de las cosas que están sucediendo y de aquellas que están por venir.

EN EL AMOR NO HAY TEMOR
Hoy en día, los pastores predican acerca de muchos temas como la prosperidad o de que lo mejor está por venir en lugar de llamar a los creyentes al arrepentimiento, aunque saben que lo que viene es un ajuste apocalíptico a la civilización humana por causa de la práctica desvergonzada del pecado y la maldad. Mientras Noe construía el Arca durante 150 años, predicó para arrepentimiento, aunque lo tildaron de loco, porque sabía que la gran inundación se venía. Hoy, al igual que en ese tiempo, pocos “Noés” llaman a la gente a arrepentirse antes de que se desate la destrucción de la humanidad a través de la Gran Tribulación. Y por falta del conocimiento del amor de Dios por Su creación, la gente, incluyendo los creyentes, entran en pánico y se niegan a escuchar los mensajes proféticos y las advertencias apocalípticas.

Pero Juan también dice que «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.» Cuando amamos a Dios hemos conocido el perfecto amor, el mismo que nos hace inmunes, no al peligro, a la tragedia, a la pandemia, a la maldad del enemigo, sino al miedo que esto produce. La Biblia dice que cuando tenemos miedo, ofendemos al Señor. El miedo es el alimento de los demonios, por ello cuando dejamos que el temor nos envuelva, entonces los demonios nos rodean, danzando diabólicamente alrededor nuestro, lo cual termina afectando la mente, el cuerpo y el espíritu.

La Biblia contiene 365 versículos que nos recuerdan que no debemos temer pues Dios está a nuestro lado. Cuando el amor a Dios nos llena, recordamos estas promesas, y las declaramos, en voz alta, con autoridad y apropiados de la promesa, tal como se lee en el Salmo 23:4-6 «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tû estarás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.»

AMA Y PERDONA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO
Juan plantea un desafío: «Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Nosotros tenemos este mandamiento del Señor: El que ama a Dios, ame también a su hermano.» En los tiempos actuales, muchos periodistas, políticos, millonarios, religiosos, deportistas, gente famosa, académicos, militares, etc., pero también gente sencilla, incluidos cristianos, se encargan de regar odio entre la humanidad a través de las paginas sociales. Juan confronta esto sin tapujos ni hipocresías: «el que odia al hermano, por cualquier razón, NO puede amar a Dios.» ¿Podrán estos hombres y mujeres decir que creen en Dios, o mejor, que lo aman?

Cada día los noticieros descargan marejadas de odio a través de términos incendiarios como racista, machista, sexista, feminista, intolerante, supremacista, etc., que terminan llenando los corazones de la gente de venganza, rencor y muerte. La Biblia no contiene ninguno de estos términos, pues fueron inventados por el Kabahl, los malosos de siempre, en los años 60. La Biblia tampoco hace referencia a la raza de las personas por el color de la piel sino por la etnia originaria. El Libro de Dios tampoco califica a ningún personaje como machista, feminista o racista. Pero la Biblia si condena al odio, el abuso de cualquier tipo a otros seres humanos, y la perversión sexual.

Dice un dicho popular que “la venganza es dulce” pero precisamente por eso, degenera en amargura que termina provocando el cáncer y eventualmente la muerte de aquel que no ha podido perdonar. El perdón en cambio es un estado del alma que provoca todo lo contario en el cuerpo; el perdón trae paz, gozo, mente clara, sabias decisiones, pero, sobre todo, bendiciones abundantes del Señor.

Todos los seres humanos pecamos, fallamos y ofendemos, sin querer y sin querer queriendo, como decía un personaje conocido. Por eso debemos perdonar cuando nos ofenden, pues yo necesitaré perdón algún momento. Sin embargo, para que pueda perdonar fácil y rápidamente, necesito primero amar a Dios con todas las fuerzas de mi mente, mi corazón y mi espíritu, de tal forma que cuando me golpeen en la una mejilla, el perdón me aflore fácilmente de dentro de mí, y pueda mostrar la otra mejilla.

ORACIÓN
«Padre eterno, gracias por todas las bendiciones que depositas en mi vida cada amanecer. Gracias por Tu amor, Padre Santo. Gracias por este mensaje, que reconforta el corazón, pero sobre todo, pone orden en el alma, el lugar donde se almacenan los sentimientos y las decisiones. Que podamos actuar siempre bajo Tus edictos, obedeciendo cada recomendación que nos haces en Tus mandamientos y que podamos amarte con toda nuestra vida, nuestro ser, con todo lo que somos y tenemos, pero también que podamos amar a cada ser humano con el que tengamos contacto, de tal manera que nunca ofendamos o hiramos a nadie, sino que yo sea, por Tu amor en mí, un digno representante de Tu amor eterno y maravilloso por mí, te lo pido en el nombre de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiah, amén y amén.»

Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto.

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Pan Diario para hoy, Miércoles 14 de Julio, 2021: Escuchar y aprender


Devocional para hoy, Miércoles 14 de Julio, 2021: "Escuchar y aprender"
Por: Anne Cetas

Escritura para hoy:
«...…todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse...» (Santiago 1:19)

De un lado de la calle, el dueño de una casa exhibe en su jardín un águila gigante envuelta en la bandera de Estados Unidos. El enorme camión que está en la salida del garaje tiene una bandera pintada en la ventanilla y varios autoadhesivos patrióticos en el parachoques. Justo enfrente, el jardín de un vecino tiene carteles que enfatizan las cuestiones actuales de justicia social.

¿Las personas de esas casas pelean o son amigos?, podríamos preguntarnos. ¿Es posible que ambas familias sean creyentes en Cristo? Dios nos llama a poner en práctica las palabras de Santiago 1:19: «todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse». Muy a menudo nos aferramos obstinadamente a nuestras opiniones y no estamos dispuestos a considerar lo que piensan otros. El Comentario de Matthew Henry dice: «Deberíamos ser rápidos para oír la razón y la verdad de todas partes, y ser lentos para hablar […]; y cuando hablemos, hacerlo sin nada de ira».

Alguien dijo: «Aprender requiere escuchar». Las prácticas palabras de Dios en el libro de Santiago solo pueden lograrse si somos llenos de su amoroso Espíritu y decidimos respetar a los demás. El Señor está listo para transformar nuestro corazón y actitudes. ¿Estamos dispuestos a escuchar y aprender?

Reflexiona y ora

Dios, ayúdame a aprender a escuchar más y hablar menos.
¿Como quiere Dios que pongas en práctica Santiago 1?
¿A quién necesitarías oír y escuchar?


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Los Diez Mandamientos, Parte II


 📖🖊 Mensaje Bíblico para hoy, Lunes 12 de Julio, 2021.
         “Los Diez Mandamientos, Parte II”
         Por: Dr. CF Jara.

Leer: Éxodo 20
«Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.» (Marcos 12:30)

La predicación, enseñanza y estudio de los Diez Mandamientos es otra de las cosas que la iglesia actual ha dejado de practicar, desobedeciendo la expresa orden de Jesûs. Pastores, maestros y otros ministros prefieren hablar de temas que traen gozos efímeros o falsas esperanzas a los creyentes. Los predicadores de la Palabra de Dios necesitan ser valientes, atrevidos, corajudos, seguir el ejemplo del Salvador, que ni ante la inminente muerte en la cruz se amilanó y cumplió Su misión hasta el último segundo de vida.

En el capítulo 20 del libro de Éxodo se encuentra el relato del evento donde el Señor le entregó a Moisés las diez reglas más importantes para que el pueblo Israelita tenga una convivencia en paz y justicia. Con el pasar de los años, las centurias y los milenios, estas reglas se convirtieron en las bases para la creación de las leyes y las constituciones de los diferentes países del mundo, incluido aquellos donde los habitantes se declaran ateos o comunistas. A partir de la revolución Francesa, y por el terrible testimonio de los líderes del catolicismo, el enemigo logró que la humanidad retirara a Dios, la Biblia y Jesucristo de la actividad política, a través de la creación del Laicismo. Pero eso, en lugar de ayudar en la aspiración de tener un mundo justo y equitativo para todos los habitantes, ha ido hundiendo poco a poco a la humanidad en un tiempo de pecado, depravación, injusticia y corrupción paralelas solo a lo que sucedió antes del Diluvio.

En esta segunda parte compartimos el estudio de los Diez Mandamientos:

PARTE II
LOS DIEZ MANDAMIENTOS


I: "Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. (vs.1,2)

II: "No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No los adorarás ni los servirás; porque yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos (vs. 3,4, 5 y 6)

III: "No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome su nombre en vano." (v.7)

IV: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, más el séptimo día es día de reposo para el Señor tú Dios; no harás en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que está contigo. Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó." (vs. 8,9,10,11)

V: "Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da." (v.12)

VI: No matarás." (v.13)

VII: "No cometerás adulterio." (v.14)

VIII: "No hurtarás." (v.15)

IX: "No darás falso testimonio contra tu prójimo." (v.16)

X: "No codiciarás la casa de tu prójimo; la mujer de tu prójimo, su siervo o sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo." (v.17)

INTERPRETACIÓN
Los mandamientos de Dios se clasifican en dos grupos: el primero que se relaciona con la Trinidad de Dios y que incluye los mandamientos 1 y 2 relacionados directamente con Dios Padre; el mandamiento 3 relacionado con el Espíritu Santo, y el mandamiento 4 que se relaciona con Jesûs. En el segundo grupo están los mandamientos 5, 6, 7, 8, 9 y 10 que tienen que ver con el respeto a los derechos de los otros seres humanos y la relación con cada uno de ellos. Aquí se entiende la añadidura de Jesûs a los mandamientos originales dados por el Padre celestial a Moisés cuando les dijo a los sacerdotes judíos que los diez mandamientos se reducen a dos: amar a Dios con todo lo que somos y amar a los otros seres humanos como a nosotros mismos.

Primer Grupo, los Mandamientos de Dios y la Trinidad

Primer Mandamiento
Dios quiere que SU pueblo recuerde siempre que Êl es nuestro Dios y a la vez libertador, pues nos sacó de la esclavitud del pecado y nos libró de la muerte eterna. Pero Jesûs amplia en Marcos 12:29 el alcance de este mandamiento y quiere que lo recordemos siempre como el más importante. El divino Maestro cita lo escrito por Moisés en Deuteronomio 6:4 cuando en medio del desierto y subido sobre una roca, el hombre de Dios llamó al pueblo a todo pulmón:

«Escucha, Israel (shema, Yisrael) el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.» Luego Jesûs introduce el amor a Dios como la condición necesaria para esa relación entre el hombre con el Creador: «Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.»

Si usted nota, el pueblo bíblico como los judíos de la actualidad, se guiaron por el pedido de YHWH de que lo reconocieran como el único Dios en el que ellos debían creer. El factor “amor” no apareció sino hasta la llegada de Jesûs a la tierra. Es posible que, por esta concepción incompleta, los Israelitas fracasaron, porque obedecían a Dios por temor más no por amor. Y la obediencia por miedo en algún momento se torna en rebeldia, que es lo que pasó con este pueblo.

Segundo Mandamiento
Contiene el texto más largo junto con el cuarto, que se refiere al Shabbat. Aquí, Dios le advierte al hombre claramente acerca de las maldiciones generacionales que la idolatría traerá a la vida de quienes la practican. El Señor mismo incluye en la lista de estos dioses falsos a todo aquello que quite la gloria a Su Nombre y todo aquello que el hombre ponga primero en su vida, antes que Dios, como, por ejemplo, el dinero, sexo, las drogas, el alcohol, la diversión, la gula, la televisión, los juegos de azar, la brujería, las actividades sociales, el trabajo, los hijos, el cónyuge, etc.

Dios nos dice bien claro que, si alguien comete idolatría, está aborreciendo al Padre. Y cuando una persona aborrece a Dios, literalmente está eligiendo a satanás como su dios, con las consecuencias conocidas.

Tercer Mandamiento
El Señor nos previene en este mandamiento de jurar o asegurar algo en Su Nombre, poniendo a Êl como testigo de nuestras banalidades, fechorías, y aun de las “buenas acciones.” Cierto que la venida de Jesûs al mundo tendió de nuevo el puente de relación entre Dios y Su creación que Eva y Adán habían roto. Dios quiere que Su creación guarde, respete, adore y proclame Su santidad eterna e infinita. La razón no es porque, como alguien podría comentar, Dios es egocéntrico, sino porque el reconocerlo en todos nuestros caminos como el Hacedor de todas las cosas, nos mantendrá bajo SU misericordia y bendición.

Dios así mismo advierte las consecuencias para aquellos que no obedecen este mandato, para quienes su transgresión no será tomada a la ligera.

Cuarto Mandamiento
Este mandamiento se refiere a la orden del Señor de santificar el día de reposo, tal como lo hizo Êl mismo, de acuerdo al relato bíblico en el libro de Genesis, que, sin embargo, no especifica el nombre del día que correspondía al número 7. Alrededor de este mandato existe una gran polémica sembrada por los judíos y la iglesia Adventista, quienes han masificado la idea de que el Sabbat debe ser practicado de manera forzosa entre el atardecer del Viernes y el atardecer del Sábado, a pesar de que la Biblia solo se refiere a que fue el “séptimo día de la semana.”

Por otro lado, Jesús declara en Marcos 2:27 que Êl es el Señor del Sabbat, es decir, Êl reemplaza a todos ritos, condiciones, sanciones y maldiciones que supuestamente caen sobre aquellos que no practican este rito, por lo tanto, a quien debemos observar, honrar, alabar, festejar, celebrar, etc., es a Jesucristo.

Segundo Grupo, los Mandamientos de Dios y la Comunidad

En estos seis mandamientos, el Creador establece seis reglas muy claras de cómo debe ser la conducta de cada ser humano. Son los límites, los barrotes donde se encierran las pasiones humanas, para evitar que éstas se desborden y terminen afectando, tanto la vida de otros como la de los que rompen esas barreras cuando no pueden controlar sus pasiones, lo que da por resultado desde los insultos y vejaciones hasta las agresiones físicas y el asesinato.

Quinto Mandamiento
Nos ordena honrar a nuestros padres, es decir, respetar y cuidar de ellos especialmente en su ancianidad, incluyendo ayudarlos económicamente si es necesario. La bendición resultante es la prolongación de la vida del que obedece. Hay varios casos en la Biblia donde los hijos honran a sus padres, como Abel a Adán, Sem y Cam a Noé, Issac a Abraham, Salomón a David, Ruth a Naomi, Jesûs a Su Abba, Jesûs a José, etc.

Sexto Mandamiento
Nos ordena respetar, proteger y cuidar la vida de los demás y la nuestra. La Biblia dice bien claro que el poder de la vida y la muerte está solo en las manos de Dios, por lo tanto, ningún ser humano tiene la potestad de quitar la vida a nadie incluyendo a sí mismo, por ninguna razón, incluyendo el que haya matado a alguien más. Los países que tienen pena de muerte en sus leyes, o peor aún, que practican la venganza como una respuesta a la agresión de otros países, están rompiendo la ley de Dios. En la Biblia encontramos muchos eventos donde hombres inocentes fueron muertos por la mano de otros, como Esteban y todos los apóstoles excepto Juan y por supuesto, Jesûs. Y entre los que cometieron suicidio están Judas, Sansón, Saúl, etc.

El Séptimo Mandamiento
Nos prohíbe tener relaciones sexuales con una persona casada. Este mandamiento quiere preservar la institución del matrimonio creada por Dios y la pureza del acto sexual entre un hombre y una mujer. La Biblia lo dice muy claro, que el sexo fuera del matrimonio se llama fornicación, la cual está penada absolutamente por Dios y tiene consecuencias catastróficas tanto espirituales como físicas y mentales. El ejemplo bíblico es la relación adúltera entre David y Betsabé.

Octavo Mandamiento
El octavo mandato nos comanda a no apropiarnos o llevarnos nada que no sea de nuestra propiedad, incluyendo las cosas materiales, pero también la honra de las personas. Todas las cosas tienen su dueño, y si alguien se apropia abusiva e ilegalmente de ellas, se ha convertido en un ladrón, uno que no respeta lo ajeno, pero tampoco al Dios Todopoderoso. La historia de José está llena de eventos donde desde sus hermanos hasta otras personas le robaron no solo su herencia, pero también su dignidad.

Noveno Mandamiento
La Palabra dice que cuando alguien habla mal, incorrecto o equivocado acerca de otra persona, la ha “asesinado espiritualmente con su lengua.” Dios llama “escarnecedores” a aquellos que promueven los chismes, injurias, falsas acusaciones y calumnias en contra de otros, sin ningún temor a Êl. Un ejemplo bíblico de escarnio es lo que hicieron los sacerdotes judíos cuando hablaron mal de Jesûs a Herodes, todos conocemos el final.

Décimo Mandamiento
Este mandamiento nos comanda a evitar que la envidia se aloje en nuestro corazón, lo cual, si sucede, podría convertirnos en esclavos de una pasión tan diabólica como el Hades mismo. El Señor nos advierte de evitar codiciar la casa de otra persona, o su cónyuge, su trabajo, negocio, auto, o cualquier otra cosa de propiedad de otra persona. La envidia es un sentimiento negativo que produce iras, rencor, enojo, por lo que otras personas tienen, y que en algún momento se salen del control del envidioso y empiezan a manipular negativamente tanto su pensamiento como su conducta. Uno de los casos bíblicos acerca de la envidia mas conocidos es lo que sucedió con Saul por la envidia que tuvo a David, lo que lo llevó incluso al suicidio.

LA IMPORTANCIA DE LOS MANDAMIENTOS
El laicismo sostiene que incluir a Dios en el contexto político resta los derechos de las personas por causa de la religión. Mas los redimidos por la sangre de Jesucristo sabemos que la presencia del Todopoderoso en el quehacer humano a través de Sus Mandamientos claramente garantiza todos los derechos de cada hombre y mujer que pueblen la tierra sin importar su origen, raza, religión, nacionalidad, educación, estrato social, profesión, etc.

Sin embargo, los hacedores de maldad, aquellos que descienden de satanás y que portan la semilla de maldad, van a hacer mal a toda persona que puedan y en todo momento. Ellos son rebeldes en contra de Dios desde su origen. Mas Dios sabe quiénes son éstos y quiénes son Sus hijos, quienes, por su naturaleza humana, transgreden uno o algunos de los mandamientos. Para ellos el Señor envió a Su Hijo para que, a través de Su muerte en la cruz, condonara el perdón para todos los pecados de toda la humanidad.

Así que, hermano, hermana, si tienes algún pecado no confesado, hoy es el día, pide perdón en el nombre de Jesûs a Dios y a la persona a quien ofendiste. La justicia del Justo de los justos te cubrirá. Y de ahí en adelante, no peques más, obedece los Mandamientos del Creador, porque eso es lo único que te garantiza una vida de gozo, de gloria y de victoria, en el nombre de Jesûs.

ORACIÓN
«Dios santo y misericordioso, gracias por el día de hoy, gracias por la salud, provisión y protección. Y gracias por inspirarnos para escribir este estudio sobre Tus mandamientos. Que podamos llevar grabados Tus edictos en nuestro corazón con el fuego del Espíritu Santo, así como grabaste Tus Mandamientos en las piedras, hace mas de tres mil años atrás. Bendice a las personas que lean este mensaje, donde quiera que estén, cúbrelos con Tu gracia y misericordia y líbralos de todo mal, te lo pedimos en el nombre de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiah, amén y amén.»

Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto.

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