La Salvación se pierde

 
📖🖊  La Salvación se pierde
Serie: Las Falsas Doctrinas, Parte 3
Estudio Bíblico para hoy, Lunes 7 de Noviembre, 2022.
Por: CF Jara

Leer: Romanos 8
«Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.» (Romanos 8:37-39)

Bendiciones amados hermanos. Continuando con la serie acerca de las falsas doctrinas que inundan y confunden a la iglesia del Señor Jesucristo y que causan tanto daño a la vida espiritual de los creyentes, hoy compartimos en este estudio acerca de la doctrina que sostiene que la Salvación otorgada por Jesucristo supuestamente se pierde por causa de las malas obras de aquel creyente que entregó su alma a Jesucristo, pero que en un punto de su vida, decidió apartarse y volver al mundo, a la vida de perdición que tenía antes.

Es de importancia vital para los Cristianos bíblicos que conozcamos con certeza acerca de lo que la Biblia dice en cuanto a estos anatemas, que son creados, sembrados y regados por el enemigo de Dios para confundir a los convertidos que no estudian la Palabra, no oran, no se congregan ni sirven en el reino predicando el mensaje de Jesûs. Pero así mismo, el enemigo quiere mantener a los inconversos enredados y alejados de la Luz de Cristo Jesûs.

Si los que se supone que deben saber las respuestas, tienen confundido el conocimiento, entonces serán iguales a los ciegos espirituales que no conocen del Señor, y tanto el guía como el ciego terminarán cayendo al abismo de la muerte tal como dice el señor Jesûs en Lucas 6:39 
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?»

Si un Cristiano bíblico cree que él o algún otro creyente pueden perder la salvación en algún momento de su vida debido a un pecado o porque se alejaron de Dios, entonces no ha comprendido la grandeza inmensísima y sempiterna del sacrificio de amor de Jesûs por la humanidad.

Acompáñenos a través de este mensaje, le rogamos a nuestro amado Dios que sea para la edificación de su vida, en el nombre de Jesûs y para la gloria de Su Nombre, amén.

3. LA SALVACIÓN SE PIERDE

NO, mi amado hermano, hermana, la salvación de su alma dada por Jesûs NO se perderá NUNCA, no lo olvide, NUNCA, bajo ninguna circunstancia, así usted se “aleje” del Señor, Êl NO lo dejará NUNCA.

LA DECLARACIÓN PODEROSA
Si usted, en aquel día que usted recordará por siempre, hizo en forma honesta y sincera la siguiente declaración o una parecida:

"Señor Jesús, reconozco que soy pecador.
Declaro que Tû eres el Hijo de DIOS.
Creo que Tû moriste en la cruz por mis pecados 
y que resucitaste de entre los muertos al tercer día.
Me arrepiento de todo mi corazón por todas 
las transgresiones que he cometido.
Perdóname y hazme una nueva criatura.
Entra en mi corazón, yo te recibo como mi Señor y mi Salvador.
Escribe mi nombre en el Libro de la Vida Eterna, 
y séllame con tu Santo Espíritu, amén.”

Entonces hermano, hermana, llénese de paz, porque usted es salvo por la eternidad. ¿Sabe por qué? Pues porque usted reconoció ante Dios y ante el mundo espiritual, todas las verdades espirituales contra las cuales batalla el enemigo, pero que, al ser dichas por su boca en forma voluntaria y honesta, tumbaron al piso todos los derechos de propiedad que el enemigo tenía sobre su alma; y todas las cadenas espirituales que controlaban su vida se hicieron polvo hasta el piso y nunca más serán.

Y como esas son leyes espirituales que gobiernan el mundo espiritual, todos los espíritus involucrados no tienen otra opción que someterse. Los seres humanos, al recibir a Jesûs es sus vidas, son hechos libres de la esclavitud a satanás por siempre, porque Jesucristo venció a la muerte y a satanás para siempre los venció.

Al ser la conversión a Jesûs una ley espiritual, no necesita decirse más de una vez. Usted reconoció que es pecador. Declaró que Jesûs es el Hijo de DIOS que murió por los pecados de la humanidad y que venció a la muerte. Luego, usted se arrepintió de sus pecados y pidió perdón a Jesucristo y le pidió que le hiciera una nueva criatura.

Entonces usted clamó a Jesûs para que entre a morar en su corazón como su Señor y Salvador y que escribiera su nombre en el Libro de la Vida Eterna. Finalmente, le pidió al Señor que lo sellara con Su Santo Espíritu, como propiedad eterna y exclusiva de DIOS.

Y todo eso sucedió, mi hermano, nada quedó en palabras, todo se ejecutó. Y la salvación obtenida a través de esta declaración, nunca le será quitada, ni por Dios mismo, ni por el enemigo de Dios, ni por ningún hombre.

SUSTENTO BIBLICO
La Biblia contiene cientos de razones bíblicas que afirman con toda convicción que la salvación no se pierde. Citamos tres:

1. La Salvación como Regalo de DIOS:
La Salvación es un regalo eterno de Dios para todos los que creen en Jesucristo y Su sacrificio en la cruz; DIOS no miente como los hombres ni se arrepiente como los hijos de los hombres. Cierto que DIOS da y DIOS quita, pero la salvación es un regalo que DIOS nunca nos pedirá que le devolvamos, porque es un regalo de amor de Su amor basado en el sacrificio de Jesûs en la cruz,
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.» (Juan 3:16)

2. La Salvación como Propiedad de DIOS:
Todos aquellos que reciben a Jesucristo como su Señor y Salvador son sellados por el Espíritu Santo como propiedad exclusiva y eterna de DIOS, y ya el diablo no tiene ni parte ni suerte con el alma del creyente,
«En Êl también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Êl, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de Su gloria.» (Efesios 1:13-14)

3. La Salvación para la Gloria de DIOS:
La salvación eterna del alma de los creyentes NO se da por sus buenas obras, sean éstas su buena conducta, los diezmos y ofrendas onerosas, los muchos años predicando la Palabra, o por el buen carácter, la amabilidad con la gente, etc., ni siquiera por su testimonio personal.

La salvación de las almas para vivir en la eternidad no es por ni para la gloria de ningún hombre, religión, instrumento, filosofía, riqueza, armamento, ciencia, etc., sino solo por el sacrificio de Jesûs en la cruz del Calvario y para la gloria del Santísimo Nombre del Dios Todopoderoso y Eterno,
«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.» (Efesios 2:8-9)

LA VERDAD ESTÁ EN LA PALABRA DE DIOS
La Reforma de la Iglesia en 1519 provocó el despertar de la verdadera iglesia bíblica del Señor que había sido adormecida por la mano de Constantino y la iglesia romana por más de mil quinientos años. Esta reforma se originó en las lecturas del sacerdote católico Martin Lutero de la Biblia pero específicamente del libro de Romanos. El Espíritu Santo reveló a Lutero que las doctrinas papales eran más falsas que los elefantes voladores. Los “santos papas” vendían la “salvación” a cambio de dinero, joyas, riquezas, o penitencias despiadadas etc.

Cuando Lutero recibió la revelación de que la salvación no se obtiene por ninguna OBRA humana sino por la GRACIA del sacrificio de Jesûs en la cruz, entendió que la iglesia católica basaba su doctrina en falsedades, por lo que decidió compartir al mundo tan hermosa revelación, y de ella renació la iglesia bíblica evangélica, la misma que surgió con el ministerio de Jesûs en la tierra.

Es necesario recalcar que Lutero recibió tal revelación porque LEYÓ la Palabra buscando respuestas y confirmaciones a sus inquietudes almáticas, y terminó encontrando aquellos axiomas espirituales que sostienen a la creación, verdades eternas que les son reveladas solo a aquellos que buscan a DIOS “en Espíritu y en Verdad,” pero que les son vedadas a los inconversos, incrédulos, blasfemos e idólatras. Jesûs dijo a Sus discípulos,
«Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; más a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque aquellos, viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.» (Mateo 13:11-13)

Hay varias doctrinas que niegan la verdad bíblica de que la salvación es eterna. Estas doctrinas se basan en el rechazo y/o mala interpretación de teologías de algunos Reformadores de los primeros años como Juan Calvino, Jacobo Arminio, John Wesley, etc.

Pero tanto los que atacan estas doctrinas como los que las defienden, cometen el error de enfocarse en el hombre para denostar a la Biblia cuando debe ser al revés. De ahí nacen los que se identifican como calvinistas, arminianistas, metodistas, wesleyanos, etc., en lugar de identificarse simplemente como Jesucristianos o Cristianos.

Cuando estudiamos la Palabra de Dios, nuestra mirada debe estar en Jesûs, el Autor y Consumador de todas las cosas. Y ante los enigmas y discrepancias nos debemos preguntar qué dice el Señor al respecto. Entonces y solo entonces podremos confirmar o negar a las teologías de los humanos, pero jamás a la Biblia y peor, negar a Jesucristo.

Las doctrinas que salen de estos grupos o denominaciones como la del “salvo siempre salvo,” “la predestinación,” “el libre albedrío,” etc., bíblicamente son absolutamente correctas, pero que, por las rivalidades doctrinarias de los hombres, han sido sometidas a interpretaciones erróneas que terminan afectando la fe en Jesucristo de muchos. Para confirmar si algo es cierto o no, sólo necesitamos ir a la Biblia.

EL LINAJE PREDESTINADO (8:28-32)
El apóstol Pablo afirma magistralmente en todas sus trece cartas, pero especialmente en la epístola a los Romanos, y en ésta, al capítulo 8, acerca de que la salvación no se pierde porque es un regalo eterno de Dios. De acuerdo a lo que leemos en Romanos 8:28-30, encontramos esta verdad tan poderosa que no solo debería convencernos de que nunca perderemos la salvación, sino que, con la salvación, recibimos de parte de Dios, otros regalos iguales de poderosos y extraordinarios, precisamente, para marcarnos como hijos de Su propiedad.

Para el Señor, nosotros no solo somos Sus redimidos, pero también pueblo santo Suyo, linaje escogido, sacerdotes verdaderos, adquiridos por Êl para predicar el mensaje de salvación de Jesûs, tal como escribe el apóstol Pedro,
«Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;» (1 Pedro 2:9)

Pablo comienza la perícopa de estudio afirmando que hay una condición básica en esta ecuación espiritual para que todas las cosas nos ayuden para bien, y esa condición es que debemos amar al Señor.
«28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…

La pregunta que surge aquí es ¿cómo puede alguien amar a Dios sin haberlo conocido? Y la respuesta la encontramos en 1 Juan 4:19 «Nosotros le amamos a Êl, porque Êl nos amó primero,» o con David quien escribe en el Salmo 139:16 que nosotros aun siendo embriones, pudimos ver los ojos del Creador mirándonos. ¡Maravilloso! DIOS ya nos conocía primero y luego nosotros lo conocimos a Êl,
«Mi embrión vieron Tus ojos,
Y en Tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.»

Pablo continúa dando la razón para que las cosas les vayan bien a aquellos que aman al Señor, y es que aquellos fueron llamados conforme al propósito del Señor.
«28… esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados

Entonces el apóstol explica que los “llamados” son los convertidos, los que recibieron a Jesûs en sus corazones, que no solo son salvos por la eternidad porque Dios los conoció cuando aún eran embriones, sino que también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo, es decir, que fueran santificados para que Jesûs sea Su primogénito,
«29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

¿Está acaso Pablo hablando del linaje de hombres y mujeres que le pertenece al Dios Omnipotente desde antes de su nacimiento en la tierra, aquellos que se habían extraviado pero que Jesûs vino a buscarlos y a traerlos de vuelta a los brazos de Su Creador? Quizá este versículo serviría para confirmar la revelación de que la tierra actualmente está poblada por cuatro linajes, a saber:

1. El linaje de la serpiente, los descendientes de Caín o reptilianos, mitad serpiente, mitad humanos que son los hacedores de maldad de los tiempos actuales;

2. El linaje de los descendientes de los hijos de los ángeles caídos y las mujeres humanas, es decir, los gigantes nefilines, extraterrestres o demonios;

3. El linaje puro de los descendientes de Dios, a través de Set y de éste, de Noé, y de éste, de Abraham, cuya descendencia habita NO en Israel sino en Arzareth;

4. El linaje de los humanos que descienden de la mezcla del linaje de Dios con el de la serpiente, pero que pueden ser redimidos cuando reciben a Jesûs en su corazón.

Volviendo a la exégesis, Pablo añade que a aquellos a quienes Dios vio en el vientre de sus madres, los predestinó para la salvación y los llamó para servirle como Sus discípulos; y a los que llamó a servir en el reino, a estos también justificó, es decir, los limpió de toda culpa y los libró de toda condena; y a los que justificó, a estos también glorificó, es decir, Dios reconoció sus obras y los honró,
«30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

Pablo añade en el versículo 31 una pregunta desafiante de nuestra fe cuando dice que, si tenemos a Dios en nuestras vidas, no podemos aceptar que alguien nos puede infringir algún daño,
«31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Y en el versículo 32 afirma que el mismo Dios que entregó a muerte atroz a Su propio Hijo para nuestro bienestar, cómo no habría de darnos el resto de regalos maravillosos que nos trae la Salvación,
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Êl todas las cosas?

QUIÉN SEPARARÁ ALOS VENCEDORES DEL AMOR DE DIOS (8:33-39)
En este escenario aparece el enemigo de Dios, el Acusador, para levantar su acusación y pedir condena para el transgresor. Sin embargo, Jesûs en persona intercede ante Dios Padre por la justificación del acusado porque es un redimido por Su sacrificio sublime, ante lo cual, ¿qué pueden hacer los poderes, entes, espíritus, demonios, o leyes espirituales?
«33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

El versículo 36 expone otra razón de Dios, a parte de Su amor por nosotros, por la que justifica a Sus redimidos, pues por confesar nuestra fe en Jesucristo, somos perseguidos, atacados, humillados y hasta muertos desde el principio de la fe en Jesucristo,
36 Como está escrito: Por causa de Tí somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.

Y en los versículos 37 y 38, Pablo declara que, frente a la muerte y condenación por el pecado, somos más que vencedores por el amor infinito que Dios tiene por nosotros, amor que es más poderoso que todas las cosas juntas, sean buenas o malas, las que están en los cielos y debajo de ellos; en la tierra y debajo de ella; en los mares y debajo de ellos; las cosas que se ven y las que no se ven; las que mueven y las que no,
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

El amor de Dios es eterno, no se acabará NUNCA, por lo tanto, nada nos pudo, nada nos puede, y nada nos podrá separar del amor de nuestro Padre Creador.

Y QUÉ DE LOS QUE SE ALEJAN
Muchos creyentes preguntarán en este momento, ¿y qué de aquellos que simplemente se les apagó el primer amor y no se congregan más, no oran, no leen Palabra ni predican a otros acerca de Jesûs? Pero peor aún, ¿qué de aquellos que se apartaron, por las razones que sea, y que volvieron a sus vidas antiguas de pecado y perdición?

Partiendo de la verdad bíblica de que el Espíritu Santo siempre nos estará redarguyendo acerca del mal que estamos haciendo hasta traernos al camino de la santidad, entonces podemos basar nuestra respuesta se basa en cuatro axiomas espirituales universales:
1. La soberanía de Dios: el Señor hace cómo Êl quiere, cuando Êl quiere y de la manera que Êl quiere;
2. El plan de Dios: el Señor trabaja por caminos misteriosos; Sus pensamientos son más altos que los nuestros y nos recuerda siempre que Sus planes y propósitos para Sus hijos son de paz y bienestar en la tierra, y de vida eterna en el cielo; y
3. El amor infinito y único de DIOS por Su creación: como humanos imperfectos y mortales que somos, nunca podremos entender a DIOS en Su verdadera dimensión, la magnificencia sempiterna del Creador de todas las cosas, Aquel que sostiene en Su mano izquierda al sol, los planetas, las estrellas y a todo el 
universo, y que en los atardeceres llama a salir a todas las estrellas, y las llama a todas por sus nombres. ¡Aleluyah!, Y,
4. Somos propiedad eterna de DIOS: la Biblia dice que aquellos que han entregado sus vidas a Jesûs, son propiedad eterna de Dios. Punto, no hay discusión.

Porque DIOS nos conoció en el vientre de nuestra madre, sabe de nuestras imperfecciones y tendencia a hacer el mal (la mezcla de los linajes). Y si algún redimido se aparta y vuelve a la vida de pecado y perdición, será hasta el punto y hasta el momento que Dios quiera.

Cuando el Señor decreta el fin de una etapa en la vida de uno de Sus hijos, no hay fuerza espiritual ni demonio que puede anteponerse en contra de la voluntad del Creador, que, cuando se decreta, es como una bola de nieve que empieza a deslizarse desde la cima de una montaña alta, y mientras va rodando abajo, se va haciendo más grande y poderosa, y va arrastrando todo lo que se atreve ponerse a su paso.

Y el Espíritu Santo traerá de regreso al rebelde que volverá lleno de agradecimiento por haber sido redimido (otra vez). Pero aquellos también vuelven llenos de la experiencia por los sufrimientos y tribulaciones que pasaron, lo cual les servirá para predicar a otros acerca de no caminar por aquellos caminos de muerte donde ellos estuvieron. Gloria al Dios Todopoderoso.

Jesûs nos habla del hijo pródigo, quien, viviendo una vida de paz y abundancia terminó, por causa de su orgullo y necedad, pobre y viviendo en una chanchera y comiendo comida de los cerdos. Pero a pesar de eso, cuando volvió a Su Padre, éste le restituyó todo lo que había perdido. Mas el hijo pródigo no volvió a su padre ni por su propio entendimiento no por su propia gloria, sino por su arrepentimiento inducido por el Espíritu Santo, gloria de Dios, porque el Señor no nos desampara ni así nos escondamos debajo de las piedras.

Pero también habrá aquellos quienes, y por razones que sólo el Señor conoce, que luego de haber entregado su corazón al Señor y recibir la salvación eterna para su alma, serán cortadas sus vidas en la mitad del camino, quizá porque Dios sabe que en algún punto de su caminar se alejarán y Êl lo quiere evitar.

LA SALVACIÓN NO SE PIERDE, PERO EL RAPTO SI
Hermanos, no solo que no perderemos nuestra salvación, sino que seremos honrados como testigos de honor en la Gran Boda entre Jesucristo y Su iglesia, lo cual sucederá después del Rapto. Y luego, gobernaremos el mundo junto con Jesucristo por mil años, tal como se lee en Apocalipsis 20:6,
«Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.»

Aquellos que recibieron a Jesûs como su Señor y Salvador, son salvos por siempre. Pero preste atención, lo que sí pueden perder los Cristianos bíblicos es la oportunidad de ser llevados en el Rapto de la iglesia para celebrar junto con Jesucristo y Sus santos las Bodas del Cordero de Dios en los cielos. La consecuencia de no ser arrebatado es quedarse en la tierra a pasar por la terrible Tribulación y los aterradores eventos que describe el libro de Apocalipsis.

Pero acerca del evento conocido como el Arrebatamiento hablaremos más la próxima semana en nuestro estudio que comprobará que la doctrina que niega el Rapto de la iglesia del Señor Jesucristo, es falsa, una verdadera anatema, pues el Rapto de los redimidos por Jesucristo pasará porque la Biblia lo dice

Dios te bendiga.
Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα
Maranatha, sí Señor Jesús, ven pronto, no tardes.

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ORACIÓN
«Amado Padre Todopoderoso, bendigo Tu santo Nombre y te doy las gracias por todas Tus bendiciones que me permiten vivir y servirte cada día. Te pido a esta hora, Padre santo, que bendigas a este mensaje y a todo aquel que lo lea, donde quiera que esté y cuando quiera que accese a este estudio bíblico. Que el mensaje que Tû quieres entregar llegue a donde tiene que llegar, de tal forma que el lector pueda, primero, entender las cosas que Tû quieres que haga, y segundo, que la Luz bendita de Jesûs lo ilumine para siempre, que pueda despertar del sueño inducido por el enemigo, y que empiece a buscarte con todas las fuerzas de sus corazón, para la gloria de Tu santo Nombre, te lo pido humildemente en el Nombre de nuestro Señor y Salvador, Yeshûa HaMashiaj, amén y amén.»

התהילה היא רק של ישוע המשיח
La gloria es solo de Cristo Jesûs.


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