📖🖊 Mensaje Bíblico para hoy, Lunes 21 de Junio, 2021.
“¿Cómo Entro a la Vida Eterna?”
Por: Dr. CF Jara.
Leer: Lucas 16
«Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.» (Lucas 16:22-24)
Pocos días atrás falleció un querido amigo de más de 40 años, luego de una larga lucha en contra del virus infernal. Y la reflexión surge enseguida frente a la realidad de la muerte.
Entre los seres humanos, cuando recibimos una noticia así, un dolor fuerte se aloja en el corazón automáticamente, a lo que reaccionamos con tristeza y lágrimas. Y los buenos recuerdos nos vienen como en tropel, pero también los halagos y comentarios donde reconocemos las virtudes, la amabilidad, la personalidad única de aquel. Dice un dicho popular que “no hay muerto malo,” porque es a la muerte de alguien que la mayoría de sus familiares y conocidos se esmeran en manifestar lo “bueno, generoso, inigualable, compasivo,” etc., que fue el difunto. Es una triste verdad que solo cuando nos enteramos de que alguien ha fallecido, es cuando recién nos acordamos de decir cosas buenas, pues generalmente los cumplidos que se reciben en vida escasean, e incluso a veces, nadie se acuerda.
Existe una canción que se titula “En vida” y que invita a la gente a reconocer las virtudes y valores de aquellos que amamos mientras están vivos; a decir “te amo” a los nuestros cuando todavía pueden oírnos, a abrazar a nuestra esposa, esposo, hijos, padres, hermanos, familiares, amigos, etc., cuando ellos nos pueden devolver el abrazo con igual o más intensidad, porque ¿de qué vale hacer todo esto cuando yacen inertes en un ataúd?
En el mensaje de hoy analizamos desde el contexto bíblico lo que sucede después de la muerte, como un proceso por el que todos los seres humanos pasaremos a la hora en punto marcada por el Dios Todopoderoso.
EL PODER DE LA VIDA Y DE LA MUERTE
Hermanos, es necesario que recordemos que cada vez que un espermatozoide entra en un óvulo y lo fecunda, quien hace que surja la vida en esta unión es Dios, pues Êl es quien envía Su Espíritu de vida para que de vida a ese nuevo ser. Es decir, el cigoto o huevo, como se llama biológicamente a la unión de estas dos células, se da por la obra del Espíritu de vida. Sin embargo, la ciencia ha posicionado el pensamiento que son el espermatozoide y óvulo quienes cuando se unen, producen la vida, pero se olvida de que es Dios el único que tiene ese poder. Una prueba de esta aseveración son los muchos cigotos o embriones que, a pesar de que crecen, su corazón nunca latió y a lo poco, son arrojados fuera por el mismo cuerpo. El espíritu de vida del Señor nunca fue depositado allí.
En cuanto a la muerte, el gobierno del enemigo hundió el último año en pánico a miles de millones alrededor del mundo frente a la infernal epidemia. Incluso, miles de “cristianos” cayeron en ese miedo y contribuyeron a levantar un inmenso altar al virus creado por la maldad del hombre con la inspiración de satanás. Y se arrodillaron ante esta enfermedad y el terror gobernó sus vidas, y olvidaron que solo Dios tiene la potestad en sus manos de quitar la vida a los vivos, no ninguna peste, epidemia, virus, enfermedad, guerra, mala práctica médica, etc. La muerte ‘per se’ no existe, pero aparece cuando el Señor quita el espíritu de vida de la gente, el día que fue marcado en su frente cuando nació, ni un segundo antes, ni un segundo después. Entonces y solo entonces, la muerte aparece bajo la forma de las tantas razones por las que la gente fallece. El punto es que, si hay alguien a quien debemos temer, no es al virus, ni al cáncer ni a nada, sino solo a Dios.
LA MUERTE
La muerte es el cese del funcionamiento de todos los órganos en una persona sea de forma natural, por la edad, por enfermedad o por muchas otras razones externas. A parte de la muerte natural como la manera programada por Dios para ser el fin de la vida de los humanos, las enfermedades son en gran porcentaje, la razón para el deceso, pero también son, y aunque nos duela el alma, los errores y negligencias médicas, todos los accidentes, virus, guerras, desastres naturales y tantas otras razones por las que los humanos mueren.
La muerte de Lázaro, el primo de Jesûs, quizá es el evento apropiado para ilustrar este mensaje, debido a que, en primer lugar, cuando Jesûs llegó a casa de su primo, él había fallecido 4 días atrás, por lo que había mucha gente llorando, lo cual contagió al Señor, quien también lloró de dolor (Juan 11:28-44.) En segundo lugar, Jesûs “arribó tarde,” cuatro días después de la fecha que se suponía debía estar allí, pues las hermanas de Lázaro lo habían mandado a llamar con la esperanza de que el Mesías curara a su hermano y no lo dejara morir. Por ello, alguien podría afirmar que hubo “negligencia ministerial” del Hijo del hombre. Sin embargo, Jesûs “no falló” porque primero, sabía lo que iba a suceder, y segundo, Êl tiene el poder de la vida y la muerte en Su mano.
Y el tercer punto en la muerte de Lázaro es la soberanía de Dios. Êl hace como quiere, cuando quiere y donde Êl quiere. Por lo tanto, si alguien fallece por vejez, por enfermedad, en un accidente o por una supuesta falla médica, eso tenía que suceder así para que el plan de Dios se cumpla, aunque nos sea difícil de entender.
LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE
La ciencia no tiene respuestas acerca de lo que sucede después que las personas fallecen. Los científicos sostienen la teoría de que, una vez que se deja de respirar, el cuerpo se convierte en cadáver que empieza rápidamente su descomposición, por lo que debe ser sepultado o cremado. Sobre el alma, la ciencia ha desarrollado muchas teorías, la mayoría difíciles de entender, incompletas o falsas. Y sobre el espíritu, la ciencia tiene explicaciones que rayan con la locura, en unos casos, y con la ridiculez, en otros, por lo que hay la sospecha que los científicos han producido esta confusión a propósito.
La Biblia asevera que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, es decir, es un ser tripartito, con cuerpo, alma y espíritu. Acerca de la muerte, el Libro de Dios asevera que, una vez fallecida la persona, el espíritu de vida vuelve a Su creador, el cuerpo regresa a la tierra, de donde vino y el alma del humano va donde Dios o donde el antagónico.
La Biblia añade que, si una persona muere sin tener a Jesûs en su corazón, no dormirá el sueño de los justos, sino que su alma irá directamente a los infiernos a vivir atormentada por la eternidad, no importa que raza, posición social, lenguaje y hasta la religión que tenga, incluidos los judíos y ateos. Tampoco importarán las buenas obras ni cuánto dinero haya donado a la iglesia, porque si el difunto rechazó a Jesûs en algún momento, perdió el derecho a vivir por siempre en los cielos junto con el Creador.
Por ello, hermano, hermana, es importante que tú estés seguro de que tienes a Jesûs habitando en ti, y si Jesûs es el dueño de tu corazón, asegúrate que los tuyos también lo tengan, de tal forma que se puedan reunir con todos allá en los cielos, en la eternidad. Abajo se incluye la “Oración de Conversión,” una sencilla declaración que se puede leer en voz alta, en forma voluntaria, y a través de la cual, la persona que hace así, entrega su corazón a Jesucristo y pasa a ser propiedad de Dios para siempre. Hazlo hoy mismo, hermano, antes de que sea demasiado tarde.
ORACIÓN PARA ENTREGAR TU VIDA A JESUCRISTO
«Señor Jesús, declaro que eres el Hijo de DIOS. Reconozco que soy pecador. Creo que Tû moriste en la cruz por mis pecados y que resucitaste de entre los muertos al tercer día. Me arrepiento de corazón de todos las transgresiones que he cometido. Perdóname y hazme una nueva criatura. Entra en mi corazón, yo te recibo como mi Señor y mi Salvador. Escribe mi nombre en el Libro de la Vida Eterna y séllame con tu Santo Espíritu. En el nombre de Jesús, amén.»
Μαρανάθα, Ιησούς έρχεται σύντομα.
Maranatha, Jesûs viene pronto.
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