Nuestro Pan Diario
Lectura Diaria para hoy, Jueves 29: “¿Sigue Jesús aquí?”
(David C. McCasland)

LEA: Romanos 8:31-39
«… ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.» Romanos 8:39

Biblia en un año: Zacarías 5–8; Apocalipsis 19

La casa de Eduardo era una entre las más de 500 destruidas por un incendio forestal. Cuando le permitieron volver y revisar entre las cenizas y los escombros, esperaba encontrar un precioso recuerdo familiar que había hecho su esposa: una pequeña estatuilla de cerámica del niño Jesús, del tamaño de un sello postal. Mientras buscaba entre los restos carbonizados de su hogar, seguía preguntándose: ¿El niño Jesús seguirá estando aquí?

Cuando nuestra vida se sacude frente a decepciones y pérdidas, tal vez nos preguntamos si Jesús sigue estando con nosotros. La respuesta de la Biblia es un rotundo: ¡«Sí!». «…ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir […] nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:38-39).

En un rincón de lo que solía ser su garaje, Eduardo encontró los restos quemados de una escena del pesebre. Y allí también estaba la estatuilla del niño Jesús, sin que las llamas la hubieran dañado. En una entrevista que le hicieron por televisión, declaró: «Pasamos del temor a la esperanza […] de recobrar algunas partes de nuestra vida, que pensábamos que estaban perdidas».

¿Sigue Jesús allí? Sin ninguna duda, y esta es la maravilla eternamente perdurable de Sus promesas.

Si conoces a Jesús, nunca caminarás solo.

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“Contra las distracciones”
 (Por Bill Crowder)

Leer: Lucas 10:38-42
«…María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.» —Lucas 10:42

Biblia en un año: Éxodo 19–20; Mateo 18:21-35

Todos los días, recorro el mismo camino para ir a trabajar y volver a casa, y siempre veo una cantidad alarmante de conductores distraídos. Por lo general, están hablando por teléfono o enviando mensajes, pero ¡también he visto algunos que leen el periódico, se maquillan o comen cereales mientras tratan de maniobrar un auto a más de 120 kilómetros por hora!

A veces, las distracciones son breves e inofensivas, pero, en un vehículo en movimiento, pueden matar.

En ocasiones, las distracciones pueden afectar nuestra relación con Dios. Así se sintió Jesús en cuanto a su amiga Marta, ya que ella «se preocupaba con muchos quehaceres» preparando la comida (Lucas 10:40). Cuando Marta se quejó de que María, su hermana, no la ayudaba (al parecer, por su devoción a Cristo y sus enseñanzas), Jesús le dijo: «Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada» (vv. 41-42).

Marta tenía buenas intenciones al desenfocarse, pero estaba desaprovechando la oportunidad de escuchar a Jesús y disfrutar de su presencia. El Señor merece nuestra devoción más profunda, y Él es el único que puede capacitarnos plenamente para evitar cualquier distracción en la vida.

Si quieres sentirte miserable, mira hacia dentro; distraído, a tu alrededor; pacífico, hacia arriba.

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Fortalece mis manos

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Fortalece mis manos
(Por C. P. Hia)

Leer: Nehemías 6:1-9, 15
«… Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos.» —Nehemías 6:9

Biblia en un año: Éxodo 14–15; Mateo 17

A Lee Kuan Yew, el primer Primer Ministro de Singapur, se le atribuye la situación actual de ese país. Durante su liderazgo, la nación se enriqueció y prosperó, y se convirtió en una de las más desarrolladas de Asia. Cuando le preguntaron si alguna vez había pensado en retirarse al enfrentar críticas y desafíos durante los numerosos años que había servido en el gobierno, respondió: «Es un compromiso de por vida».

Nehemías, quien encabezó la reconstrucción de los muros de Jerusalén, se negó a abandonar la tarea. Enfrentó insultos e intimidación de parte de diversos enemigos, e injusticias de su propio pueblo (Nehemías 4–5). Los enemigos incluso insinuaron que tenía intereses personales (6:6-7). Pero él buscaba la ayuda de Dios mientras hacía todo lo posible para defenderse.

A pesar de los desafíos, el muro se terminó en 52 días (6:15), pero la labor de Nehemías no había terminado. Instó a los israelitas a estudiar las Escrituras, a adorar y a cumplir la ley de Dios. Después de gobernar doce años (5:14), volvió para asegurarse de que sus reformas continuarán en vigencia (13:6). Comprometió toda su vida a liderar a su pueblo.

Todos enfrentamos desafíos y dificultades en la vida. Pero, así como Dios ayudó a Nehemías, también nos fortalecerá las manos (6:9) por el resto de nuestra vida en todo lo que nos dé para hacer.

Los desafíos de la vida no buscan quebrantarnos, sino inclinarnos hacia Dios.

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Prosigo a la meta

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Sin perdón
(Por Randy Kilgore)
Leer: Filipenses 3:12-16

«… olvidando ciertamente lo que queda atrás, […] prosigo a la meta…» —Filipenses 3:13-14
Biblia en un año: Éxodo 7–8; Mateo 15:1-20

Estaba almorzando con dos hombres que habían aceptado a Cristo como Salvador mientras estaban presos. El más joven estaba desanimado porque la familia a la que le había robado no quería perdonarlo.

«Mi delito fue violento —dijo el mayor—, y sigue obsesionando y afectando hasta hoy a la familia. No me han perdonado, ya que el dolor es demasiado grande. Al principio, ese deseo de ser perdonado me paralizaba». Luego, agregó: «Entonces, un día, me di cuenta de que mi pesar empezó a ir acompañado de egoísmo. Es mucho desear que esa familia me perdone. Estaba demasiado centrado en lo que yo sentía que necesitaba para sanar mi pasado. Me llevó un tiempo comprender que ese perdón era una cuestión entre ellos y Dios».

«¿Cómo puedes soportarlo?», preguntó el más joven.

El hombre mayor le explicó que Dios había hecho por él lo que no merecía y lo que otros no pueden hacer: murió por nuestros pecados, y cumple su promesa de alejarlos «cuanto está lejos el oriente del occidente» (Salmo 103:12) y de no acordarse más de ellos (Isaías 43:25).

Ante un amor tan grandioso, honramos al Señor al aceptar la suficiencia de su perdón. Debemos olvidar lo que queda atrás y seguir avanzando (Filipenses 3:13-14).

La obra de Cristo es suficiente para cualquier pecado.

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Explosión maravillosa
(Por Jennifer Benson Schuldt)

Biblia en un año: Éxodo 4–6; Mateo 14:22-36
Leer: Juan 13:31-35
«… como yo os he amado, que también os améis unos a otros.» Juan 13:34

En el libro Kisses from Katie [Besos de Katie], Katie Davis relata el gozo de mudarse a Uganda y adoptar a varias niñas de aquel país. Un día, una de sus hijas le preguntó: «Mamá, si dejo que Jesús entre en mi corazón, ¿voy a explotar?». Al principio, Katie le dijo que no. Que Jesús entre en nuestro corazón es un acontecimiento espiritual.

Sin embargo, después de pensarlo un poco, Katie explicó que, cuando decidimos entregarle a Jesús nuestra vida y corazón, «explotaremos de amor, compasión, tristeza por los que sufren y alegría por los que se gozan». En esencia, conocer a Cristo genera un profundo interés por las personas que nos rodean.

La Biblia nos desafía: «Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran» (Romanos 12:15). La obra del Espíritu Santo en nuestro corazón hace que podamos mostrar permanentemente esta respuesta amorosa. Cuando recibimos a Cristo, el Espíritu Santo entra a morar en nosotros. El apóstol Pablo lo describe así: «… habiendo creído en [Cristo], fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1:13).

Ocuparse de los demás (con la ayuda sobrenatural de Dios) le muestra al mundo que somos seguidores de Él (Juan 13:35). También nos recuerda su amor hacia nosotros. Jesús afirmó: «… como yo os he amado, que también os améis unos a otros» (v. 34).

El amor que se da refleja el que uno ha recibido.

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Acuérdate de tu Creador

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Señalar hacia Dios
(Por Lawrence Darmani)

Lea: Deuteronomio 8:11-18 |
«Acuérdate de tu Creador […] antes que vengan los días malos…» Eclesiastés 12:1

Biblia en un año: Éxodo 1–3 ; Mateo 14:1-21

La primera línea del himno nacional de Ghana dice: «Dios bendiga nuestra tierra». Otros himnos africanos incluyen: «Oh, Uganda, que Dios te sostenga»; «Señor, bendice nuestra nación» (Sudáfrica); «Oh, Dios de la creación, dirige nuestra noble causa» (Nigeria). Los fundadores de algunas naciones utilizaban los himnos como oraciones, en las que invocaban a Dios para que bendijera su tierra y a su pueblo. Tanto en África como en otros países, los himnos señalan a Dios como el Creador y Sustentador.

También incluyen frases que invitan a la reconciliación, la transformación y la esperanza de pueblos frecuentemente divididos por cuestiones étnicas, políticas y sociales. Pero hoy, muchos líderes y ciudadanos tienden a olvidarse de Dios y vivir ajenos a estas declaraciones; en especial, cuando las cosas andan bien.

Pero ¿por qué esperar que se produzcan guerras, enfermedades, tormentas, ataques terroristas o violencia antes de acordarse de buscar a Dios? Moisés les advirtió a los israelitas que no se olvidaran de Dios ni dejaran de seguir sus caminos cuando les iba bien (Deuteronomio 8:11). Eclesiastés 12:1 nos exhorta:

«Acuérdate de tu Creador […] antes que vengan los días malos».
Acercarse a Dios cuando estamos fuertes y saludables nos prepara para descansar en Él cuando lleguen los «días malos» y necesitemos ayuda y esperanza.

Recordar a nuestro Creador puede ser nuestro himno personal.

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Nadie habló como Él

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Había que actuar
Por (David C. McCasland)

Lea: Juan 7:37-46

«… ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» Juan 7:46

Biblia en un año: Génesis 46–48 ; Mateo 13:1-30

Un congresista de los Estados Unidos de América tenía 23 años cuando participó en la histórica «Marcha a Washington» en 1963, encabezada por el Dr. Martin Luther King Jr., en defensa de los derechos humanos.

Cincuenta años después, un periodista le preguntó a aquel parlamentario qué efecto le había producido en esa ocasión el discurso del Dr. King, Tengo un sueño. Respondió: «Después de escucharlo hablar, era imposible irse y volver a las actividades como de costumbre. Había que hacer algo; ponerse en acción. Moverse. Uno tenía que salir y comunicar la buena noticia».

A muchos de los que se encontraron con Jesús les resultó imposible permanecer neutrales en cuanto a su Persona. Juan 7:25-46 registra dos reacciones ante el Señor: mientras «muchos de la multitud creyeron en él» (v. 31), los líderes religiosos intentaron hacerlo callar, enviando guardias al templo para que lo arrestaran (v. 32). Es probable que estos hayan estado presentes cuando Jesús dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva» (vv. 37-38).

Cuando los guardias volvieron sin Jesús, les preguntaron: «¿Por qué no le habéis traído?» (v. 45). Ellos respondieron: «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!» (v. 46).

Las palabras de Jesús nos inducen a actuar y a movilizarnos más allá de lo habitual.

La sangre de Jesús perdonó mis pecados pasados y hoy me inspira a obedecer.

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Cuando Dios Habla
Por (Julie Ackerman Link)

Leer: 1 Reyes 19:1-12

«Y echándose [Elías] debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.» —1 Reyes 19:5

Biblia en un año: Génesis 49–50; Mateo 13:31-58

Me encanta tomar fotografías de puestas de sol en los lagos. Algunas tienen tonalidades pasteles sublimes, mientras que otras presentan destellos intensos de colores brillantes. Algunas veces, el sol se esconde delicadamente detrás del espejo de agua; y otras, se pone en lo que parece ser una llameante explosión.

Tanto en las fotos como en las personas, prefiero esto último, pero ambas situaciones muestran la obra de Dios. Cuando se trata de la obra del Señor en el mundo, me sucede lo mismo. Me gusta más ver respuestas sorprendentes a la oración que provisiones comunes y corrientes de pan cotidiano. Pero ambas son obras divinas.

Quizá Elías tenía preferencias similares. Había crecido en medio de demostraciones extraordinarias del poder de Dios. Cuando oró, el Señor apareció de una manera espectacular: primero, derrotando milagrosamente a los profetas de Baal; y después, al final de una larga y devastadora hambruna (1 Reyes 18). Pero, luego, Elías tuvo miedo y huyó. Entonces, Dios mandó un ángel para que lo alimentara y fortaleciera en el viaje. Después de 40 días, llegó a Horeb; y, allí, el Señor se comunicó con él mediante una voz suave y apacible, en lugar de hacerlo con milagros extraordinarios (19:11-12).

Si estás desanimado porque Dios no ha aparecido en un destello de gloria, tal vez esté manifestándose mediante su presencia silenciosa.

Dios está tanto en las cosas pequeñas como en la grandes.

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Dejad a los niños

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Dios es un lugar seguro de descanso.
Read: Marcos 10:13-16

Biblia en un Año: Génesis 36–38; Mateo 10:21-42

« Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. Mateo 10:14

La noticia de un sencillo acto de bondad en un metro de Nueva York recorrió el mundo. Un joven, con la cabeza cubierta con la capucha de su suéter, se durmió apoyado en el hombro de un pasajero mayor. Cuando alguien se ofreció para despertar al joven, el hombre dijo en voz baja: «Seguro que tuvo un día largo. Déjalo que duerma. Nos ha pasado a todos».

Entonces, dejó que su cansado compañero de viaje durmiera sobre su hombro durante casi una hora. Cuando llegó a la estación donde debía bajarse, se levantó lentamente para no despertarlo. Mientras tanto, otro pasajero tomó una fotografía, la subió a una red social, y la foto «se viralizó».

La bondad de ese hombre parece transmitir lo que todos anhelamos: una acción bondadosa que refleje el corazón de Dios. Vemos esta actitud en Jesús, cuando sus amigos trataron de evitar que el ruido que hacían los niños lo molestara. Pero Él insistió en tomar a aquellos pequeños en sus brazos y bendecirlos (Marcos 10:16). Mientras lo hacía, nos invitó a todos a confiar en Él como si fuéramos niños (vv. 13-16).

El Señor Jesucristo nos enseña que todos estamos seguros en su presencia. Ya sea que estemos despiertos o dormidos, podemos apoyarnos en Él.

Cuando nos sentimos exhaustos, nos ofrece un lugar seguro donde descansar. (Martin De Haan)

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Nacer de nuevo

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Lectura Diaria para hoy, Miércoles 14: “¿Tarde para cambiar?”
(David C. McCasland)
LEA: Juan 3:1-8, 13-16

« Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?…» Juan 3:4

Biblia en un año: Génesis 25–26; Mateo 8:1-17

Muchos idiomas tienen dichos sobre la dificultad de cambiar hábitos antiguos. En inglés: You can’t teach an old dog new tricks [Perro viejo no aprende trucos nuevos]. En francés: Ce n’est pas a un vieux singe qu’on apprend a faire la grimace [Mono viejo no aprende a hacer muecas]. En español: Loro viejo no aprende a hablar.

Cuando Jesús le dijo a Nicodemo que debía nacer de nuevo para poder ver el reino de Dios, él respondió: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?» (Juan 3:3-4). El profesor y escritor Merrill Tenney propone que Nicodemo quiso decir lo siguiente: «Reconozco que es necesario un nuevo nacimiento, pero soy demasiado viejo para cambiar. Ya tengo un estilo de vida. El nacimiento físico es imposible, y el renacimiento psicológico es aún menos probable […]. Mi situación no tiene salida».

La respuesta de Jesús incluyó estas palabras: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (v. 16). Esta es la propuesta para una nueva vida y un nuevo comienzo para todos: jóvenes o viejos.

Independientemente de tu edad o situación en la vida, con el poder de Dios, nunca es demasiado tarde para cambiar.

Cambiar es posible porque Dios es poderoso.

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