Andad sabiamente

Lectura Diaria para hoy, Miércoles 2 de Julio: “Hazlo atractivo”
(Dave Branon)
Lea: Colosenses 4:2-6
«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.» Colosenses 4:5

Biblia en un año: Job 11–13; Hechos 9:1-21

Se cuenta la historia de un muchacho que, hace mucho tiempo, estaba a bordo de un tren de pasajeros, intentando ganar dinero con la venta de manzanas. Atravesó el vagón, mientras pregonaba: «¡Manzanas! ¿Quién quiere comprar una manzana?». Cuando llegó al final del vagón, todavía tenía una bolsa llena de fruta y nada de dinero.

Un caballero que notó su apuro lo llevó aparte y le pidió que le mostrara una manzana. Se dirigió al frente del tren, pulió la fruta a la vista de todos con una servilleta, y caminó por el pasillo comiendo la manzana y comentando lo deliciosa y refrescante que era. Entonces, le dijo al muchacho que volviera a intentarlo. Esta vez, vendió todo lo que tenía. ¿La diferencia? Las manzanas se habían vuelto atractivas para los clientes en potencia.

Esta historia nos recuerda una manera en que podemos interesar a los demás en el evangelio de Jesucristo: tenemos que mostrárselo en forma atractiva, demostrándoles el impacto que ha producido en nuestra vida. La mejor manera de lograrlo es seguir las palabras de Pablo en Colosenses 4:5. «Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo», aconsejó el apóstol, «aprovechando al máximo cada momento oportuno» (nvi). 

Si demostramos amabilidad, amor y compasión a los demás, los que nos observan se preguntarán por qué; y eso puede darnos la oportunidad de hablarles de la belleza del amor de Dios hacia ellos.

La belleza de una vida transformada puede atraer a otros hacia Aquel que nos embellece. 


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Resucitó


Resucitó

Lectura Diaria para hoy, Martes 1 de Julio: “¿Quién es este hombre?”
(Dave Branon)
LEA: Mateo 27:32-44
«Nuestro Señor Jesucristo […] fue declarado Hijo de Dios con poder […] por la resurrección de entre los muertos.» Romanos 1:3-4

Biblia en un año: Job 20–21; Hechos 10:24-48

Cuando una talentosa entrevistadora visitó una zona frecuentada por muchos estudiantes universitarios para preguntarles qué pensaban de Jesús, las respuestas mostraron respeto hacia Él. Uno dijo que era «una persona que se ocupaba de la gente». Otro declaró: «Parece ser un tipo genial». Algunos lo rechazaron abiertamente: «Era como cualquier otro. No creo que fue el Salvador». Y otros afirmaron: «No acepto ningún sistema de fe que diga “Yo soy el único camino a Dios”». Algunas personas cuestionan de manera respetuosa quién es Jesús y otras lo rechazan.

Hace 2.000 años, cuando el Señor se enfrentó a la muerte, muchos se burlaron de la idea de que fuera alguien especial: «Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: este es jesús, el rey de los judíos» (Mateo 27:37). Los que dijeron: «Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo» (v. 40), dudaban de su poder. Los religiosos incluso declararon: «A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar…» (v. 42).

Al morir, Jesús tal vez parecía carecer de poder, pero, cuando leemos la historia completa, vemos que entregó su vida en forma voluntaria. Cuando salió de la tumba, demostró ser el Hijo de Dios y tener poder ilimitado.

Capta el valor de su muerte y contempla el poder de su resurrección. ¡Él es el Salvador del mundo!

La resurrección de Cristo significó la muerte de la muerte.


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Confesar los pecados


Confesar los pecados

Lectura Diaria para hoy, Lunes 30: “El gran regreso”
(Bill Crowder)
Lea: 1 Juan 1
«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» 1 Juan 1:9

Biblia en un año: Job 17–19; Hechos 10:1-23

Chad Pennington es un ex jugador de fútbol americano que sufrió muchas lesiones que amenazaron su carrera. Dos veces, estas lesiones lo obligaron a someterse a cirugías, meses de terapia física y semanas de entrenamiento para poder volver al campo. Sin embargo, las dos veces, no solo regresó a jugar, sino que sobresalió de tal manera que le dieron el premio al mejor jugador retornado del año en la Liga Nacional de Fútbol Americano. Para Pennington, sus esfuerzos fueron una expresión de su determinación de volver a jugar.

En el ámbito espiritual, cuando el pecado y los fracasos destruyen nuestra relación con Dios y nos dejan en el banquillo en cuanto a nuestro servicio, la determinación sola no puede restaurar la comunión con el Señor y la productividad en su obra. Cuando el pecado nos envía al banco de suplentes, el camino de regreso es la confesión: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).

Para poder recuperarnos de nuestros fracasos espirituales, tenemos que depender completamente de Aquel que se entregó por nosotros. Esto nos da esperanza. Cristo, quien murió por nosotros, nos ama con amor eterno y responde con gracia cuando le confesamos nuestras faltas.

Mediante la confesión, podemos hallar su restauración misericordiosa: la mayor reaparición de todas.

La confesión es el camino a la restauración.

Sabiduría de lo alto


Sabiduría de lo alto

Lectura Diaria para hoy, Viernes 27: “Sabiduría de lo alto”
(Jennifer Benson Schuldt)
Lea: 1 Samuel 24:1-10
«Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica...» Santiago 3:17

Biblia en un año: Job 3–4; Hechos 7:44-60

Si Kiera Wilmot hubiera realizado su experimento durante su clase de ciencias en la escuela secundaria, probablemente habría obtenido una calificación de sobresaliente. En cambio, fue acusada de provocar una explosión. Aunque había planeado que su profesor aprobara el experimento, sus compañeros de clase la persuadieron para que lo realizara fuera del salón de clases. Cuando mezcló los químicos dentro de una botella plástica, esta explotó y, sin intención, asustó a varios de sus compañeros.

El Antiguo Testamento cuenta la historia de otro caso de presión de personas del entorno. David y sus hombres estaban escondidos de Saúl en una cueva, cuando entró el rey (1 Samuel 24). Los compañeros de David le sugirieron que Dios les había entregado a Saúl en sus manos, y lo instaron a que lo matara (vv. 4, 10). Creían que, de esta manera, podrían dejar de esconderse y que David se transformaría en rey. Pero David no quiso dañar a Saúl, porque este era «el ungido del Señor» (v. 6).

A veces, la gente nos sugiere que hagamos algo que parece gratificante o práctico en el momento. Pero hay una diferencia entre la sabiduría mundana y la espiritual (1 Corintios 2:6-7). La sabiduría de lo alto «… es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia…» (Santiago 3:17).

Cuando otros nos instigan a hacer algo, podemos pedirle a Dios que influya en nuestra respuesta. Aquel que obtiene su sabiduría de lo alto es verdaderamente sabio.

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DIOS es nuestro auxilio


DIOS es nuestro auxilio


Lectura Diaria para hoy, Jueves 26: “Asistencia en el camino”
Lea: Salmo 46
«Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.» Salmo 46:1

Biblia en un año: Job 5–7; Hechos 8:1-25
Un conocido mío estaba cazando con algunos amigos cerca de Balmoral, la finca campestre de la reina de Inglaterra. Mientras caminaban, se dobló el tobillo de tal manera que no pudo seguir, así que les pidió a sus amigos que continuaran, y él esperaría junto al camino.
Mientras estaba allí sentado, pasó un automóvil por el camino, frenó y se detuvo. La mujer que conducía bajó la ventanilla y le preguntó si estaba bien. Él le explicó lo sucedido y le dijo que estaba esperando que sus amigos regresaran. La mujer le dijo: «Entra al auto; te llevaré de regreso adonde estás hospedado». El hombre fue cojeando hasta el auto y abrió la puerta. ¡Entonces se dio cuenta de que su conductora era la reina Isabel!
Por más impactante que pueda ser recibir ayuda de la reina de Inglaterra, tenemos una oferta aun más increíble. El Dios creador del universo desciende a nuestro mundo, ve nuestros problemas y ofrece sus recursos para ayudarnos. Como afirma el salmista con confianza: «Dios es […] nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1). 
Nuestro Salvador nos ayuda al darnos su gracia para soportar, su Palabra que nos sustenta, amigos para alentarnos y orar por nosotros, y la seguridad de que Él utilizará todas las cosas para nuestro beneficio espiritual.
La próxima vez que te sientas varado en el camino de la vida, busca a tu Ayudador.
¡Regocíjate! ¡Tu Dios es un Rey auxiliador! 


                                                 
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Arrebatados


Arrebatados

Lectura Diaria para hoy, Miércoles 25: “Vetas de oro”
(Julie Ackerman Link)
Lea: Romanos 6:1-14
«Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.» Romanos 6:5

Biblia en un año: Job 1–2; Hechos 7:22-43

Mientras visitaba la encantadora región de Cotswold, en Inglaterra, compré unas tazas de porcelana como recuerdo. Las usaba con mucho cuidado, pero con el tiempo, una se cayó en el fregadero y se hizo pedazos. Hace poco, me acordé de esa taza cuando descubrí el arte japonés del kintsugi.

En general, cuando algo se rompe, nos conformamos con una reparación que permita que el objeto vuelva a funcionar. Pero, hace varios siglos, un artista japonés decidió que volvería hermosa la vajilla rota. Así que, comenzó a utilizar resina dorada para unir los fragmentos. Las piezas reparadas con este método tienen elaboradas vetas de oro.
En el comienzo de la historia humana, el pecado entró en el mundo (Génesis 3). Los teólogos se refieren a este suceso como «la caída». 

Como resultado inevitable, hubo una rotura. La vida es dolorosa porque constantemente nos lastimamos y herimos a los demás con nuestros bordes afilados y mellados. Sin embargo, Dios no desea que permanezcamos rotos, y su obra restauradora puede transformar nuestros pedazos en algo hermoso.

Al igual que un artista del kintsugi, Dios nos repara. Pero utiliza algo más precioso que el oro: la sangre de su Hijo. En lugar de darnos vetas doradas, las venas de Cristo nos unen. «… hemos estado unidos con él en su muerte…» (Romanos 6:5 nvi).
No hay nada más precioso que eso.

El precio de nuestra liberación del pecado se pagó con la sangre de Jesús

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Vasija Nueva


Vasija Nueva

Lectura Diaria para hoy, Martes 24: “Restaurado por el Maestro”

Lea: Colosenses 3:8-17
«Y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.» Colosenses 3:10

Biblia en un año: Ester 9–10; Hechos 7:1-21

A través de los siglos, se ha intentado muchas veces restaurar las obras de arte deterioradas por el tiempo. Aunque algunos de estos esfuerzos han preservado con destreza la obra original de los artistas, en ciertos casos, han dañado la labor de genios, como, por ejemplo, estatuas griegas antiguas y, al menos, dos pinturas de Leonardo da Vinci.
En su carta a los cristianos en Colosas, Pablo describió un proceso de restauración imposible en el mundo del arte: la restauración del pueblo de Dios. El apóstol escribió: «… habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno» (Colosenses 3:9-10).
No se trata de un intento de renovar la obra de un artista fallecido. Es una restauración espiritual realizada por el Dios vivo, quien nos creó y nos dio nueva vida en su Hijo Jesucristo. Su gracia nos permite ver con mayor claridad su propósito para nosotros.
El lienzo de nuestra vida está en las habilidosas manos de nuestro Señor, quien sabe bien para qué fuimos diseñados. No importa cuán sucios o dañados por el pecado estemos; hay esperanza para una renovación y restauración. 
El Maestro Artista está vivo y obrando en nosotros.

Jesús es especialista en restauraciones. 
                                                 
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Redimido para vida eterna


Redimido para vida eterna

Lectura Diaria para hoy, Lunes 23: “Papá conoció a Jesús”
(Randy Kilgore)
Lea: 1 Timoteo 1:15-17
«… fui recibido a misericordia […] para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.» 1 Timoteo 1:16

Biblia en un año: Ester 6–8; Hechos 6

Mi abuelo, mi padre y mis hermanos eran hombres duros a los que, comprensiblemente, no les gustaba que los demás les «impusieran su fe». Cuando a mi padre, Howard, le diagnosticaron un cáncer rápido y letal, yo estaba tan preocupado que aprovechaba cada oportunidad para hablarle del amor de Jesús. Inevitablemente, él terminaba la charla con un cortés, pero firme: «Sé todo lo que necesito saber».

Prometí no volver a plantear el tema y le regalé unas tarjetas que hablaban del perdón que Dios ofrece, las cuales podía leer cuando quisiera. Entregué a mi papá en manos de Dios y oré. Un amigo también le pidió al Señor que lo mantuviera con vida lo suficiente como para que conociera a Jesús.

Una tarde, me llamaron para avisarme que mi padre había fallecido. Cuando me encontré con mi hermano en el aeropuerto, me dijo: «Papá quería que te dijera que le pidió a Jesús que perdonara sus pecados». «¿Cuándo? —pregunté—. La mañana en que falleció». Dios le había mostrado misericordia, como lo hizo con nosotros (1 Timoteo 1:16).

A veces, hablamos del evangelio; otras, contamos nuestra historia; y, aun otras, simplemente mostramos a Cristo con nuestro ejemplo y nunca dejamos de orar. Sabemos que la salvación es, al fin y al cabo, obra de Dios, y no algo que nosotros podamos darle a una persona.

El Señor es misericordioso y, sin importar cuál sea el resultado de nuestras oraciones, podemos confiar en Él.

Nosotros plantamos y regamos, pero Dios produce el crecimiento.
                                                
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El Pastor Supremo


El Pastor Supremo


Lectura Diaria para hoy, Jueves 19: “Te presento a Shrek”
Lea: Ezequiel 34:11-16
«… yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.» Ezequiel 34:11


Shrek era una oveja desertora. Se alejó de su rebaño y estuvo perdida durante seis años. La persona que la encontró viviendo en una cueva en un lugar alto y escarpado de Nueva Zelanda, no se dio cuenta de que era una oveja. «Parecía una especie de bestia bíblica», declaró. En cierto modo, lo era. Shrek era un cuadro de lo que les sucede a las ovejas que se separan de su pastor.

Tuvieron que bajarla de la montaña, porque tenía la lana tan larga y pesada (27 kilos) que no podía caminar sin ayuda. Para aliviarla del peso de su rebeldía, la colgaron cabeza abajo, para que se quedara quieta y no se lastimara cuando el esquilador le cortaba el pesado vellón.

La historia de Shrek ilustra la metáfora que utilizó Jesús cuando se autodenominó el Buen Pastor (Juan 10:11), y cuando Dios se refirió a su pueblo como sus ovejas (Ezequiel 34:31). Tal como Shrek, no tomamos buenas decisiones cuando lo hacemos a solas, y el peso de las consecuencias nos aplasta (Ezequiel 33:10). 

Para aliviar ese peso, tal vez tengamos que caer de espaldas durante un tiempo. Y, cuando terminamos en esta posición, es bueno permanecer quietos y confiar en que el Buen Pastor hará su obra sin lastimarnos.

Dios nos entrena para que crezcamos en la fe. 


                                                 
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