Estudio Bíblico para hoy, Lunes 16 de Noviembre, 2020. No 1136
“La Iglesia Protestante Evangélica”
Por: Dr. CF Jara.
«Y Jesûs decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» (Lucas 23:34)
Hermanos, la mayor parte de los Evangélicos pensamos que nuestra iglesia es perfecta y tenemos la tendencia de fijarnos en la paja del ojo ajeno de otras religiones. Entonces, criticamos a los hermanos católicos, musulmanes, mormones, testigos, judíos y hasta a los ateos, pero nos olvidamos del tronco de palo que tenemos incrustado en nuestros propios ojos. En este estudio, hablaremos acerca de las cosas terribles que suceden en la iglesia del Señor Jesucristo y de las razones por las que los creyentes Cristianos dejan la congregación para no volver nunca. Aunque usted no lo crea.
DIOS NO Creó las Religiones, ni las Denominaciones
A esta hora en el mundo, hay cuatro religiones principales de donde se derivan doce ramas religiosas:
La religión nos hace dependientes de hombres, cosas, ceremonias, artefactos creados por el hombre, etc., para afirmarnos a DIOS. Entonces el hombre pierde a DIOS en la religión, que, en lugar de incrementar, fortificar, engrandecer la relación con el Señor, la vuelve, rutinaria, vacía, inútil, lastimera, derrotada.
Breve Historia de la Iglesia Protestante
Para empezar, es necesario recordar que la primera comunidad religiosa del Cristianismo, no es la Católica -como el catolicismo sostiene equivocadamente- sino la Cristiana, de acuerdo al apodo o sobrenombre que los habitantes de Antioquia usaron alrededor del año 40 d.C. para identificar al grupo de seguidores de Jesûs que continuaron predicando Su mensaje, siete años después de Su resurrección y ascensión a los cielos.
Esta primera iglesia creció y se extendió por los siguientes tres siglos hasta que, en el año 315 d.C., el emperador romano Constantino decide unir esta iglesia Cristiana con la pagana politeísta romana, lo que dio lugar el nacimiento de la iglesia Universal o Católica, que, para los efectos de la escatología bíblica, es el mismo imperio romano, pero que no basa sus conquistas territoriales y dominio mundial a través de las guerras sino a través de la masificación de una religión que enfoca su adoración a otro personaje que no es Jesucristo.
Por ello, una parte de los Cristianos no aceptaron ser parte de esta nueva iglesia debido a sus prácticas idólatras, y se mantuvieron alejados por los próximos 15 siglos viviendo en lugares apartados como desiertos y montañas. Entonces aparecen los monasterios e iglesias Ortodoxas Griega, Albana y Rusa, así como la iglesia Copta Egipcia, la iglesia nómada de Etiopía y otras, todas las cuales se mantuvieron fieles a la Didajé, que es la liturgia original de los Apóstoles. Desde su auto confinamiento, los miembros de estas comunidades ermitañas mantuvieron su oposición abierta a la jerarquía católica, la cual había decidido mantener escondida la Biblia con el pretexto de que solo gente erudita podía leerla.
Es en el siglo 10, cuando se empezaron a levantarse manera pública, las primeras voces protestantes, como por ejemplo:
Los Paulicians, siglo 6 al 9;
Los Tondrakianos, siglo 9 al 11;
Arnoldo de Brescia (1090-1155)
Los Bogomils, siglo 11;
Peter Waldo (1140-1205)
Los Petrobrusianos, siglo 12;
Los Henricanos, siglo 12;
Los Brethren of the Free Spirit, siglo 13;
John Wycliffe (1320-1384)
Los Dulcinianos, siglo 13 y 14;
John Hus (1369-1415)
Jerome of Prague (1379-1416)
Peter Chelčický (1390-1460)
Los Neo-Adamitas, incluyendo los Taboritas, siglo 13,
Los Picardos y Begardos, siglos 13 al 15;
Los Hombres del Entendimiento, siglo 15.
Girolamo Savonarola (1452-1498)
Tomáš Štítný ze Štítného (1333-1409)
Para el siglo 17 nace en Inglaterra John Wesley, quien promovió junto con su hermano Charles, un gran avivamiento tanto en su país como en Estados Unidos. Este movimiento da origen a la iglesia Metodista, de la que luego, en el siglo 18 nace la iglesia Adventista y el Ejército de Salvación. A comienzos del siglo 20 nace la iglesia Pentecostal que da lugar a otras tantas denominaciones como la Evangélica, Discípulos de Cristo, el Movimiento de Santidad, Independiente, Unitaria, Mesiánica, Carismática, etc., para nombrar las más importantes.
La mayor parte de estas iglesias basan sus doctrinas en el ser Trinitario de DIOS, es decir, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Pero también hay iglesias -aunque algunos las consideran sectas- que no basan su doctrina en la Trinidad, como los Testigos de Jehová, los Santos de los Últimos Días, etc.
Las Doctrinas Dividen
Las doctrinas protestantes tienen el mismo efecto que la religión, porque también guían la mirada de los creyentes a cosas creadas por el hombre. Muchos creyentes Evangélicos Protestantes basan su fe en lo que las doctrinas de su denominación dicen acerca de DIOS, y eso es religiosidad que abre las puertas a la idolatría. Es la religiosidad la que ha llevado al creyente Protestante a levantar fastuosos edificios a los que llaman la casa de Dios; a llenar sus altares con shows de luces y colores y con cantantes, músicos y coros que no siguen ningún protocolo espiritual de consagración. Las iglesias Protestantes practican devotamente (religiosamente) las mismas fiestas paganas que las otras iglesias pero que no enaltecen el nombre santo del Redentor. En las iglesias Protestantes, los creyentes ensalzan y hasta idolatran a sus pastores, “apóstoles”, “profetas”, a quienes elevan a las mismas alturas de gloria que solo le pertenecen a Jehová de los Ejércitos, el Alfa y la Omega, el Todopoderoso, el Santo de los santos, el Rey de reyes, el Señor de señores.
En lugar de que la iglesia Protestante Evangélica se haya metido en el mundo, es el mundo el que ha invadido sus pasillos, templos, bancas y altares. En ese ambiente aparecen los conflictos y las doctrinas apóstatas, cuyo resultado final es el alejamiento de miles de Creyentes de los templos, provocando una crisis nunca vista en la institución creada para ofrecer precisamente lo contrario. Las doctrinas de los hombres han preparado un infernal sancocho espiritual para que el enemigo de las almas se dé un despiadado festín.
Los eruditos dicen que las tres principales razones por las que los creyentes deciden no congregarse nunca más en los templos son:
1) Los mismos hermanos en la fe,
2) Los pastores, y
3) Las doctrinas que se predican.
La Iglesia Hipócrita
Hermano, si usted es evangélico, protestante, metodista o pentecostal, es muy probable que usted ande por todo lado con el pecho erguido y respirando orgullo cristiano, pues cree que usted es mejor que muchos -quizá todos- los que le rodean. Pero perdóneme que le quite su orgullo. En el libro “UnChristian” (Gabe Lyon y David Kinnaman,) los autores revelan al mundo Cristiano una terrible verdad: “Solo uno de cada diez habitantes del mundo, tienen un buen concepto de aquellos que dicen ser Cristianos. Los otros nueve nos califican con más de setenta adjetivos despectivos que van desde hipócritas hasta insensibles.” ¿Quiere más?
Daniel White en su libro “Iglesias que Duelen” destapa una realidad que huele a podrido. White dice que “las iglesias cristianas son como hospitales espirituales donde llegan los heridos espirituales, pero en lugar de sanarse, muchos se van, más heridos que antes, para no volver nunca más.” En la investigación que hacen White y otros autores acerca de las razones por las que los creyentes se van de las iglesias, la razón número uno es que, dentro de estas iglesias pentecostales, metodistas, luteranas, etc., hay un inmenso ejército de chismosos, cuenteros, envidiosos, murmuradores, vanidosos, sembradores de conflictos entre hermanos. Pero a la misma vez, hay un inmenso número de pastores que tienen miedo enfrentar a estos chismosos porque muchos de los chismosos son ellos mismos y/o sus “líderes,” los cuales generalmente son laicos, sin ninguna preparación ni teológica ni secular en el área administrativa y liderazgo y que son elegidos solo porque son amigos del pastor, son sus “recomendados” o son los que dan más dinero. White dice que “en las iglesias cristianas, el diablo solo tiene que sentarse a esperar, pues los mismos cristianos harán su trabajo de hundir a sus hermanos de la fe.”
La Cobardía
La segunda razón por la que los creyentes se van de las iglesias son los pastores. El llamado de DIOS a un hombre para que lo sirva en un ministerio no es fácil, de ninguna manera. Las crisis son parte del moldeado de DIOS en las vidas de los creyentes, pero también de los pastores. El que un pastor pase por una crisis no significa que haya pecado necesariamente, cuidado. Sin embargo, el pastor va a enfrentar de seguro la oposición despiadada del enemigo que va a querer tumbarlo con todo: pondrá al frente mujeres fáciles expertas en seducción; lo rodeará de traidores; su misma congregación lo dejará solo en los momentos más excruciantes; la crisis económica golpeará sus finanzas; la soledad lo hundirá en depresión; las crisis familiares azotarán su casa. Pero el Señor ha dicho a Sus siervos que de todas ellas los librará, si se mantienen fieles a Sus edictos. Las crisis, hermanos, o nos acercan más al Señor, o nos alejan de Êl.
Muchos pastores honran su llamado con valentía y honor, y merecen el reconocimiento. Pero muchos otros en cambio, se olvidan del Señor, dejan de orar y comienzan a buscar soluciones humanas a sus problemas espirituales. Desarrollan estrategias que incluyen la prédica de doctrinas incompletas o falsas (anatemas) Por ejemplo, si enfrentan una crisis financiera, se enfocan más en los diezmos y ofrendas que en orar y clamar la ayuda del Señor. Y como saben que el 70% de la congragación son mujeres y son ellas las que diezman más que los hombres, no predican o alteran el mandato bíblico de la sujeción de la mujer al hombre. Tampoco predican los llamados fuertes que hacen Jesûs y los apóstoles a los hombres a arrepentirse y a dejar la vida de pecado, porque indisponen a la congregación.
Por otro lado, se supone que la principal tarea de un pastor, antes incluso de predicar, es de velar por el bienestar espiritual de su grey. En otras palabras, si un creyente dejó de asistir, o llama clamando por oración o consejería, o incluso por ayuda financiera, los pastores están supuestos a responder a estas necesidades de la gente que le ha sido confiada y cuidarlos como un pastor cuida a sus ovejas. Pero hay muchos “pastores” de muchas iglesias, grandes o pequeñas, que se han olvidado de esta misión. En las iglesias grandes, el pastor “senior” está siempre ocupado, pero tiene a su alrededor 3, 4, 5, 10, 15 asistentes o como se han dado en llamarlos graciosamente en estos días “pastores recurso.” Recurso de qué será porque éstos también están muy ocupados por lo que no tienen tiempo para visitar a los necesitados durante la semana. Sin embargo, estos “recurso” si tienen tiempo para lucirse el domingo en los altares a donde les llaman para exaltarlos y ahí se pavonean, sin darse cuenta de que hay muchos ojos que los miran y muchos corazones que juzgan su inoperancia y falsedad.
Y lo más insólito, desvergonzado y anticristiano, es el hecho de que, si necesitas ayuda, consejería o un documento de membrecía, te lo facilitan siempre y cuando estés en “buen estatus como miembro” osea, si has dado tus diezmos religiosamente. Si no es así, no tienen ningún empacho ni temor de DIOS para negarte el pedido o no contestar tu llamada.
Todo esto genera una gran confusión tanto entre los nuevos en la fe como en los maduros quienes terminan alejándose y deambulando por mucho tiempo en busca un nuevo hogar espiritual. Unos lo logran, otros, nunca. Estas realidades golpean los cielos, conmueven el trono de DIOS, desatan tormentas espirituales innecesarias, pues aquellos que somos redimidos por la sangre de Jesûs deberíamos poner nuestra mirada en el Cristo de la gloria, porque Êl es el único que no falla, que siempre llega a tiempo y que tiene un mejor plan que el humano.
Lobos Disfrazados de Ovejas
La única doctrina que Jesûs predicó fue la del amor y perdón constantes: «Ama a DIOS sobre todas las cosas -dijo- con todo tu corazón, con toda tu mente, con toda tu alma, con todas tus fuerzas; y ama a todo aquel que esté junto a ti, en tu casa, en la calle, en la plaza, conocido o desconocido, de la raza, religión, país que sea, de la misma manera como tú te amas.» Nadie en sus cinco sentidos es capaz de hacerse daño, por lo tanto, por qué habría alguien de hacer daño a otro ser humano. Mas Satanás, cuando está metido en el corazón de los humanos, los lleva a ofender, herir, robar y hasta matar a otros.
Las prédicas pastorales deberían hacerse alrededor del nuevo mandamiento que Jesûs nos dejó, acerca de Su vida, Sus milagros y Sus grandes enseñanzas. Pero también acerca de los tiempos del fin en los que vivimos, del llamado de Jesucristo a la humanidad al arrepentimiento, y de la necesidad de justificarnos cada día en la sangre bendita de Jesûs pues el reloj bíblico ya marca el tiempo donde el Anticristo va a aparecer en la tierra en cualquier instante, provocando los tiempos terribles de la tribulación. En lugar de eso, muchos pastores predican temas como:
-- “Hoy se acaba tu sufrimiento,” como si Jesûs no nos habría advertido que sufriremos hasta el fin de nuestros días;
-- “Hoy declaro que la prosperidad llega a tu casa,” como si Jesucristo no nos hubiera aconsejado que pongamos nuestra mirada en las cosas de DIOS en lugar de las cosas de este mundo.
-- “Hoy un milagro llegará a tu vida” como si estar vivos no fuera ya un milagro de parte de DIOS.
Las advertencias del Señor de que en estos tiempos se levantarán los falsos profetas se han cumplido. Vemos en la televisión y en las páginas sociales a estos predicadores de la prosperidad, anatema del infierno, que se auto ordenan como “apóstoles” y tienen al dinero en el centro de su ministerio. Lobos falaces con piel de pastores que mal guían a miles a los caminos de perdición, a pesar de que Pablo dice claramente que él fue el último apóstol de Jesucristo. Otros en cambio se auto declaran “profetas” y dizque “profetizan” sobre la vida de otros, como si la Biblia no dijera que TODAS las cosas ya han sido reveladas. Profetas de qué o de quién serán.
Hermanos queridos, estos no son tiempos ni de profetas ni de apóstoles sino de los Jueces: los pastores, evangelistas, maestros y todos los cristianos deberíamos estar predicando el mensaje de arrepentimiento, pues la hora del Juicio Final ya se ha dado y el Rapto o Arrebatamiento de la iglesia puede ocurrir esta misma noche.
Tiempo de Perdón y Reconciliación
Tanto las religiones como las denominaciones terminan separando a los hombres y sembrando odio entre ellos. Unos se creen mejores que otros y los otros dicen que su doctrina es la perfecta, que su religión es la que regirá en el milenio. Pero Jesús nos vino a decir que la verdadera fe se reduce a dos cosas, «amar a DIOS sobre todas las cosas, y a amar a los otros seres humanos como a nosotros mismos.» Jesûs no hizo acepción de personas, razas, color de piel, nacionalidad, etc., pero tampoco de religiones ni denominaciones. La Biblia no registra palabras del Señor que haya dicho algo como «ama a todos los que creen en lo que tú crees y son como tú eres» sino «ama a tu prójimo (todos los seres humanos) como a ti mismo; no juzgues porque el que juzga, será juzgado; perdona para que tú recibas perdón, y ama, porque por amor a ti, Cristo se entregó a muerte horrenda en la cruz.» Alabado sea Su Nombre Santo.
En el griego antiguo, la palabra ‘ekklesía’ (iglesia) no se refiere a los templos, sino a los creyentes, cuyos cuerpos de carne y sangre deben ser los “templos” del Espíritu Santo. Jesûs no vino a fundar ninguna religión ni a construir iglesias de ladrillos o peor, a pedir dinero, o a juzgar y condenar a los pecadores. El Señor vino a entregar Su mensaje de perdón, esperanza y redención, el mismo que ha perdurado por los dos milenios desde Su resurrección hasta la fecha y estará en la tierra hasta dentro de bien poquito porque el tiempo marcado para el regreso del Señor se ha cumplido.
Hermano, si estas alejado de la iglesia porque tu pastor o algún hermano te trató mal, o porque fuiste engañado pues te pidieron dinero por un milagro que nunca se cumplió, o porque querías servir, pero por la envidia y maldad de alguien te cerraron la puerta, o porque tu pastor comenzó a predicar cosas que no están en la Biblia, hoy es el tiempo del perdón y la reconciliación. Este llamado a perdonar a los que te hicieron daño y a reconciliarte con el concepto de asamblea de creyentes que Jesûs fundó en la tierra, no llega a tu vida por una coincidencia sino para bienestar tuyo. El Señor nos manda a perdonar, pero eso no significa que tendremos que volver a sentarnos en la mesa de los escarnecedores, difamadores o hacedores de maldad, sino porque el perdón trae restauración y paz a nuestras vidas.
Aquel que murió en la cruz por nosotros nos llama a emularlo en todas las cosas, a enarbolar Su estandarte cuyo lema es: “Amor y Perdón; Perdón y Amor, en todo tiempo y para con todos.” Debemos perdonar en cada paso que damos a todos aquellos que nos hacen mal, y amar a todos los seres humanos como a nosotros mismos, por encima de sus defectos y maldades, porque yo NADIE es perfecto ni bueno. Bueno y Perfecto es solo DIOS.
Por eso, mi amado hermano, hoy el Señor te pide que pongas tus ojos en el Cristo de la gloria, en el Redentor de tu vida, en la fuente del amor más puro, diáfano y eterno, en el Vencedor de la muerte, y perdones de corazón a todos y cada uno de aquellos que te ofendieron dentro de la iglesia. Jesucristo hará lo demás, restaurará tu vida, tu corazón, tu fe, y así podrás estar listo para cuando llegue el tiempo malo, porque el Señor vendrá por ti, te dará un cuerpo incorruptible, y te llevará a morar con nuestro Rey celestial por los siglos de los siglos.
Jesûs no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Lo que Êl te ha prometido, Êl te lo cumplirá. Lo que Jesûs ha prometido a Su pueblo, Êl lo hará.
Oración
«Bendito Abba, Padre de la humanidad, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo, Santo. En Ti descansan mi vida, mis sueños, necesidades, tristezas, alegrías, mis temores y soledades; pero también mis errores y transgresiones. En Ti encuentro la paz para mi alma y el agua de vida para mi espíritu. Tû eres el aliento de vida que me despierta cada mañana. En Tu Palabra poderosa me edifico, mi fe encuentra el combustible, y puedo seguir adelante en esta jornada terrenal. Hoy te imploro Padre Santo, que bendigas grandemente a la persona que está leyendo este mensaje. Que Tu Santo Espíritu toque su corazón, y reconozca que necesita perdonar y volver a confiar en Ti, en Tu amor eterno e incomparable. Te lo pido humildemente y te doy las gracias en el santo nombre de Tu Hijo amado Yeshûa HaMashiah, sabedor de que Tû harás conforme al poder de Tu santo y Todopoderoso Nombre, amén y amén.»
הילה היא רק של ישוע המשיח
Jesucristo es el dueño de toda la gloria.
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