Niños espirituales


Niños espirituales

Lectura Diaria para hoy, Jueves 3: “Cuidado tierno y amoroso”
(Dennis Fisher)
Lea: 1 Tesalonicenses 2:1-7
«Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.» 1 Tesalonicenses 2:7

Biblia en un año: Job 25–27; Hechos 12

El pasatiempo de Marcos es una pequeña granja. Hace poco, cuando fue a ver las vacas que criaba, ¡se sorprendió al ver un ternero recién nacido! Cuando compró el ganado, no sabía que había una preñada. Lamentablemente, la vaca tuvo complicaciones y murió poco después del parto. De inmediato, Marcos compró leche en polvo para alimentar al ternero con un biberón. «¡El ternero cree que soy su madre!», dijo él.

Esta tierna historia del nuevo papel de Marcos me recuerda a Pablo, cuando se comparó con una madre amorosa, al ocuparse de los creyentes en Tesalónica: «Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos» (1 Tesalonicenses 2:7).

Pablo adoptaba la actitud de una nodriza cuando le enseñaba a la gente. Sabía que los creyentes necesitaban «la leche» de la Palabra de Dios para crecer espiritualmente (1 Pedro 2:2), pero también prestaba especial atención a las necesidades de aquellos a quienes cuidaba: «… sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios» (1 Tesalonicenses 2:11-12).

Al servirnos unos a otros, hagámoslo con el cuidado tierno y amoroso de nuestro Salvador, estimulándonos en nuestra travesía espiritual (Hebreos 10:24).

Dios derrama su amor en nuestro corazón para que fluya hacia los demás. 

                                                
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Andad sabiamente


Andad sabiamente

Lectura Diaria para hoy, Miércoles 2 de Julio: “Hazlo atractivo”
(Dave Branon)
Lea: Colosenses 4:2-6
«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo.» Colosenses 4:5

Biblia en un año: Job 11–13; Hechos 9:1-21

Se cuenta la historia de un muchacho que, hace mucho tiempo, estaba a bordo de un tren de pasajeros, intentando ganar dinero con la venta de manzanas. Atravesó el vagón, mientras pregonaba: «¡Manzanas! ¿Quién quiere comprar una manzana?». Cuando llegó al final del vagón, todavía tenía una bolsa llena de fruta y nada de dinero.

Un caballero que notó su apuro lo llevó aparte y le pidió que le mostrara una manzana. Se dirigió al frente del tren, pulió la fruta a la vista de todos con una servilleta, y caminó por el pasillo comiendo la manzana y comentando lo deliciosa y refrescante que era. Entonces, le dijo al muchacho que volviera a intentarlo. Esta vez, vendió todo lo que tenía. ¿La diferencia? Las manzanas se habían vuelto atractivas para los clientes en potencia.

Esta historia nos recuerda una manera en que podemos interesar a los demás en el evangelio de Jesucristo: tenemos que mostrárselo en forma atractiva, demostrándoles el impacto que ha producido en nuestra vida. La mejor manera de lograrlo es seguir las palabras de Pablo en Colosenses 4:5. «Compórtense sabiamente con los que no creen en Cristo», aconsejó el apóstol, «aprovechando al máximo cada momento oportuno» (nvi). 

Si demostramos amabilidad, amor y compasión a los demás, los que nos observan se preguntarán por qué; y eso puede darnos la oportunidad de hablarles de la belleza del amor de Dios hacia ellos.

La belleza de una vida transformada puede atraer a otros hacia Aquel que nos embellece. 


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Resucitó


Resucitó

Lectura Diaria para hoy, Martes 1 de Julio: “¿Quién es este hombre?”
(Dave Branon)
LEA: Mateo 27:32-44
«Nuestro Señor Jesucristo […] fue declarado Hijo de Dios con poder […] por la resurrección de entre los muertos.» Romanos 1:3-4

Biblia en un año: Job 20–21; Hechos 10:24-48

Cuando una talentosa entrevistadora visitó una zona frecuentada por muchos estudiantes universitarios para preguntarles qué pensaban de Jesús, las respuestas mostraron respeto hacia Él. Uno dijo que era «una persona que se ocupaba de la gente». Otro declaró: «Parece ser un tipo genial». Algunos lo rechazaron abiertamente: «Era como cualquier otro. No creo que fue el Salvador». Y otros afirmaron: «No acepto ningún sistema de fe que diga “Yo soy el único camino a Dios”». Algunas personas cuestionan de manera respetuosa quién es Jesús y otras lo rechazan.

Hace 2.000 años, cuando el Señor se enfrentó a la muerte, muchos se burlaron de la idea de que fuera alguien especial: «Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: este es jesús, el rey de los judíos» (Mateo 27:37). Los que dijeron: «Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo» (v. 40), dudaban de su poder. Los religiosos incluso declararon: «A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar…» (v. 42).

Al morir, Jesús tal vez parecía carecer de poder, pero, cuando leemos la historia completa, vemos que entregó su vida en forma voluntaria. Cuando salió de la tumba, demostró ser el Hijo de Dios y tener poder ilimitado.

Capta el valor de su muerte y contempla el poder de su resurrección. ¡Él es el Salvador del mundo!

La resurrección de Cristo significó la muerte de la muerte.


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Confesar los pecados


Confesar los pecados

Lectura Diaria para hoy, Lunes 30: “El gran regreso”
(Bill Crowder)
Lea: 1 Juan 1
«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.» 1 Juan 1:9

Biblia en un año: Job 17–19; Hechos 10:1-23

Chad Pennington es un ex jugador de fútbol americano que sufrió muchas lesiones que amenazaron su carrera. Dos veces, estas lesiones lo obligaron a someterse a cirugías, meses de terapia física y semanas de entrenamiento para poder volver al campo. Sin embargo, las dos veces, no solo regresó a jugar, sino que sobresalió de tal manera que le dieron el premio al mejor jugador retornado del año en la Liga Nacional de Fútbol Americano. Para Pennington, sus esfuerzos fueron una expresión de su determinación de volver a jugar.

En el ámbito espiritual, cuando el pecado y los fracasos destruyen nuestra relación con Dios y nos dejan en el banquillo en cuanto a nuestro servicio, la determinación sola no puede restaurar la comunión con el Señor y la productividad en su obra. Cuando el pecado nos envía al banco de suplentes, el camino de regreso es la confesión: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).

Para poder recuperarnos de nuestros fracasos espirituales, tenemos que depender completamente de Aquel que se entregó por nosotros. Esto nos da esperanza. Cristo, quien murió por nosotros, nos ama con amor eterno y responde con gracia cuando le confesamos nuestras faltas.

Mediante la confesión, podemos hallar su restauración misericordiosa: la mayor reaparición de todas.

La confesión es el camino a la restauración.

Sabiduría de lo alto


Sabiduría de lo alto

Lectura Diaria para hoy, Viernes 27: “Sabiduría de lo alto”
(Jennifer Benson Schuldt)
Lea: 1 Samuel 24:1-10
«Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica...» Santiago 3:17

Biblia en un año: Job 3–4; Hechos 7:44-60

Si Kiera Wilmot hubiera realizado su experimento durante su clase de ciencias en la escuela secundaria, probablemente habría obtenido una calificación de sobresaliente. En cambio, fue acusada de provocar una explosión. Aunque había planeado que su profesor aprobara el experimento, sus compañeros de clase la persuadieron para que lo realizara fuera del salón de clases. Cuando mezcló los químicos dentro de una botella plástica, esta explotó y, sin intención, asustó a varios de sus compañeros.

El Antiguo Testamento cuenta la historia de otro caso de presión de personas del entorno. David y sus hombres estaban escondidos de Saúl en una cueva, cuando entró el rey (1 Samuel 24). Los compañeros de David le sugirieron que Dios les había entregado a Saúl en sus manos, y lo instaron a que lo matara (vv. 4, 10). Creían que, de esta manera, podrían dejar de esconderse y que David se transformaría en rey. Pero David no quiso dañar a Saúl, porque este era «el ungido del Señor» (v. 6).

A veces, la gente nos sugiere que hagamos algo que parece gratificante o práctico en el momento. Pero hay una diferencia entre la sabiduría mundana y la espiritual (1 Corintios 2:6-7). La sabiduría de lo alto «… es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia…» (Santiago 3:17).

Cuando otros nos instigan a hacer algo, podemos pedirle a Dios que influya en nuestra respuesta. Aquel que obtiene su sabiduría de lo alto es verdaderamente sabio.

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