Y Jesús perdonó los pecados del paralítico

Lunes 9 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Guiar a nuestros amigos a Jesús”
(Por david c. mccasland)

Leer: Marcos 2:1-12
«… Jesús […] dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.» Marcos 2:5

La Biblia en un año: Jeremías 43–45; Hebreos 5

Durante mi niñez, una de las enfermedades más temidas era la poliomielitis, llamada a menudo «parálisis infantil» porque atacaba mayormente a los niños. Antes de que apareciera la vacuna preventiva, a mediados de la década de 1950, miles de personas se infectaron y murieron en todo el mundo.

En la antigüedad, la parálisis se consideraba una enfermedad incurable. Sin embargo, un grupo de hombres estaba convencido de que Jesús podía ayudar a su amigo paralítico. Por eso, mientras Jesús predicaba en Capernaum, cuatro de ellos lo llevaron hasta allí. Como la multitud les impedía acercarse al Señor, «quitaron parte del techo donde estaba Jesús, hicieron una abertura, y por ahí bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico» (Marcos 2:1-4 rvc).

«Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados» (v. 5), y agregó: «Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa» (v. 11). ¡Qué maravilla que, en respuesta a la fe de aquellos hombres que llevaron a su amigo, Jesús le perdonó sus pecados y lo sanó!

Cuando un amigo enfrenta un problema físico grave o una crisis espiritual, tenemos el privilegio de unirnos en oración y guiarlo a Jesús, el único que puede satisfacer las necesidades más profundas.
Señor, hoy traigo a mis amigos ante ti en oración.

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Él adiestra mis manos para la batalla

Viernes 6 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Él adiestra mis manos”
(Por Jaime Fernández Garrido)

Leer: Éxodo 4:10-17
«Bendito sea el Señor, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra.» Salmo 144:1

La Biblia en un año: Jeremías 37–39; Hebreos 3

Cuando David Wood jugaba para el Taugrés de Baskonia, estuve con él en la final de la Copa de Baloncesto de España. Antes de un partido, leyó el Salmo 144:1: «Bendito sea el Señor, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra». Luego, me miró y dijo: « ¿Ves? ¡Es como si Dios hubiese escrito este versículo justo para mí! ¡Él adiestra mis manos para atrapar rebotes y mis dedos para lanzar el balón!».

David sintió que el Señor lo llamaba para que jugara basquetbol y aprendió que Él nos capacita para llevar a cabo lo que nos llama a hacer.

A menudo, nos desvalorizamos al pensar que no tenemos nada que ofrecerle a Dios y que somos prácticamente inútiles. Moisés también se sintió incapaz cuando el Señor se le apareció y le asignó la tarea de decirles a los israelitas que los liberaría de la esclavitud en Egipto (Éxodo 3:16-17). Por eso, respondió: «nunca he sido hombre de fácil palabra […]; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua» (4:10).

Es probable que también tuviera miedo, pero Dios compensó la ineptitud del patriarca con su suficiencia, y le dijo: «Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar» (v. 12).

En las manos poderosas del Señor, podemos ser de bendición.
El llamado de Dios para una tarea incluye su poder para cumplirla.

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El necio

Jueves 5 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Frases enfurecidas”
(Por Shelly Beach)

Leer: Salmo 86:1-13
«El necio da rienda suelta a toda su ira…» Proverbios 29:11

La Biblia en un año: Jeremías 34–36; Hebreos 2

Es probable que los vecinos no supieran qué pensar cuando me vieron por la ventana un día de invierno, parada frente al garaje con una pala en las manos y golpeando ferozmente un bloque de hielo en la alcantarilla. Con cada golpe, vociferaba frases temáticas: «no puedo hacerlo»; «no esperen que lo haga»; «no tengo suficiente fuerza». Además de cuidar niños y tener otras responsabilidades, debía lidiar con el hielo… ¡no aguantaba más!

Mi enojo estaba envuelto en una serie de mentiras: «me merezco algo mejor»; «con Dios, no basta»; «a nadie le importa».

Cuando el enojo nos atrapa, caemos en la amargura y nos estancamos. El único remedio es la verdad, y esta verdad es que Dios, en su misericordia, no nos da lo que merecemos: «Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan.» Salmo 86:5. Él también es más que suficiente (2 Corintios 12:9).

Sin embargo, para descubrir estas verdades, tal vez sea necesario que nos detengamos, dejemos la pala de nuestros esfuerzos personales y tomemos la mano llena de gracia y misericordiosa de Cristo. Dios es lo suficientemente grande como para escucharnos y, además, amoroso como para mostrarnos, en su momento, hacia dónde ir.

Gracia: recibir lo que no merecemos. Misericordia: no recibir lo que merecemos.
Padre, que nada me distraiga de ti.


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DIOS fuerte y celoso

Miércoles 4 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Nuestro Dios celosos”
(Por Mart De Haan)

Leer: 2 Corintios 11:1-4
«… el Señor, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es.» Éxodo 34:14

La Biblia en un año: Jeremías 32–33; Hebreos 1

En 2014, una investigadora usó un perro de peluche para demostrar que los animales pueden sentir celos. Pidió a varios dueños de perros que mostraran afecto hacia el animal irreal delante de sus mascotas. Así descubrió que tres de cada cuatro perros reaccionaban con una supuesta envidia. Algunos intentaron llamar la atención tocando suavemente a sus amos. Otros trataron de interponerse entre su dueño y el juguete. Y hubo algunos que llegaron a destrozar a sus rivales de peluche.

En un perro, los celos parecen conmovedores, pero, en las personas, pueden generar resultados deplorables. Sin embargo, hay otro tipo de celo: el que refleja maravillosamente el corazón de Dios.

Cuando Pablo les escribió a los corintios, declaró: «os celo con celo de Dios» (2 Corintios 11:2). No quería que fueran «de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo» (v. 3). Esta clase de celo refleja el corazón del Señor, quien le dijo a Moisés al darle los Diez Mandamientos: «Yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso» (Éxodo 20:5).

El celo de Dios no es como nuestro amor egoísta, sino que protege a los que son suyos por creación y redención. El Señor nos hizo para que lo conozcamos y disfrutemos de Él para siempre. ¿Qué más podemos pedir para ser felices?

Padre, que nada me distraiga de ti.

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Hacedlo de corazón

Noviembre 3, 2015.

Nuestro Pan Diario
“La rutina diaria”
(Por david h. roper)

Leer: Efesios 6:5-9
«Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor…» Colosenses 3:23

La Biblia en un año: Jeremías 30–31; Filemón

La escuela secundaria a la que asistí exigía tomar clases de latín durante cuatro años. Ahora valoro haberlo hecho, pero, en aquel entonces, era una tarea pesada. Nuestra profesora creía en la importancia de la repetición. ‘Repetitio est mater studiorum’ —nos recitaba permanentemente; lo cual significaba: «La repetición es la madre del aprendizaje». Pero, para nosotros, no tenía sentido.

Ahora me doy cuenta de que la mayor parte de la vida se trata de eso: repeticiones; cosas aburridas, monótonas y deslucidas que hacemos una y otra vez. El filósofo Kierkegaard afirmó: «La repetición es tan común y necesaria como el pan». Pero agregó: «Es el pan que satisface con bendición».


Se trata de enfrentar cada obligación (sin importar cuán rutinaria, humilde o trivial sea) y pedirle a Dios que la bendiga y la utilice para sus propósitos. De este modo, las rutinas de la vida se convierten en una labor sagrada y con consecuencias invisibles y eternas.

El poeta Gerard M. Hopkins declaró: «Elevar las manos en oración glorifica a Dios, pero también lo hacen un hombre con una [herramienta] en la mano y una mujer con un balde […] si esa es su intención».

Si lo que hacemos es para Cristo, las tareas más rutinarias serán significativas y nos darán gozo.
Señor, que te veamos en nuestra rutina diaria.

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Agua de Vida

Lunes 2 de Noviembre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Agua y Vida”    
(Por Dave Branon)

Leer: Juan 4:1-15
«… el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás…» Juan 4:14

La Biblia en un año: Jeremías 24–26; Tito 2

Cuando Dave Mueller extendió su brazo y giró la llave, el agua comenzó a fluir de la tubería a un balde azul. A su alrededor, la gente aplaudía celebrando que el agua fresca y limpia llegaba por primera vez a su comunidad. Tener una fuente de agua potable le cambiaría la vida a este grupo de kenianos.

Dave y su esposa trabajan arduamente para suplir las necesidades de la gente con la provisión de agua. Sin embargo, no solo se ocupan del H2O, sino que también le hablan de Jesucristo.

Hace 2.000 años, un hombre llamado Jesús se detuvo junto a un pozo en Samaria y habló con una mujer que había ido a ese lugar a buscar agua para saciar su sed física, pero el Señor le dijo que lo que ella necesitaba aun más era agua viva para su salud espiritual.

La historia ha avanzado y la humanidad se ha vuelto más sofisticada, pero la vida sigue dependiendo de la misma verdad: sin agua potable, morimos. Pero lo más importante es que, sin Jesucristo, la fuente de agua viva, estamos muertos en nuestros pecados.

El agua es esencial para la vida: en el aspecto físico, con el H2O; en el espiritual, con Cristo. ¿Ya has probado el agua viva que provee Jesús, el Salvador?

Señor, gracias por morir por nosotros en la cruz y resucitar para satisfacer nuestra sed espiritual y darnos vida.

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La Fe en las pruebas

Viernes 30 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Las Tormentas de la Vida”
(Por Albert Lee)

Leer: Marcos 4:35–5:1 

«… sometida a prueba vuestra fe, […] sea hallada en alabanza, gloria y honra…» 1 Pedro 1:7

La Biblia en un año: Jeremías 20–21; 2 Timoteo 4

En el libro de Marcos, leemos sobre una tormenta terrible. Los discípulos estaban con Jesús en un barco, cruzando el Mar de Galilea. Cuando «se levantó una gran tempestad de viento», los discípulos, entre los cuales había algunos pescadores experimentados, temieron ahogarse (4:37-38). ¿A Dios no le importaba? ¿No habían sido escogidos por Jesús y eran los más cercanos a Él? ¿No estaban obedeciendo al que había dicho que cruzaran a la otra orilla (v. 35)? ¿Por qué estaban atravesando un momento tan turbulento?

Nadie está exento de las tormentas de la vida. Pero, así como los discípulos que en un primer momento tuvieron miedo a la tormenta veneraron más a Cristo después, nosotros también podemos aprender a conocer más a Dios a través de las tormentas que enfrentamos. «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?», se preguntaron los discípulos (v. 41). Nuestras pruebas pueden enseñarnos que ninguna tormenta, por más fuerte que sea, va a impedir que Dios lleve a cabo su voluntad (5:1).

Aunque no entendamos la razón por la cual el Señor permite que enfrentemos pruebas, le damos gracias porque, a través de ellas, llegamos a conocerlo mejor. Vivimos para servirlo porque Él ha preservado nuestra vida.

Señor, ayúdame a mantenerme en calma porque estoy seguro en ti. Las tormentas de la vida demuestran la fortaleza de nuestra Ancla.

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La misericordia de Dios

Jueves 29 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Prohibido tocar la cerca”
(Por Jennifer Benson Schuldt)

Leer: Jeremías 18:1-12

«... Dios […] tenía misericordia de su pueblo.» 2 Crónicas 36:15

La Biblia en un año: Jeremías 18–19; 2 Timoteo 3


Cuando era niña, fui con mis padres a visitar a mi bisabuela, que vivía cerca de una granja. El patio estaba rodeado de una cerca electrificada, que impedía que las vacas entraran y comieran el pasto. Cuando pedí permiso para ir a jugar afuera, estuvieron de acuerdo, pero me explicaron que, si tocaba la cerca, podría recibir una descarga eléctrica.

Lamentablemente, no les hice caso: toqué con el dedo el alambre de púas y me golpeó una corriente lo suficientemente fuerte como para enseñarle una lección a una vaca. En ese momento, me di cuenta de que mis padres me habían advertido porque me amaban y no querían que me lastimara.

Cuando Dios vio a los israelitas que adoraban ídolos en Jerusalén, «envió constantemente palabra a ellos […], porque él tenía misericordia de su pueblo» (2 Crónicas 36:15). Les habló a través del profeta Jeremías, pero el pueblo dijo que seguiría con sus planes (Jeremías 18:12). Por eso, el Señor permitió que Nabucodonosor destruyera la ciudad y capturara a la mayoría de sus habitantes.

Tal vez Dios está advirtiéndote sobre un pecado en tu vida. Si es así, no te desanimes, ya que es una demostración de su compasión (Hebreos 12:5-6). Él ve lo que está por delante y quiere evitarnos futuros problemas.

Señor, que perciba la motivación de tu corazón detrás de tus palabras. 

Las advertencias de Dios son para protegernos; no para castigarnos.


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Mi herencia en los cielos

Miércoles 28 de Octubre, 2015. 

Nuestro Pan Diario 
“¿A dónde apunto?” 
(Por david c. mccasland) 

Leer: Hebreos 10:32-39
 
«… sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.» 

Hebreos 10:34 La Biblia en un año: Jeremías 15–17; 2 Timoteo 2

 

En septiembre de 2011, un incendio voraz destruyó 600 casas en el casco urbano y los alrededores de una ciudad en Estados Unidos. Pocas semanas después, un artículo de un periódico se titulaba: «Las personas que más perdieron se concentran en lo que no se perdió». Allí se describían las abundantes muestras de generosidad de la comunidad y el reconocimiento de quienes habían recibido ayuda. Vecinos, amigos y demás residentes del lugar eran mucho más valiosos que lo que habían perdido. 

El escritor de Hebreos les pidió a los seguidores de Jesús en el siglo I que no olvidaran la valentía con que habían soportado la persecución al principio de su vida cristiana. Se mantuvieron firmes frente a los insultos y la opresión, resistiendo codo a codo con los otros creyentes (Hebreos 10:32-33). «Sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos» (v. 34). No se enfocaban en lo que habían perdido, sino en las cosas eternas que no podían quitarles. 

Jesús dijo a sus seguidores: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mateo 6:21). Cuando nos concentramos en el Señor y todo lo que tenemos en Él, aun nuestras posesiones más valiosas parecen insignificantes. 

Señor, que no pierda de vista lo más importante. 
 
¿En qué estás enfocado hoy?
 

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Si no tengo amor, nada soy.

Martes 27 de Octubre, 2015.

Nuestro Pan Diario
“Perdiste el bus”
(Por Randy Kilgore)

Leer: 1 Corintios 13
«… si tuviese toda la fe, […] y no tengo amor, nada soy.» 1 Corintios 13:2

La Biblia en un año: Jeremías 12–14; 2 Timoteo 1


Hoy escuché las palabras más tristes. Dos creyentes en Cristo discutían sobre un tema. El mayor parecía engreído mientras esgrimía las Escrituras como un arma, atacando los errores que veía en la vida del otro. El más joven parecía cansado del sermón, hastiado de aquella persona y desanimado.

Cuando la conversación estaba a punto de terminar, el mayor hizo un comentario sobre el aparente desinterés del muchacho. «Solías estar tan entusiasmado —señaló, y se detuvo repentinamente—. No sé qué es lo que quieres».

«Usted perdió la oportunidad de amarme —dijo el joven—. Desde que me conoce, parece que lo que más le importa es señalarme todo lo que piensa que hago mal. ¿Qué quiero? Quiero ver a Jesús… en usted y a través de usted».

Si me hubiesen dicho algo así —pensé—, me habría sentido devastado. En ese momento, comprendí que el Espíritu Santo estaba diciéndome que hubo personas a quienes perdí la oportunidad de amar. También me di cuenta de que hubo otras que no pudieron ver a Cristo en mí.

El apóstol Pablo nos dice que el amor debe ser el motor de todo lo que hacemos (1 Corintios 13:1-4). No desperdiciemos la próxima oportunidad de mostrar amor.

Pídele hoy al Espíritu Santo que te muestre a quién no le mostraste amor, y que te dé la oportunidad de decirle que te perdone y empieces a amarlo. 


El amor supera siempre los sermones.


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