Resplandeció


Resplandeció

Lectura Diaria para hoy, Viernes 22: “Vivir en amor”
(Dave Branon)
Lea: Salmo 112
«Resplandeció en las tinieblas luz a los rectos; es clemente, misericordioso y justo.» Salmo 112:4

Biblia en un año: Salmos 110–112; 1 Corintios 5

En el país africano donde vive una amiga mía, el agua es un elemento valiosísimo. A menudo, la gente tiene que recorrer largas distancias para recoger agua en arroyos pequeños y contaminados, lo que genera enfermedades y muertes. A las organizaciones como orfanatos e iglesias les resulta difícil servir a las personas que no tienen agua. Pero eso está empezando a cambiar.

Con el liderazgo de mi amiga y las donaciones generosas de algunas personas que son miembros de iglesias establecidas, están comenzando a cavarse pozos de agua. En este momento, al menos seis pozos nuevos están funcionando, lo que permite que esas iglesias sean centros de esperanza y aliento. Gracias a este suministro de agua, también se podrán abrir un centro de salud y un hogar para 700 huérfanos.

Esta es la clase de amor que puede fluir de los creyentes en Cristo, tras haber experimentado el amor y la generosidad de Dios. Pablo afirma en 1 Corintios 13 que, si no tenemos amor, nuestras voces solo hacen ruido en los oídos de la gente y nuestra fe no significa nada. Y el apóstol Juan declara que, si tenemos posesiones materiales y hacemos algo cuando vemos que otros tienen necesidades, eso demuestra que el amor de Dios mora en nosotros (1 Juan 3:16).

El Señor desea que seamos «compasivos» (Salmo 112:5 rvc) con los necesitados, porque su corazón es misericordioso con nosotros.

La bondad es el cristianismo con ropa de trabajo.

                                                
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Galardón


Galardón

Lectura para hoy, Jueves 21: “Ánimo para el luchador”
(David C. McCasland)
Lea: Hebreos 10:32-39
«No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón.» Hebreos 10:35

Biblia en un año: Salmos 107–109; 1 Corintios 4

Un antiguo adagio señala: «El que mucho abarca poco aprieta». Es sabio no asumir más responsabilidades de las que uno puede manejar. Sin embargo, a veces, es muy probable que nos sintamos abrumados por el tamaño y la dificultad de la tarea que hemos aceptado realizar.

Esto puede suceder también en nuestro andar en Cristo por la fe, cuando nuestro compromiso con Dios parece demasiado pesado para sobrellevar. Pero Él tiene una palabra de aliento para darnos cuando nuestra confianza titubea.

El escritor de Hebreos exhortó a sus lectores a recordar la valentía que habían demostrado durante los primeros días de su fe (10:32-33). A pesar de los insultos en público y la persecución, ayudaron a los creyentes presos y aceptaron gozosos la confiscación de sus bienes (vv. 33-34). Con eso en mente, dice: «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa» (vv. 35-36).

Nuestra confianza no depende de nosotros, sino que está fundamentada en Jesús y en su promesa de regresar en el momento exacto (v. 37).

Es el poder de Dios lo que nos capacita para seguir en nuestro sendero de fe. Recordar la fidelidad del Señor en el pasado estimula nuestra confianza en Él en el presente.

Confiar en la fidelidad de Dios estimula nuestra confianza.


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El Fundamento


El Fundamento

Lectura Diaria para hoy, Miércoles 20: “Nuestro fundamento”
(Dennis Fisher)
Lea: 1 Corintios 3:1-11
«Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.» 1 Corintios 3:11

Biblia en un año: Salmos 105–106; 1 Corintios 3

La ciudad de Nördlingen, en Baviera, es única. Está ubicada en el medio del cráter Ries, una gran depresión circular causada hace muchos años por el impacto de un meteorito. La tremenda presión que produjo ese impacto dio como resultado una roca inusualmente cristalizada y millones de diamantes microscópicos. En el siglo xiii, estas piedras moteadas se usaron para construir la Iglesia de San Jorge. Los visitantes pueden ver los hermosos depósitos de cristal en su cimiento y en sus paredes. Podría decirse que tiene un fundamento celestial.

La Biblia habla de una clase distinta de fundamento. El Señor Jesús vino a este mundo desde el cielo (Juan 3:13). Cuando regresó allí, después de su muerte y resurrección, dejó a sus seguidores, quienes se convirtieron en el «templo viviente» de Dios, del cual Él es el cimiento. El apóstol Pablo afirma: «Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo» (1 Corintios 3:11).

El edificio de esa iglesia en Baviera está construido sobre un cimiento de trozos de roca del cielo físico, pero la Iglesia espiritual (todos los creyentes en Cristo) está cimentada en el supremo fundamento celestial: Jesucristo (Isaías 28:16; 1 Corintios 10:3-4). 

Alabemos a Dios porque, debido a lo que Jesús hizo, nuestra salvación es segura.

Cristo, la Roca, es nuestra esperanza segura. 


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Total Obediencia


Total Obediencia

Lectura Diaria para hoy, Mates 19: “Seguir al dueño”
(Jennifer Benson Schuldt)
Lea: Números 9:15-23
«Al mandato del Señor acampaban, y al mandato del Señor partían, guardando la ordenanza del Señor…» Números 9:23

Biblia en un año: Salmos 103–104; 1 Corintios 2

En una exhibición canina cerca de mi casa, vimos la presentación de un lebrel escocés. Tras la orden de su dueño, el animal se alejaba corriendo varios metros y regresaba de inmediato, saltaba cercas e identificaba objetos usando su sentido del olfato. Después de terminar cada ejercicio, se sentaba a los pies de su amo y esperaba más indicaciones.

La atención cuidadosa de este perro a la instrucción de su dueño me recordó la devoción que Dios deseaba que su pueblo tuviera hacia Él mientras lo seguía en el desierto. El Señor lo guiaba de una manera singular: su presencia aparecía en forma de una columna o nube. Si la nube subía, quería que su pueblo se trasladara a otra zona. Si descendía, debían quedarse donde estaban. «Al mandato del Señor acampaban, y al mandato del Señor partían, guardando la ordenanza del Señor…» (Números 9:23). Los israelitas cumplían con esta práctica día y noche, independientemente del tiempo que tuvieran que permanecer en un mismo lugar.

Dios no solo estaba probándolos, sino que los guiaba hacia la tierra prometida (10:29). Quería llevarlos a un lugar mejor. Lo mismo sucede con nosotros cuando nos pide que lo sigamos: desea guiarnos a un sitio donde nuestra comunión con Él se profundice.

Su Palabra nos asegura que el Señor es amoroso y fiel al guiar a aquellos que le siguen humildemente.

Dios les pide a sus hijos que sigan al Líder.
                                                
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Ven, no tardes


Ven, no tardes

Lectura Diaria para hoy, Lunes 18: “Creer de antemano”
(Philip Yancey)
Lea: Apocalipsis 22:12-21
«Ciertamente vengo en breve…» Apocalipsis 22:20

Biblia en un año: Salmos 100–102; 1 Corintios 1

En un campo de concentración alemán, durante la Segunda Guerra Mundial, algunos presos norteamericanos elaboraron una radio casera sin ser descubiertos por los guardias. Un día, llegó la noticia de que los alemanes se habían rendido, lo cual puso fin a la guerra. Sin embargo, por problemas de comunicaciones, los guardias todavía no lo sabían. Una gran celebración estalló cuando corrió la noticia entre los prisioneros. Durante tres días, cantaron, saludaron con la mano a los guardias e hicieron bromas sobre la comida. Al cuarto día, cuando se despertaron, descubrieron que todos los alemanes habían huido. La espera había terminado.

Varias historias bíblicas se centran en esperar: Abraham espera un hijo (Génesis 12–21); los israelitas esperan ser librados de Egipto; los profetas esperan el cumplimiento de sus predicciones; los discípulos esperan que Jesús actúe como el poderoso Mesías que aguardaban. Las últimas palabras del Señor al final de Apocalipsis son: «vengo en breve», seguidas de una oración resonante e inmediata: «Amén; sí, ven, Señor Jesús» (22:20). Por esta razón, seguimos esperando.

Ahora bien, me pregunto: Mientras esperamos, ¿por qué solemos estar temerosos y angustiados? Como los prisioneros aliados, podemos actuar en función de la buena noticia que decimos que creemos. Después de todo, tener fe en Dios es creer de antemano lo que solamente tiene sentido al revés.

La espera prueba nuestra fe; por eso, aguardamos esperanzados.
                                                
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