Como el Águila


Como el Águila

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(Julie Ackerman Link)

Lea: Deuteronomio 32:7-12
«Así como el águila revolotea […] y anima a sus polluelos a volar, […] el Señor [lo] guio [a Jacob]… » Deuteronomio 32:11-12 (RVC)

Biblia en un año: 
2 Crónicas 23–24; Juan 15

Durante tres meses, tuve un asiento en primera fila, o debería decir una vista de pájaro, de la obra asombrosa de Dios. En el Jardín Botánico Norfolk, a 27 metros del suelo, instalaron una videocámara que enfocaba el nido de una familia de águilas calvas, que permitía que los espectadores miraran por Internet.

Cuando se rompieron los cascarones, la mamá y el papá águilas atendían con cuidado a sus crías, y se turnaban para ir a buscar comida y proteger el nido. Pero un día, cuando los aguiluchos todavía parecían pompones peludos con picos, ambos padres desaparecieron. Me preocupó pensar que algo podía dañar a los pequeños.
Sin embargo, mi preocupación era infundada, ya que el operador de la cámara amplió el cuadro, y allí estaba la mamá águila posada en una rama cercana.

Mientras reflexionaba en esta «ampliación» del cuadro, pensé en ocasiones cuando temí que Dios me hubiera abandonado. La perspectiva de aquellas aves en las alturas de un bosque me recordó que mi visión es limitada. Solamente veo una pequeña parte de la escena completa.

Moisés utilizó la imagen del águila para describir a Dios. Como las águilas llevan a sus crías, el Señor lleva en brazos a su pueblo (Deuteronomio 32:11-12). Aunque parezca lo contrario, el Señor «ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros» (Hechos 17:27).

Esto es cierto aun cuando nos sintamos abandonados. Ya que el Señor nos cuida, no debemos temer ningún peligro.

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Vivir para Cristo


Vivir para Cristo

Lectura Diaria para hoy, Miércoles 4 de Junio: “Lo que nos sostiene”
Lea: Filipenses 3:1-11
«Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.» Filipenses 1:21

Biblia en un año: 2 Crónicas 21–22; Juan 14

Isaac Asimov cuenta la historia de una difícil travesía por el océano durante la cual un tal Sr. Jones se enfermó muchísimo. En un momento especialmente malo, una amable camarera le dio una palmadita en el hombro y le dijo: «Señor, sé que le parece horrible, pero recuerde: nadie se ha muerto nunca de mareos». El hombre levantó su rostro verdoso para mirar a la preocupada joven, y contestó: «¡No me diga eso! Lo único que me mantiene vivo es la maravillosa esperanza de morir».

En las palabras de Jones hay más que un toque de ironía. Como creyente en Cristo, oigo un eco de las palabras de Pablo a los filipenses. Les dijo que la maravillosa esperanza de morir lo sostenía (Filipenses 1:21-23). Sin embargo, el apóstol no estaba buscando aliviar su sufrimiento solamente, sino que su esperanza estaba arraigada en Cristo, que había muerto en la cruz por los pecadores, resucitado de la tumba, ascendido al cielo, y que un día iba a llevar a Pablo a su presencia.

¿Cómo sostenía al apóstol esta esperanza de ver a Cristo, ya sea al morir o cuando el Señor regresara? Esta verdad daba sentido a cada momento. Le brindaba una razón para vivir por Cristo y también un incentivo para centrarse en aquellos que necesitaban de su estímulo. Pablo dijo: «Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia» (v. 21).

Padre, gracias por el Cristo resucitado. Él es nuestra razón de vivir.

Los que están preparados para morir son los mejor preparados para vivir.

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Atrás ni para tomar impulso


Atrás ni para tomar impulso

Lectura para hoy, Martes 3 de Junio: “Canguros y emúes”
(Bill Crowder)
Lea: Filipenses 3:12-17
«… olvidando ciertamente lo que queda atrás, […] prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.»Filipenses 3:13-14

Biblia en un año: 2 Crónicas 15–16; Juan 12:27-50

Dos de los animales originarios de Australia, los canguros y los emúes, tienen algo en común: rara vez se mueven hacia atrás. Por la forma del cuerpo y el largo de su poderosa cola, los canguros pueden avanzar saltando, pero les resulta difícil hacer el cambio para retroceder. Los emúes pueden correr rápidamente con sus largas extremidades, pero las articulaciones de las rodillas parecen dificultarle el movimiento hacia atrás. Ambos animales aparecen en el escudo de Australia, como un símbolo de que la nación está siempre avanzando y en progreso.

En su carta a los filipenses, el apóstol Pablo llamó a adoptar un enfoque similar en relación a la vida de fe:«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (3:13-14).

Si bien es sabio aprender de las experiencias pasadas, no debemos vivir en el pasado. Es imposible modificar o deshacer lo que ya sucedió, pero, por la gracia de Dios, podemos seguir avanzando y servir fielmente al Señor hoy y en el futuro. 

La vida de fe es una travesía que progresa a medida que nos asemejemos más a Cristo.

Iré adonde sea… con tal que sea hacia adelante. 

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Andar con cuidado


Andar con cuidado

Andar con cuidado

(Dave Branon)
Lea: Efesios 5:1-17
«Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios.» Efesios 5:15
Uno de mis lugares favoritos en Jamaica es Ocho Ríos, donde están las Cascadas del Río Dunn: un espectáculo que no deja de asombrarme. El agua cae por una serie de rocas, camino al Mar Caribe. Los aventureros pueden trepar por las cascadas, abriéndose paso por las piedras redondeadas, en una energizante travesía hasta la cima. La corriente, la superficie potencialmente resbaladiza y las profundas hendiduras hacen que la marcha sea lenta y un poco peligrosa.
Para llegar hasta la cima, es necesario prestar atención a cada paso. Si una persona no tiene cuidado, podría caerse. Las claves para un ascenso exitoso son la concentración y la precaución.
No puedo pensar en otra imagen mejor de lo que Pablo expresa en Efesios 5:15: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis». Debemos «[tener] cuidado de [nuestra] manera de vivir» (nvi). Sin duda, con todos los posibles peligros que se cruzan en nuestro camino mientras andamos por la vida, es vital que demos cada paso con Jesús de manera sabia y cuidadosa. El texto afirma que el necio vive descuidado, mientras que la persona sabia presta atención a cada paso para no tropezar o caerse.
Pablo declara que nuestro objetivo de ser «imitadores de Dios» (v. 1) se logra cuando andamos cuidadosamente en amor (vv. 2, 15). Con la guía del Espíritu Santo, podemos andar de modo que honremos a Dios.
Si permitimos que Dios nos gobierne el corazón, nuestros pies podrán andar en sus caminos. 
                                                 
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Mi Fortaleza


Mi Fortaleza

La travesía de Jordyn

Lea: Filipenses 4:10-13
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» Filipenses 4:13
Jordyn Castor nació ciega, pero esto no le impide tener una vida plena y productiva. El documental Can You See How I See? [¿Puedes ver como yo?] cuenta su historia. Se destaca en la escuela y, con algo de ayuda, disfruta de andar en bicicleta y esquiar en la nieve.
Respecto a su vista, Jordyn declara: «Si pudiera deshacerme de mi ceguera, no lo haría. Creo que Dios nos hizo como somos por una razón […] y estoy convencida de que mi ceguera es parte de lo que haré con mi vida». Actualmente, estudia en la universidad para especializarse en tecnología informática. Su sueño es ayudar a desarrollar programas de computación que ayuden a los ciegos.
¿Cómo puede esta joven tener una visión tan positiva de la vida? Como seguidora de Cristo, entiende que Dios tiene el control de toda circunstancia. Esto le da seguridad para aprovechar oportunidades que otros podrían considerar imposibles. Sin duda, la vida de esta muchacha ilustra esta verdad de Filipenses: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (4:13).
No importa cuáles sean nuestros puntos fuertes o débiles, la mano providencial de Dios puede darnos lo que necesitamos para impactar el mundo para Él. Confía en su fortaleza para ayudarte a dar un paso de fe.
El llamado de Dios a una tarea incluye su fortaleza para terminarla. 
                                                 
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Pescador de Hombres


Pescador de Hombres

En busca del tesoro robado

Lea: Mateo 4:18-22
«[Jesús] les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.» —Mateo 4:19
En El Hobbit, de J. R. R. Tolkien, los enanos se reúnen para enfrentarse a Smaug, el temible dragón, y recuperar el tesoro robado. A pesar de la búsqueda peligrosa y aterradora, Balin, el segundo al mando entre los enanos, expresa su confianza en Torin: «Hay uno a quien podría seguir; uno a quien podría llamar Rey». La confianza en su líder fortalecía su compromiso con la misión, por más peligrosa que fuera.
Cuando Jesús empezó su ministerio terrenal, reunió un grupo que lo acompañaría en la tarea de rescatar el tesoro de almas perdidas de manos de nuestro enemigo, Satanás. Cuando los llamó, les dijo: «Venid en pos de mí» (Mateo 4:19). Para ellos, seguir a Jesús significaría una gran transición, de ser simples pescadores a pescar hombres y mujeres atrapados en las redes del pecado. 
Pero la tarea no siempre sería fácil. Para referirse a esta empresa, Jesús habló de llevar la cruz y seguirlo (ver Mateo 16:24; Marcos 8:34; Lucas 9:23).
¿Cómo permanecemos firmes en la batalla para reclamar los tesoros perdidos de Cristo cuando parece intimidante o incómoda? Manteniendo la mirada en nuestro Líder. Sin duda, Él es digno; alguien a quien podemos seguir, ¡a quien podemos llamar Rey!
Sigue a tu Líder sirviendo a los que te rodean. 
                                                 
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Jesús me libertará


Jesús me libertará

La caída

Lea: Miqueas 7:8-9, 18-20
«… él me sacará a luz; veré su justicia.»Miqueas 7:9
Durante años, después de la Gran Depresión, el mercado de valores luchó para volver a ganarse la confianza de los inversionistas. Entonces, en 1952, Harry Markowitz sugirió que los inversionistas dividieran sus acciones entre distintas empresas e industrias. Desarrolló una teoría para la selección de cartera, que ayudó a los inversionistas durante tiempos de incertidumbre. En 1990, Markowitz y otros dos hombres ganaron el Premio Nobel de Economía por su teoría.
Al igual que esos inversionistas nerviosos, como seguidores de Jesús, a veces el temor puede paralizarnos tras una «caída» en nuestra vida, y no sabemos cómo reponernos y seguir adelante. Quizá incluso pasemos el resto de la vida esperando un «momento Markowitz», cuando una gran idea o acción nos ayude a recuperarnos de un fracaso anterior.
Olvidamos que Jesús ya obró a nuestro favor. Cubrió nuestra vergüenza y nos liberó para relacionarnos con Dios y servirlo diariamente. Como nos dio vida y se levantó de entre los muertos, cuando caemos, podemos levantarnos con Él, porque «se deleita en misericordia»(Miqueas 7:8, 18).
Nuestra eternidad comienza cuando encontramos a Jesús. El Señor camina junto a nosotros para poder transformarnos en las personas que anhelamos ser y para lo cual nos diseñó.
Levanta la mirada desde tu fracaso y verás a Dios, listo para recibirte. 
                                                 
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La Puerta


La Puerta

Bendita falta de memoria

Lea: Juan 10:1-10
«Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…» Juan 10:9
Mi oficina está en el piso de abajo, pero suelo subir a otras habitaciones de la casa por una cosa o por otra. Por desgracia, cuando llego arriba, suelo olvidar lo que planeaba hacer allí. El investigador Gabriel Radvansky propuso una explicación para este fenómeno. Nos dice que una puerta sirve de «límite entre eventos».
Después de llevar a cabo tres experimentos distintos, elaboró la teoría de que una puerta le señala al cerebro que la información retenida en la memoria puede archivarse; pero es frustrante cuando estoy allí parada, intentando recordar por qué subí las escaleras. Sin embargo, la falta de memoria puede ser una bendición. Cuando cierro la puerta de mi dormitorio por la noche y me preparo para dormir, es una bendición olvidar las preocupaciones del día.
Cuando pienso en que Jesús habló de sí mismo como «la puerta» (Juan 10:7,9), obtengo una perspectiva nueva y valiosa de esta metáfora. Cuando las ovejas entran en el corral, ingresan a un lugar seguro, al amparo de ladrones y predadores. 
Para el creyente, el Gran Pastor es la puerta entre nosotros y nuestros enemigos. Una vez que entramos al redil, podemos «olvidarnos» de los peligros y las amenazas; disfrutar del olvido divino y descansar en la protección del Gran Pastor.
Cristo es la puerta que nos mantiene seguros y deja afuera los peligros. 
                                                 
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Dios de toda consolación