"Orad sin cesar"

Viernes 6 de Mayo, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Maratón de oración”
(Por: Poh Fang Chia)

Leer: 1 Tes. 5:16-28
« Orad sin cesar.» 1 Tesalonicenses 5:17

La Biblia en un año: Lucas 23:1-25

¿Luchas para hacer de la oración un hábito? Nos pasa a muchos. Sabemos que la oración es importante, pero también sumamente difícil. Pasamos de momentos de profunda comunión con Dios a sentir como que solo cumplimos con una rutina. ¿Por qué cuesta tanto orar?

La vida de fe es una maratón. Los vaivenes en nuestra vida de oración lo reflejan; y, así como en ese tipo de carrera no hay que dejar de correr, también debemos seguir orando. La clave es: ¡No abandones!

El estímulo de Dios llega a través del apóstol Pablo: «Orad sin cesar» (1 Tesalonicenses 5:17), «constantes en la oración» (Romanos 12:12) y «perseverad en la oración» (Colosenses 4:2). Todas estas declaraciones implican permanecer firmes y continuar con la tarea de orar.

Como nuestro Padre celestial es una Persona, podemos desarrollar un tiempo de comunión íntima con Él, al igual que lo hacemos con otros seres humanos. A. W. Tozer escribe que, con la práctica, nuestra vida de oración «deja de ser un encuentro casual y se convierte en la comunión más íntima y plena de la que es capaz el alma humana». Y esto es lo que realmente deseamos: una comunión profunda con Dios. Solo se logra si seguimos orando.

Querido Padre, ayúdanos a encontrar tiempo para estar contigo, y a experimentar tu bondad y tu presencia.

No hay día en que no necesitemos orar.

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La Ventana del Alma: Deudas y deudores:

La Ventana del Alma

"Deudas y deudores":
Por: CF Jara.

El Dr. Charles Stanley dice que "el resentimiento es como agarrar a una serpiente por la cola, es inevitable que en cualquier momento me muerda". El resentimiento es una palabra compuesta que tiene el prefijo 're' que indica la condición de volver a ocurrir un sentimiento dado.

Cuando somos ofendidos, el sentimiento que aflora es el dolor, lo cual es un proceso normal en la escencia del cuerpo humano. Pero cuando le permitimos a la mente que siga recordando aquella ofensa, impedimos que el corazón perdone y por ende, el cuerpo sufre una y otra vez de aquel dolor. Sin embargo, lo grave es que el cuerpo pasa de la reacción normal a otra serie de reacciones químicas donde ciertos órganos relacionados con las emociones como el hígado, empiezan a verter ácidos en el estómago en cantidades anormales, lo cual termina envenenando la sangre, la cual se convierte en el vehículo de aquel veneno, que en cierto momento se deposita en alguno de los órganos del cuerpo, y ahí aparece el cáncer, asi de fácil pero asi de terrorífico.

La Asociación Estadounidense de Médicos ya ha aceptado tácitamente que la causa principal para el cáncer en los seres humanos es la acumulacion de recuerdos negativos, en otras palabras, la negativa de la persona a perdonar las ofensas recibidas.

¿Que impide al ser humano perdonar? El orgullo, el orgullo y el orgullo. Más cuando hemos sido salvados y rescatados por el amor de Jesús, debemos someter ese orgullo al pie de la cruz para poder perdonar a otros asi como se nos ha perdonado a nosotros. Sin embargo, aun en la iglesia de Cristo hay creyentes que no perdonan y caminan llenos de orgullo, pero también llenos de resentimiento.

El llamado a esta hora es: ¿Cómo está tu corazón? ¿Tienes algún resentimiento guardado? Si es asi, hoy es el momento que perdones aquella ofensa para siempre, haz una pequeña oración, menciona el nombre de esa persona, declara que la perdonas, y clama a Dios para que la bendiga y prospere donde quiera que esté. Habrás abierto las puertas de los cielos a tu favor. (lgesdJC)
DIOS te bendiga.
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De las ruinas

Miércoles 4 de Mayo, 2016.

Nuestro Pan Diario
“De las ruinas”
(Por: Tim Gustafson)

Leer: Lamentaciones 5:8-22
«… Dios […] nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas…» Esdras 9:9

La Biblia en un año: Lucas 22:47-71

En el barrio judío de Jerusalén, se encuentra la sinagoga Tiferet Yisrael. Se construyó en el siglo XIX, pero fue dinamitada por comandos durante la guerra árabe-israelí en 1948.
Por años, el lugar estuvo en ruinas, pero, en 2014, comenzó la reconstrucción. Cuando los funcionarios de la ciudad colocaron un trozo de escombro como su piedra angular, uno de ellos citó Lamentaciones 5:21: «Vuélvenos, oh Señor, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio».

Jeremías escribió en Lamentaciones este canto fúnebre por Jerusalén. De manera gráfica, el profeta relató el impacto de la guerra sobre la ciudad. El versículo 21 refleja su sentida oración por la intervención divina. Aun así, se pregunta si sería posible. Entonces, con esta temerosa advertencia, concluyó su angustioso lamento: «a no ser que nos hayas desechado totalmente, y estés enojado en gran manera contra nosotros» (v. 22). Décadas más tarde, el Señor respondió esa oración cuando los exiliados volvieron a Jerusalén.

Quizá nuestra vida también parezca estar en ruinas. Quedamos devastados por problemas generados por nosotros mismos o conflictos que no podemos evitar. Pero tenemos un Padre comprensivo, quien, con bondad y paciencia, quita los escombros y construye algo mejor. Lleva tiempo, pero podemos confiar en Él.
Señor, gracias por el perdón y la unidad en ti.

Un día, Dios restaurará toda la belleza perdida.

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Nuestro brillo

Lunes 2 de Mayo, 2016.

Nuestro Pan Diario
“Nuestro brillo”
(Por: Keila Ochoa)

Leer: Mateo 5:13-16
«Así alumbre vuestra luz delante de los hombres…» Mateo 5:16

La Biblia en un año: Lucas 22:1-20

Una niña pequeña se preguntaba cómo sería un santo. Un día, su madre la llevó a una gran catedral para que viera los bellísimos vitrales de escenas bíblicas. Ante tal belleza, la niña exclamó: «Ahora sé cómo son los santos: ¡personas que dejan que la luz brille a través de ellas!».

Tal vez, algunos pensemos que los santos son personas del pasado que tuvieron vidas perfectas e hicieron milagros como los de Jesús. Sin embargo, la palabra que se traduce santo en las Escrituras se refiere en realidad a todo aquel que pertenece a Dios por la fe en Cristo. En otras palabras, los santos son personas como nosotros, que hemos sido llamados a servir a Dios y reflejar nuestra relación con Él dondequiera que estemos y en todo lo que hagamos.

Por eso, el apóstol Pablo oraba para que los ojos y el entendimiento de sus lectores se abrieran para que se consideraran la preciosa herencia de Cristo y los santos de Dios (Efesios 1:18).

Entonces, ¿qué vemos en el espejo? No son halos ni vitrales. Pero, si estamos cumpliendo con nuestro llamado, tendremos el aspecto de personas que, ya sea que nos demos cuenta o no, permiten que los intensos colores divinos del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza brillen a través de ellas. Señor, brilla hoy a través de mí.

La luz de Dios brilla a través de los santos.

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